Su nombre era Noxolo Nogwaza, tenía 24 años y era lesbiana y activista LGTB. El pasado domingo encontraron su cuerpo sin vida en un cajellón de Kwa-Thema, un suburbio cercano a Johanesburgo, después de haber sido brutalmente violada y asesinada. Todo indica que Noxolo Nogwaza es la última víctima conocida de la ola de crímenes cometidos contra mujeres lesbianas en Sudáfrica, que parece no remitir pese a las denuncias.
Noxolo Nogwaza era miembro del Ekurhuleni Pride Organising Committee (EPOC), la principal organización LGTB de Kwa-Thema, que en septiembre organizó la que era ya su segunda marcha del Orgullo LGTB. Según fuentes de esta organización, la joven fue golpeada con tal saña que su rostro era casi irreconocible. Tenía además heridas por todo el cuerpo producidas por fragmentos de vidrio y en sus genitales encontraron una botella vacía y un preservativo usado. Se da la triste circunstancia de que en Kwa-Thema, hace ahora tres años, fue también violada y asesinada Eudy Simelane, otra chica lesbiana relativamente conocida en su país por ser una importante jugadora de fútbol femenino, y cuya muerte recibió, a diferencia de lo que sucede en otros casos, cierta atención a nivel internacional.
Activistas LGTB de Sudáfrica han expresado su indignación, han pedido que se localice y castigue a los culpables y han exigido de nuevo al Gobierno que adopte de una vez medidas para combatir estas atrocidades. Precisamente hace pocas semanas nos hacíamos eco de la campaña que un grupo de activistas lesbianas habían promovido contra las “violaciones correctivas”, gracias a la cual fueron recibidas por representantes del Gobierno sudafricano, a los que demandaron que este tipo de actos sean considerados crímenes de odio, y no delitos comunes, así como que se desarrolle un plan nacional contra la violencia sexual. El Ministerio de Justicia concidió entonces en resaltar la gravedad del problema y se comprometió a implementar medidas para combatirlo. Medidas que desgraciadamente llegarán tarde para Noxolo Nogwaza.
“Violaciones correctivas”, una lacra en Sudáfrica
Las “violaciones corrrectivas” persiguen un doble objetivo: “curar” a las mujeres lesbianas de las cuales se conoce su homosexualidad y, en último término, “castigarlas”. Según adelantábamos hace unos meses, solo en Ciudad del Cabo se producirían cada semana hasta diez de estas violaciones, que en ocasiones culminan con el asesinato de las víctimas. Lo peor es que muchas de estas agresiones quedan impunes, incluso aunque las mujeres conozcan a sus autores. Con frecuencia la Policía prefiere no investigarlas, y díficilmente llegan a los tribunales.
Y es que la homosexualidad femenina, invisible hasta hace no demasiado tiempo, es percibida como una amenaza a la cultura tradicional por una parte de la sociedad sudafricana, fuertemente machista y homófoba. Una realidad social que contrasta con el avanzado marco jurídico del país, nacido del fin del apartheid, y que garantiza constitucionalmente la no discriminación por razones de orientación sexual.
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