
El periodista francés Thierry Meyssan reportó desde Damasco que elementos de Al Qaeda de distintos países árabes combatían en la ciudad, armados y financiados por -quién va a ser- las monarquías de Arabia Saudita y Qatar, ambas partidarias del predominio del islam sumnita y por eso mismo enemigas de los gobiernos de Siria e Irán. A la vez, reclutas del llamado Ejército Sirio Libre y de organizaciones integristas han sido entrenados en Líbano y Turquía y en este país funciona el puesto de comando de la CIA y otros servicios secretos occidentales que dirige las operaciones militares contra el gobierno deBashar Al Assad. Existen testimonios creíbles de crímenes cometidos contra la población civil y las minorías religiosas por bandas armadas infiltradas en Siria. Pero al sectarismo religioso se une que todas las monarquías árabes, sean las del Golfo, la jordana o la marroquí, son serviles a Estados Unidos y también por esa razón coinciden en el objetivo del cambio de régimen en Damasco y Teherán, como en el de destruir la resistencia patriótica libanesa articulada en torno a Hezbolá.
Las demandas legítimas de importantes sectores de la población siria deben ser tomadas en cuenta y atendidas pero si Assad ha mostrado voluntad política de escucharlas, realizar reformas y abrirse a un régimen multipartidista, por qué Estados Unidos y sus socios se han negado tozudamente a favorecer las condiciones para que ese proceso prospere. Al contrario, fomentan un día sí y otro también la violencia y el cambio de régimen, que conduce al caos, la anarquía y a un mayor derramamiento de sangre. Esto es lo que diferencia su postura de la china y rusa, partidaria de una solución política en Siria y entre sirios. El presidente de Rusia Vladimir Putin ha advertido que si son desplazadas las actuales autoridades de Damasco por la llamada oposición armada comenzará una guerra civil que “nadie sabe cuándo terminará”.
Estados Unidos se ha negado a que el CS condene las recientes acciones terroristas en Siria y en boca de su embajadora en la ONU Susan Rice no sólo las ha justificado sino alentado, lo que llevó al ponderado canciller ruso Seguei Lavrov a afirmar que Washington está apoyando al terrorismo en el país árabe. El derrocamiento del gobierno sirio, sea mediante la desestabilización o con una intervención militar de la OTAN, rompería catastróficamente el precario equilibrio geopolítico internacional. Abriría el camino del imperialismo a Teherán y a la guerra mundial.
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