El golpe de Estado no sólo sacudió las estructuras políticas y sociales de Honduras. También el sistema cristiano se ve rebasado por la emergencia de las espiritualidades indígenas.
Ollantay Itzamná
MALEVA
Diez siglos después, el Santuario Espiritual Maya Chortí, llamado Sepulturas, ubicado en el Departamento de Copán, Honduras, lució su milenaria majestuosidad ceremonial al constituirse en la sede del diálogo intercultural e interespiritual de mujeres indígenas y negras de Honduras. Nunca en la historia conocida del país se ha registrado un encuentro de esta magnitud. Mucho menos en un lugar tan sagrado como éste.
Ancianas y jóvenes indígenas y negras, venidas de diferentes rincones del país, inauguraron, de forma inédita, su primera asamblea nacional intercultural para debatir y aportar propuestas concretas para refundar Honduras, mediante un proceso constituyente.
Mayas, lencas, tolupas, pech, misquitos, creoles y garífunas, mediante sagrados rituales ancestrales convocaron a sus antepasados y entablaron un diálogo reconciliador con ellos/as y con los espíritus de los bosques, mares, montañas y la Madre Tierra, y pidiéndoles permiso dieron por instalado el poder constituyente de las indígenas y negras en Honduras. Así, estas 300 mujeres sientan precedente y presencia en una sociedad ilusionada con la blanquitud, y ante un Estado etnofágico que, por dos siglos, intentó silenciar lo que material y simbólicamente no pudo destruir.
Pero, ¿por qué recurren estas mujeres a la dimensión espiritual en su proceso de resistencia refundacional? ¿Acaso Honduras no es uno de los países más cristianizados del mundo occidental? ¿Acaso no estaban sepultadas para siempre las satánicas idolatrías indígenas en Honduras?
Mirian Miranda, garífuna, dirigente de la Organización Fraternal de Negros de Honduras (OFRANEH), dice lo siguiente: “A veces estamos tan dispersos y no hacemos ese encuentro espiritual que es importante para nuestros procesos de lucha. Se reafirma la necesidad de fortalecer nuestra propia espiritualidad e identidad. (…) Nos quitaron nuestra espiritualidad e identidad y así le negaron a nuestros hijos/as el derecho de saber sobre su origen”
La matriz fecunda y creativa de los pueblos en resistencia, en todos los tiempos, siempre su dimensión espiritual. La espiritualidad es esa fuente inagotable que nace del reencuentro comunitario y personal con las divinidades que posibilita la esperanza activa, incluso cuando en la realidad cotidiana sólo se evidencia derrota y exclusión permanentes.
La resistencia fecunda y creativa, sólo es duradera en el tiempo si está asentada y dinamizada en los reencuentros con las trascendencias presentes en lo cotidiano. En otros términos, lo más importante de los procesos de la resistencia es la dimensión espiritual. Dimensión todavía ignorada y excluida por buena parte de la dirigencia del Frente Nacional de Resistencia Popular que cree que toda su fortaleza está en los manuales marxistas que quizás leyeron sin entender en el pasado siglo.
Esta verdad y fuerza probada de la resistencia de los pueblos no era, ni es desconocida para los imperios que con lenguajes religiosos intentaron apoderarse de los bienes, cuerpo y alma de sus súbditos. La historia de las evangelizaciones cristianas está empedrada con lápidas de extirpación de idolatrías, caza de brujas, bibliolatrías, culturisidios, etc. Todos, con la finalidad de silenciar la presencia viva y activa del Espíritu Divino que habla desde diferentes lenguajes espirituales para resistir al imperio de la destrucción y a la cultura de la muerte en todos los tiempos.
Esta emergencia vital de las diosas y dioses de todos los nombres es una derrota rotunda del cristianismo. Muestra el fracaso de los dos mil años de procesos de evangelización. Después de más de cinco siglos de evangelización se evidencia que: Honduras no es cristiana como se había creído ingenuamente. El proceso de la resistencia de los pueblos está descascarando el barniz “cristiano” de Honduras, y en su lugar están emergiendo espiritualidades milenarias que “creíamos” que ya habían sido sepultadas y evangelizadas. Y son justamente las mujeres negras e indígenas quienes nos regalan estas estampas históricas que muchos ojos y oídos hubieran querido testimoniar. ¡Feliz culpa de quienes impulsaron el golpe de Estado en Honduras en pleno siglo XXI!
0 comentarios:
Publicar un comentario