¿Qué haríamos sin luz eléctrica? Seguramente nuestra vida sería difícil de llevar pues estamos acostumbrados a utilizar la electricidad para casi todas las actividades que realizamos día a día. Necesitamos de la luz para asearnos, llegar a la escuela o el trabajo, para preparar los alimentos, desempeñar nuestras labores y por supuesto, para ver en la oscuridad. Estamos acostumbrados a la presencia de la energía eléctrica en el contexto urbano, pero en algunas regiones del mundo ésta se convierte en un lujo imposible de costear y en ocasiones, de imaginar.
En la localidad de San Andrés Itazapa, en Guatemala, los habitantes se han valido de su ingenio para crear lo que han nombrado: bicimaquinas; son artefactos de estructura sencilla que desempeñan tareas que normalmente requieren de electricidad para llevarse a cabo. El trabajo de poderosas máquinas industriales se ve reducido a “bicicletas” con las que basta pedalear para producir la energía que impulse el mecanismo de las mismas, y así sustituir la electricidad con que funcionan licuadoras, lavadoras, trilladoras, bombas de agua, molinos o despulpadoras.
Las bicimaquinas sirven también para la elaboración de frutos secos, batidoras (para la fabricación de jabones y champús, así como productos alimenticios), triciclos, remolques, entre otros.
San Andrés Itazapa es una pequeña comunidad situada en la zona montañosa en el centro de Guatemala, a 40 minutos en bicicleta desde capital de Antigua, declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. El pueblo está rodeado por un espeso bosque limpio y al clima se le conoce como “la eterna primavera", ideal para la flora y la fauna. Las familias viven principalmente del campo a través de la producción de café, trigo, algodón y aguacate.
Los "Itzapecos", como se les conoce a los habitantes de la zona, tienen la piel roja, el pelo lacio y una mirada inteligente. Las mujeres se visten con coloridos "cortes" (faldas) y se dedican a la producción y venta de tortillas en las calles o bien, venden los productos obtenidos del campo en el mercado de la localidad. Los hombres se ocupan de la huerta. San Andrés y Guatemala se encuentran entre los 10 lugares más pobres del mundo, pero los Itzapecos parece prestar poca atención a estos datos y han aprendido a vivir con sus ingeniosas máquinas de serenidad contagiosa.
La historia de las bicimaquinas comienza en 1997 cuando los habitantes de San Andrés Itazapa comenzaron a colaborar con un grupo de canadienses en una organización llamada PEDAL. Años después, y como una iniciativa para el desarrollo sostenible en Guatemala, surgió en 2001 la Asociación Maya Pedal, una ONG cuyo objetivo es ser un centro de investigación de la energía a pedal, así como una fuente de información para la promoción de la tecnología por parte de organizaciones no gubernamentales para desarrollar agricultura sostenible.
Carlos Marroquín, un ingeniero experto en la creación de estas innovadoras máquinas, es el fundador de Maya Pedal y director del proyecto. La asociación ha creado toda una red compuesta entre habitantes del lugar y voluntarios provenientes de todo el mundo que colaboran en la fabricación de estos originales artefactos. En Guatemala, Maya Pedal cuenta con un taller propio donde la población produce las bicimaquinas, además de ofrecer servicio de reparación de bicicletas y motos.
Maya Pedal recicla restos de bicicletas donadas por Estados Unidos y Canadá; con ellos comienza un proceso de reacondicionamiento para construir las llamadas bicimaquinas. Este proyecto ha generado toda una revolución del pedal, pues son máquinas artesanales que no contaminan y son resultado del trabajo voluntario que demuestra el infinito ingenio del ser humano.
En la localidad de San Andrés Itazapa, en Guatemala, los habitantes se han valido de su ingenio para crear lo que han nombrado: bicimaquinas; son artefactos de estructura sencilla que desempeñan tareas que normalmente requieren de electricidad para llevarse a cabo. El trabajo de poderosas máquinas industriales se ve reducido a “bicicletas” con las que basta pedalear para producir la energía que impulse el mecanismo de las mismas, y así sustituir la electricidad con que funcionan licuadoras, lavadoras, trilladoras, bombas de agua, molinos o despulpadoras.
Las bicimaquinas sirven también para la elaboración de frutos secos, batidoras (para la fabricación de jabones y champús, así como productos alimenticios), triciclos, remolques, entre otros.
San Andrés Itazapa es una pequeña comunidad situada en la zona montañosa en el centro de Guatemala, a 40 minutos en bicicleta desde capital de Antigua, declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. El pueblo está rodeado por un espeso bosque limpio y al clima se le conoce como “la eterna primavera", ideal para la flora y la fauna. Las familias viven principalmente del campo a través de la producción de café, trigo, algodón y aguacate.
Los "Itzapecos", como se les conoce a los habitantes de la zona, tienen la piel roja, el pelo lacio y una mirada inteligente. Las mujeres se visten con coloridos "cortes" (faldas) y se dedican a la producción y venta de tortillas en las calles o bien, venden los productos obtenidos del campo en el mercado de la localidad. Los hombres se ocupan de la huerta. San Andrés y Guatemala se encuentran entre los 10 lugares más pobres del mundo, pero los Itzapecos parece prestar poca atención a estos datos y han aprendido a vivir con sus ingeniosas máquinas de serenidad contagiosa.
La historia de las bicimaquinas comienza en 1997 cuando los habitantes de San Andrés Itazapa comenzaron a colaborar con un grupo de canadienses en una organización llamada PEDAL. Años después, y como una iniciativa para el desarrollo sostenible en Guatemala, surgió en 2001 la Asociación Maya Pedal, una ONG cuyo objetivo es ser un centro de investigación de la energía a pedal, así como una fuente de información para la promoción de la tecnología por parte de organizaciones no gubernamentales para desarrollar agricultura sostenible.
Carlos Marroquín, un ingeniero experto en la creación de estas innovadoras máquinas, es el fundador de Maya Pedal y director del proyecto. La asociación ha creado toda una red compuesta entre habitantes del lugar y voluntarios provenientes de todo el mundo que colaboran en la fabricación de estos originales artefactos. En Guatemala, Maya Pedal cuenta con un taller propio donde la población produce las bicimaquinas, además de ofrecer servicio de reparación de bicicletas y motos.
Maya Pedal recicla restos de bicicletas donadas por Estados Unidos y Canadá; con ellos comienza un proceso de reacondicionamiento para construir las llamadas bicimaquinas. Este proyecto ha generado toda una revolución del pedal, pues son máquinas artesanales que no contaminan y son resultado del trabajo voluntario que demuestra el infinito ingenio del ser humano.
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