sábado, 28 de mayo de 2011

Desde Haití: “Si le pedimos a Dios un médico, le pedimos que sea cubano”


colaborantes-medicos-cubanos-en-haitiQuerida familia:
Quiero abrazarlos con estas palabras y que en ese abrazo vaya la disculpa sentida a mi ausencia durante algún tiempo. Sucede que al contrario de lo que  puede conocerse por los medios masivos de comunicación, la situación del Cólera en Haití se encuentra en un momento difícil.
Ya ustedes conocen que las condiciones ambientales e higiénicas sanitarias de este país, junto a las características de la bacteria, determinan la endemia que existirá durante unos cuantos años. En estos momentos la llegada de la temporada de lluvias determina por una parte el incremento de enfermedad diarreica aguda de otras etiologías, como virales u otras bacterias.
Al mismo tiempo se incrementa considerablemente el riesgo de brotes de cólera por la contaminación de fuentes de agua. Recuerden que según datos oficiales más del 50% de la población haitiana no tiene acceso al agua potable, y son los manantiales, ríos y arroyos las principales fuentes del líquido vital. Esto se agrava por la ausencia de letrinas y sistemas de recolección de residuales.
Paulatinamente y por diversas razones, algunas ONG se han ido retirando. Nuestra presencia en los 10 departamentos nos permitió conocer que existen 31 posiciones, cubiertas durante la fase anterior, y que ahora han quedado desprovistas de asistencia médica.
La Brigada Médica Cubana (BMC) dispuso el alerta a todas sus unidades, así como la intensificación de la acción de los grupos de pesquisa activa distribuidos por todo el país.
En el departamento Nippes recibimos la información sobre un brote de cólera en la Comuna Baraderes, la cual colinda con el Departamento Grand Anse. Esta comuna posee 5 secciones comunales, en la primera se encuentra la Ville de Baraderes (ciudad principal). A partir de recibir la información la dirección de la BMC decidió enviar un equipos de pesquisa reforzados con epidemiólogos, clínico, pediatra y personal de enfermería, todos con experiencia en el manejo de la enfermedad y en las acciones necesarias para sofocar el brote.
En Ville de Baraderes, atendido por una ONG, pudimos conocer que la mayoría de los casos provenían de la 3ra sección comunal llamada Fon Tortue, de manera que nos dirigimos hacia el poblado principal llamado de igual manera. Otros dos Grupos de Pesquisa Activa intervendrían en la segunda y quinta sección comunal de la Comuna de Baraderes.
Realizamos un recorrido en carro de 50 minutos, una distancia de 6,4 kilómetros, sorteando ríos y pendientes pronunciadas. Se trata de un sitio con abundante vegetación, montañoso, con conglomerados de viviendas precarias tanto en las márgenes de los ríos como en las cúspides y mesetas de las montañas. El estimado poblacional de la subcomuna es de 9 500 habitantes.
Pronto recibimos el calor de un pueblo sorprendido y generosamente agradecido, pues nunca habían contado con personal médico y de enfermería. Establecimos rápidamente relaciones con el magistrado y con otros líderes de quienes obtuvimos la información necesaria para estratificar los poblados y determinar hacia dónde debíamos dirigir nuestras acciones.
Gracias a las bondades de la cartografía pudimos comprender que nos hallábamos en el poblado de mejor accesibilidad, por tanto del resto de las comunidades podrían descender hacia nosotros. De este modo tomamos la determinación de establecer un punto de tratamiento para los casos de cólera que requiriesen hospitalización o tratamiento endovenoso. Rápidamente la población consiguió un local apto para tales fines. Al conocerlo expresamos que era inconveniente, pues se encontraba al otro lado de un pequeño río, lo cual dificultaría la llegada de los pacientes, a los pocos minutos y sin decir palabra alguna una veintena de pobladores, conducidos por el magistrado, construyeron un puente de rocas que rebatió nuestros planteamientos.
Durante los 15 días de intervención pudimos atender a 27 pacientes con cólera, quienes recibieron tratamiento endovenoso por encontrarse con deshidratación severa o moderada, sin lugar a dudas vidas que han sido salvadas en esos recónditos parajes. Esa noble e importante acción no era lo fundamental, puesto que habíamos llegado para erradicar el brote de cólera.
Con el magistrado y los líderes conocimos del fallecimiento (anterior a nuestro arribo) de 5 personas. Dos semanas antes de nuestra llegada se realizó una ceremonia con un fallecido por cólera, que consistió en bañarlo en el río, lo cual pudiera haber motivado el brote.
Con toda esa información elaboramos un plan de intervención, priorizando aquellos lugares de mayor numero de casos atendidos, así como los que aportaban fallecidos.
Recorrimos 13 poblados, con caminatas que llegaron a las 4 horas y media, desandando montañas, algunas de las cuales parecían no tener fin. A todos esos lugares fuimos junto con el grupo de líderes comunitarios, a quienes capacitamos en las labores de educación y promoción para la salud. Es difícil que las palabras muestren el grado de confianza y aprecio que se genera en esas condiciones. Pronto nos convertimos en un solo grupo, reímos, charlamos, atravesamos ríos con el apoyo del otro.
En cada poblado realizamos acciones de educación sanitaria, controles de foco mediante visitas a los hogares de enfermos o fallecidos por cólera y tratamiento a los contactos, determinando las posibles fuentes de infección mediante la visita a los manantiales, ríos y arroyos de donde extraen el agua de consumo; a su vez distribuimos cloro a toda la población así como sales de hidratación oral. Los principales protagonistas de esa intervención eran los jóvenes que formaban parte del grupo de salud; ellos enseñaban, explicaban auxiliados en nuestra presencia y asesoramiento. Esto es doblemente importante puesto que por una parte el mensaje llega codificado en sus formas comunicativas y por otra, posibilita acciones posteriores por parte del grupo en todos esos poblados.
Nos retiramos luego de 3 días sin casos de cólera. Nuestras mochilas ya con pocos insumos y alimentos, van cargadas de amor, van llenas de convicción solidaria. Viene a mi mente una expresión de un joven poblador de Fon Tortue, que le dijo al Dr. Somarriba, coordinador de la BMC: “Si le pedimos a Dios un médico, le pedimos que sea un médico cubano”
Miro un segundo los rostros de mis compañeros al despedirnos de aquella gente y veo que  el cansancio se disipa. Difícil será para nosotros desmayar o ser vencidos por el cansancio ante esas miradas que suplican más esfuerzos, que nos piden en toda la geografía de este hermoso país que continuemos los cubanos y latinoamericanos salvando vidas, regalando esperanza, sembrando compromiso hacia el otro, cultivando preocupación genuina y solidaridad. Llegado a este punto, me acuerdo de Silvio: “Solo el amor engendra la maravilla”.
Abrazos,
Emiliano

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