Intentar detener la fusión es "inútil", las autoridades están "desbordadas" y son lentas en evacuar. Para el futuro habrá que delimitar una "zona muerta" e inhabitable como la que hoy rodea a Chernóbil, dice el experto Edmund Lengfelder.
Kaos. Internacional y Ecología
Uno de los principales expertos alemanes en accidentes nucleares ha calificado de "tarea inútil" el intento de detener la fusión de los reactores de Fukushima y cree que el esfuerzo japonés está "desbordado". Lo que hay que hacer, dice, es evacuar. Evacuar rápido a 50 kilómetros o más, y sellar los reactores como se hizo en Chernóbil.
"La fusión, no en uno sino seguramente en dos reactores, se produjo hace tiempo, y supone un error de información importante", dice Edmund Lengfelder, director y fundador del Instituto Radiológico "Otto Hug" de Munich. Este experto está siendo estos días una fuente habitual de la televisión alemana, que intenta explicar de forma comprensible lo que ocurre en Japón.
"La fusión se produjo hace tiempo. Eso se deduce de la emisión de radionucleidos. Una vez se ha desencadeando, el enfriamiento no es posible y la fusión continuará por mucho tiempo", dice Lengfelder en declaraciones a la radio pública Deutschlandfunk. Los esfuerzos realizados por detener la fusión enfriando el reactor, primero con agua de mar y luego con agua dulce, son, "tarea inutil".
"Solo sirven para exponer a la gente que envían allá. Están intentando frenar algo que no puede ser frenado. En cambio, lo que me parece urgente es la evacuación de la población en un radio de 50 kilómetros o más", dice. El agua sirve de poco, afirma. Incluso el recurso de echar plomo boro y arena sobre los reactores, como se hizo en Chernóbil, le parece "marginal". Lo más importante que hay que evitar es, "la exposición de la gente a la radiación, y eso se consigue evacuando", insiste.
El Instituto Radiológico de Munich se creó como consecuencia del accidente de Chernóbil (abril de 1986), en el que Lengfelder, condecorado en Bielorrusia y profesor honorífico de laUniversidad de Minsk, estuvo muy implicado. Preguntado si hay que abandonar los reactores accidentados a su suerte, Lemgfelder explica que, "la fusión del reactor acaba llegando a un punto muerto, cuando el metal fundido de las barras de combustible y las cubiertas, mezclado con la arena, los materiales del suelo del sustrato y el hormigón del edificio del reactor, se convierten en una amalgama que pasados los años se enfría". Respecto a la duración de la emisión radiactiva, el experto cree que continuará hasta que las instalaciones se cubran.
"El problema seguirá allí mientras el o los reactores no sean recubiertos por un sarcófago, como se hizo en Chernóbil, o por una enorme montaña de arena. Hasta entonces seguirá habiendo escape radiactivo en forma de gases que son favorecidos por el vapor generado al arrojar agua. Y mientras la liberación de gases no se detenga, habrá una mayor emisión de radiactividad y de exposición para la población", advierte.
En el momento actual, las consecuencias para el medio ambiente "son secundarias", dice. "En primer lugar hay que proteger a la gente, luego habrá que ver la magnitud y extensión del daño, qué territorio habrá que cerrar, etc. Como en Chernóbil, habrá que delimitar una amplia zona de exclusión", pronostica. Respecto a la valoración de la actuación de las autoridades japonesas, Lemgfelder es muy crítico. "En comparación, los soviéticos actuaron de forma más consistente, porque evacuaron mucho más rápido una amplia zona". "La gestión de la crisis no ha sido buena ni digna de confianza", sentencia.
"Por supuesto, los japoneses tienen el problema adicional de que la densidad de población del lugar es veinte veces mayor que en Chernóbil. Además, tienen la destrucción de infraestructura ocasionada por el terremoto, y esto es un reto que desborda incluso a un país tecnológicamente tan desarrollado como Japón", dice.
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