El acceso al agua potable es uno de los grandes problemas de la población de Mali. (Foto: Alejandro Zapico)
por Anna Tapia López / Diagonal
El 26 de mayo los tuareg de Mali proclamaron la independencia de parte del territorio. Tras el golpe de marzo en este país, salta la propuesta de intervención militar.
El 26 de mayo se produjo un nuevo giro en el secesionismo del norte de Mali. A pesar del rechazo internacional a la partición del Estado e incumpliendo el principio de soberanía defendido por la comunidad internacional, el Movimiento por la Liberación del Azawad (MNLA) y los salafistas Ansar Dine (Defensores del Corán), dirigidos por el tuareg Lyad Ag Ghali, pactaron la creación de la nueva República Islámica Azawad y la elaboración de su correspondiente Constitución. Dos meses antes, el 22 de marzo, los militares asaltaron el Ministerio de Defensa de Mali y depusieron al presidente Amadou Toumani Touré.
Ahora, en la partición de Mali por parte los tuareg, se preparan los ejes de la nueva Carta Magna de su república independiente, cuyos principios no han estado exentos de polémica debido al interés de los conservadores de Ansar Dine y el rechazo del moderado MNLA de instaurar la restrictiva Ley de la Sharia (la ley islámica) y su posicionamiento en favor de una democracia laica. Dos posiciones que han provocado discrepancias y desacuerdos entre ambas partes.
El nuevo Estado
El incipiente y no reconocido Estado de Azawad, cuyo nombre en bereber significa “tierra de la transhumancia”, abarca las provincias de Kidal, Gao, Tumbuktú y parte de la de Mopti. Ocupa el 65% del territorio maliense, pero tan sólo engloba a una décima parte de los 14 millones de habitantes de Mali.
El grupo étnico mayoritario en el norte son los tuareg, seguidos de los árabes, los songhai y los fulani. En la región norteña hay una carencia de infraestructuras, carreteras pavimentadas e incluso de pozos. Otras comunidades pastoriles de la región como los peuls también se han unido a las demandas de los tuareg, al verse marginadas de las políticas estatales de modernización y sedentarización.
Desde que el 17 de enero rebeldes tuareg, agrupados en torno al heterogéneo Movimiento por la Liberación del Azawad atacaron el municipio de Menaka, en el norte de Mali, la inestabilidad ha ido aumentandoen las regiones de Kidal, Gao y Tumbuktú.
El golpe de Estado
Tras el golpe de Estado del pasado 22 de marzo en la capital, Bamako, a cargo de un grupo de militares, agrupados en la Comisión Nacional para la Reconstrucción de la Democracia y la Restauración del Estado (CNRDR), el capitán Amadou Haya Sanago tomó el poder, destituyendo al presidente Amadou Toumani Touré, yproclamó un nuevo régimen para “resolver el conflicto en el norte del país”. Sin embargo, Sanago no pudo evitar que el 6 de abril el MNLA, con el apoyo de grupos como los islamistas Ansar Dine o la facción integrista de Al Qaeda del Magreb Islámico (AQMI), proclamase la independencia de la región norteña.
Además de la independencia y de la influencia de los efectos de las “primaveras árabes”, los tuareg denuncian y reivindican el deterioro y la desigualdad socioeconómica existente durante añosentre el norte y el sur del país. Junto a los cíclicos períodos de sequía, el aumento de la competencia por el acceso a la tierra fértil y la acuciante desertificación de la zona saheliana, las desigualdades fueron la causa de las anteriores rebeliones tuareg en los años ‘90. Ahora, ante el rechazo a la independencia del norte por parte de la comunidad internacional, se lanza la opción de una intervención militar aprobada por medio de una resolución, y que por el momento ha sido descartada, del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, y que lideran Burkina Faso y otros países africanos como Níger o Guinea Conakry para intervenir militarmente en Mali.
Esta propuesta también está auspiciada por organizaciones regionales como la Comunidad Económica de Estados de África Occidental (Cedeao), la Unión Europea y países como Francia o Estados Unidos. Paralelamente, el mediador designado por la Cedeao para la crisis maliense, el presidente burkinés Blaise Compaoré, dialoga tanto con el MLNA como con Ansar Dine para conseguir una solución no violenta al problema del norte, en un intento por evitar una intervención militar y abrir posibilidades para una ampliación del federalismo en Mali para satisfacer las demandas de los tuareg.
Mientras, el campo de refugiados de Mbere en Mauritania, el de Mentao en Burkina Faso o el poblado de Gaoudel situado en Níger, a tan sólo cinco kilómetros de la frontera maliense, son algunos de los destinos demiles de malienses que huyen a causa del conflicto en el norte del país y de la crisis alimentaria que acecha a la región.
Conflicto poscolonial
Los tuareg son un pueblo bereber nómada y pastoril cuya ubicación se ha extendido durante siglos por el desierto del Sáhara y nunca ha reconocido las fronteras coloniales que dividieron su territorio establecidas en 1885. El Movimiento por la Liberación del Azawad, de carácter laico, tiene su origen en un antiguo movimiento político, el Movimiento Nacional de Azawad (MNA), y el Movimiento Tuareg del Norte de Mali (MTNM). En julio de 2011 se reconvirtió en grupo armado con el regreso de combatientes tuareg que habían participado con el Ejército y las milicias del derrocado presidente libio, Muammar Al Gadafi, así como de un importante stock de armamento llegado con el fin del conflicto de Libia.
En 1960, el primer presidente de Mali, Modibo Keita (1960-1968), inspirado por las ideas socialistas de industrialización y modernización de la agricultura, vio el nomadismo como un obstáculo para el despliegue de sus políticas y argumentó que se debía sedentarizar a los grupos pastoriles, con el fin de convertir a los individuos en “ciudadanos productivos”. Esta marginación continuaría con el gobierno militar de Moussa Traoré (1968- 1991), así como con el recientemente presidente depuesto Amadou Toumani Touré (1991- 2012).
Con las sequías de los años ‘70 y ‘80 mucha población tuareg, por un lado, emigró hacia países vecinos como Libia o Argelia, donde jóvenes tuareg se organizaron clandestinamente, se nutrieron de discursos revolucionarios y otros tomaron parte y recibieron formación militar en el Ejército libio. Por otro lado, un grupo se rebeló ante la malversación por parte de los gobernantes de la ayuda internacional destinada a las poblaciones malnutridas del norte.
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