lunes, 24 de octubre de 2011

La ONU volverá a condenar el bloqueo de EE.UU. a Cuba, pero el Imperio hará otra vez oidos sordos

Estados Unidos siempre aduce que la denuncia contra esa criminal política que le impone a Cuba no es asunto apropiado para discutirse en las Naciones Unidas.
Anibal Garzón 
Mañana es el debate del tema bloqueo. Estados Unidos siempre aduce que la denuncia contra esa criminal política que le impone a Cuba no es asunto apropiado para discutirse en las Naciones Unidas, pues cada gobierno tiene derecho de seleccionar con quiénes desea tener relaciones y por eso, como la Isla es para ellos un asunto interno, lo que tienen establecido contra ella es un embargo.
Ciertamente, las relaciones bilaterales no deben ser discutidas en las Naciones Unidas, pero el asunto entre Cuba y Estados Unidos no es un problema semántico. No es que uno hable de bloqueo y otro de embargo.
Cuando se dice bloqueo no se trata de que Estados Unidos no quiera comerciar con Cuba y los cubanos estemos en la pretensión de obligarlo a hacerlo; se trata de la impedimenta constante, para lo cual ha establecido un conjunto de leyes congresionales, decretos y enmiendas presidenciales, algo insólito en las relaciones internacionales, para estrangular a un país con el cual no tiene una declaración de guerra, cuyas medidas alcanzan a terceros países con diversas presiones, mediante disímiles procedimientos de chantaje, tanto a las empresas gubernamentales como a las privadas. Como expresión punitiva de esa política, bastaría solo mencionar las leyes Torricelli y Helms-Burton.
No es embargo, sino bloqueo, porque de forma extraterritorial se extiende la jurisdicción estadounidense a terceros países impidiendo sistemáticamente la exportación a Cuba de productos que contengan procesos y tecnologías originados en los Estados Unidos, se prohíbe a las subsidiarias que operan con capital estadounidense en terceros países, a establecer lazos comerciales y económicos con Cuba, y se proscribe la importación a Estados Unidos de productos cubanos, incluso en los casos en que son simples
componentes de manufacturas y semimanufacturas producidas también por terceros países y, además, esa política ilegal e incivilizada boicotea cualquier gestión ante las instituciones financieras y crediticias, a quienes les imponen severas sanciones.
En innumerables ocasiones la posibilidad para Cuba de importar productos dirigidos a satisfacer necesidades básicas humanas han sido bloqueadas no solo en Estados Unidos. Las presiones norteamericanas han sido muy fuertes sobre otros países para impedirlo, o lo han imposibilitado las propias regulaciones del bloqueo que impiden la comercialización con Cuba de productos de origen norteamericano o que contengan componentes o materias primas norteamericanas en más de un diez por ciento, sin que para ello se establezca ningún tipo de excepción.
Acorde a las regulaciones del bloqueo, Estados Unidos prohíbe la exportación a Cuba directa o indirectamente de cualquier producto que contenga componentes o materiales norteamericanos, aún en el caso de que esa parte componente o materia prima se haya transformado completamente en el nuevo producto y a pesar de que este haya sido manufacturado por completo en un tercer país.
No existe en este sentido ninguna excepción expresa en el caso de los medicamentos, desde que en mayo de 1964 quedaron sujetos a la emisión de licencias específicas validadas por parte del Departamento de Comercio de Estados Unidos.
Es más, la sección 385.1 dispuso que, como parte de la política exterior del Gobierno de Estados Unidos, se requería de aprobación previa del Departamento de Comercio para exportar o reexportar virtualmente cualquier producto o información técnica de origen norteamericano a Cuba, agregando que la política general de dicho Departamento era la de rechazar todas las solicitudes o peticiones en este sentido, excepto en el caso de ciertas transacciones de tipo humanitario.
Pero, ¿qué entiende Estados Unidos por transacciones de tipo humanitario? Nuevamente Cuba puede presentar innumerables ejemplos en este sentido, y mostrar la imposibilidad de adquirir equipamientos médicos y de laboratorios, incluso para el diagnóstico de enfermedades como el cáncer, así como de medicamentos y reactivos producidos por laboratorios norteamericanos, entre otros.
El informe  Necesidad de poner fin al bloqueo económico, comercial y financiero impuesto por los Estados Unidos de América contra Cuba  será sometido a votación, mañana, en la Asamblea General de Naciones Unidas, en Nueva York.
Se espera que, como en 19 años anteriores consecutivos, la mayoría de los países se manifiesten contra el genocidio que EE.UU. aplica contra un pueblo, que ha enfrentado durante casi 50 años las dramáticas consecuencias de la inhumana política.
Como han informado las autoridades cubanas, el cerco yanqui ha ocasionado ya a la nación caribeña daños económicos por un valor superior a los 975 mil millones de dólares.
A ello se suman, además, las carencias, limitaciones y retardos ocasionados al desarrollo nacional, a causa de que el bloqueo es el principal obstáculo al progreso económico del país antillano.
Cuba confía en que, en la votación de este 25 de octubre, será apoyado su legítimo reclamo de poner fin a tal práctica, atendiendo al notable y abrumador apoyo de la comunidad internacional y a las innumerables voces que se levantan en contra de ese asedio.
Incluso, la oposición creció de modo significativo en los propios EE.UU., donde importantes personalidades civiles, militares, legisladores, medios de prensa, organizaciones no gubernamentales e instituciones académicas se muestran a favor de los viajes de norteamericanos a la Isla y por la normalización de las relaciones bilaterales.
Hasta que el Gobierno norteamericano no desista de su torpeza, nunca cesará la denuncia de que el bloqueo quebranta el derecho internacional y constituye una trasgresión a la paz, el desarrollo y la seguridad de un Estado soberano que -en igualdad de condiciones- pertenece a la Organización de Naciones Unidas.
Constituye no solo una violación masiva, flagrante y sistemática de los derechos humanos de todo un pueblo, sino que también infringe las libertades constitucionales de los norteamericanos, al impedirles viajar a la Isla.
Vulnera, incluso, la soberanía de muchos otros Estados que, también miembros de la o­nU y con estatus de países autónomos, ven coartadas sus prerrogativas para sostener intercambios comerciales con la Isla.
El bloqueo continúa siendo absurdo, ilegal y moralmente insostenible, actitud que no ha cumplido ni cumplirá el propósito de doblegar la decisión del pueblo cubano de preservar su independencia y derecho a la libre autodeterminación.


Está claro que esto de las relaciones bilaterales es un sesgo evasivo, tratan de eludir la discusión del tema por las implicaciones negativas que puede tener el debate para ellos en el plano internacional, dado lo impopular, irracional e inefectiva que resulta esta política genocida, y que es bloqueo

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