No hace falta vivir lejos de una gran ciudad ni poseer grandes extensiones de tierra; la familia Dervaes cultiva su propio alimento maximizando el espacio.
Los Ángeles queda a solo 15 minutos de distancia de la residencia de los Dervaes. Su casa, digamos, queda en una zona urbana. Contando el jardín y la casa, poseen 371 metros cuadrados. Ahora bien, en esa pequeña parcela (si la pensamos como área de producción rural) logran generar 2700 kilos de alimentos al año, entre los cuales se cuentan casi dos mil kilos de vegetales, más de 400 kilos de pollo orgánico, 453 huevos, 12 kilos de miel y abundantes frutas de estación. ¿Qué hacen con todo eso? No solo se alimentan de la mejor manera a sí mismos, sino que venden su producción a buenos precios, lo cual les genera un ingreso de 20.000 dólares anuales.
Todos los integrantes de la familia ayuda en la tarea, que no es su principal fuente de vida. Pero no solo han logrado organizar el espacio para potenciar su valor, sino que todos los utensilios que usan son manuales y toda la energía que necesitan la obtienen de paneles solares, lo cual ha reducido notablemente sus cuentas de luz. En promedio, por mes, pagan unos 12 dólares por ese servicio. Tampoco queman combustibles fósiles de ningún tipo y alimentan a su auto a base de biodiesel que ellos mismos generan a partir de grasa de cocina usada, que los restaurantes de la zona les donan.
La familia come según la estación, conserva cuidadosamente su producción y solo vende de manera local, a restaurantes de la zona o a vecinos, muchos de ellos deseosos de contar con mercadería sana y de primera calidad. Este ingreso ayuda a la dedicada familia a proveerse de los alimentos que no pueden producir en su pequeña residencia urbana. No crean que los problemas del campo les son ajenos: las pestes y las sequías también son problemas con los que hay que lidiar, pero el voluntarioso clan siempre tiene soluciones a mano para sostener su modo de vida único y admirable.
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