jueves, 8 de septiembre de 2011

HONDURAS - Hasta siempre Emo, de un entrañable amigo que no te conoció.

POR Erick Tejada



“Podrán cortar todas las flores, pero no podrán detener la primavera”. Pablo Neruda.

Detrás de ese rostro curtido impunemente por el sol y esa barba tupida negriblanca esfinge de una rebeldía añejada por el tiempo y las luchas silenciosas, figuraba un Hondureño digno portador de la simpatía popular. Su discurso no era florido ni de palabras sofisticadas, no se transportaba en gigantescas camionetas blancas ni almorzaba en los mejores restaurantes de la capital; no ostentaba ningún cargo público más que el que se había ganado tácita y sigilosamente en el corazón del pueblo catracho. Su mirada firme y profunda galopaba por el viento como una flecha justiciera que acertaba directamente en el centro de la inmundicie denunciando a los carroñeros de barbas perfectamente afeitadas. Entre llantas, parches, pegamento y sudor, cotidianamente los sueños libertarios asaltaban sin ninguna cortesía el pensamiento de Emo; él no buscaba reflectores, micrófonos o cámaras, ni siquiera un puesto relajado en el gobierno, simplemente deseaba lo qué los buitres del terror jamás podrán comprender y eso es una mejor y más justa Honduras para sus hijos, familiares, vecinos y compatriotas. Esa honda y arraigada convicción que surgía de lo más profundo de unas diáfanas entrañas con una sensibilidad humana pocas veces vista y probadas a lo largo de mil batallas. Emo murió como vivió; luchando, trabajando y siempre con la solidaridad como estandarte y como carta de presentación.
Más allá de esa garganta lacerada y su español deficitario se sobreponía ese grito de halcón que ahora el pueblo hace suyo con entrañable nostalgia pero que también sirve como incólume tributo a su legado imperecedero: “El pueblo unido, jamás será vencido!!”, y es qué nadie lo decía como Emo, a nadie le salía de tan adentro, nos enseñó a dejar el alma y un pueblo en un grito, era inconfundible, era la esencia de un movimiento popular y el aroma de guerras libradas.
Hoy Emo se ha ido, 6 cobardes balas asesinas pretendieron silenciarlo, sin embargo, el grito libertador de Emo retumba más fuerte que nunca en las malditas cabezas de sus viles enemigos y en lo más sagrado de un pueblo enardecido; hoy los músculos populares se endurecen con mayor fuerza producto de la indignación y la rabia y despiertan lúcidos de su letargo electoral; hoy el pueblo amanece con el espíritu lesionado, con el alma constreñida y sin un fragmento de su corazón, pero jamás tan dispuesto y tan listo para vengar en las calles el luto popular.

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