viernes, 25 de enero de 2013

Jóvenes dominicanos que protestan enfrentan violencia policial y campaña de descrédito...


El poder apela a la fuerza, pero también a la propaganda más sucia, todo para tratar de mantener a raya a los muchachos y muchachas que no se cruzan de brazos ante las injusticias y exclusiones



SANTO DOMINGO, República Dominicana.- Las formas de protestar contra las injusticias y contra la corrupción han cambiado con el paso de los años y el relevo generacional.
Pero siguen intactos los aparatos represivos del poder político y económico, que se ponen en marcha tan pronto los jóvenes emprenden luchas sociales que llaman la atención del pueblo dominicano.
El poder apela a la fuerza, pero también a la propaganda más sucia, todo para tratar de mantener a raya a los muchachos y muchachas que no se cruzan de brazos ante las injusticias y exclusiones que condenan a una gran parte del pueblo dominicano a vivir en la miseria.
A pesar de que los nuevos métodos de protesta se han tornado pacíficos, buscando hacer presión de otra manera, la reacción de los agentes de policiales y militares se mantienen invariables. Eso es lo que afirman activistas de organizaciones sociales entrevistados por Acento.com.do
Al parecer ni las jóvenes mujeres militantes se salvan. Natalia Mármol, también de La Revuelta, afirma que en esa ocasión su compañera de organización, Gina Goico, fue golpeada fuertemente en un seno
Desde las actividades organizadas para preservar Los Haitises, ante la catástrofe ecológica que representaba la construcción de una cementera, los jóvenes manifestantes declaran que han recibido abusos de policías y militares.
Alex Mundaray, joven activista social, recuerda que mientras todavía estaba instalado el campamento en la comunidad de Gonzalo, mismo que fue creado para crear oposición a la construcción de la cementera, fueron muchas veces amedrentados.
“Un día de corpus llegaron militares con armas largas, lo que nos salvaba era que estaban los medios de comunicación. Además cientos y cientos de policías. Esa noche no dormimos” cuenta Alex, para quien era totalmente exagerado que militares con ese tipo de armas acosaran a jóvenes desarmados.
Alex dice que estas son prácticas dictatoriales que quedan del trujillismo y el balaguerismo. Para él, esto es parte de una posición política que se basa en acciones que atacan a grupos sociales.
El año pasado la casa de Alex fue violentada. No tiene claro el objetivo de la irrupción en su vivienda pero acusa a grupos simpatizantes del oficialismo vinculados con ese atropello. Puso la denuncia en la Policía, pero afirma el caso se quedó en el aire.
De su lada, María Fernanda López, cuenta cómo algunos de sus compañeros de La Revuelta fueron agredidos por agentes de la policía, cuando un grupo de manifestantes se reunieron en la Plaza de la Cultura para dirigirse al Palacio Nacional.
“La Policía nos mantuvo encerrados por cuatro horas, porque no podíamos salir. Gina Goico y Tony Then fueron agredidos”, narra la joven.
Al parecer ni las jóvenes mujeres militantes se salvan. Natalia Mármol, también de La Revuelta, afirma que en esa ocasión su compañera de organización, Gina Goico, fue golpeada fuertemente en un seno.
Los jóvenes que han participado en las distintas protestas ocurridas en los últimos años en el país, afirman que han sido víctimas de atropellos policiales.

“Si defiendo el derecho del otro, defiendo el mío”
Uno de los aspectos que ha caracterizado a la nueva militancia política es que integra jóvenes de estratos medio y medio alto. La idea de estos grupos disímiles es luchar por problemas que son colectivos.
Según los jóvenes entrevistados este es móvil que les lleva a exponerse al peligro que dicen que representa la policía en cada manifestación.
Descrédito moral como mecanismo de invalidación
Los ataques no son sólo físico. Para algunos, el descrédito moral es igualmente pernicioso que las bombas lacrimógenas.
“Como no se pueden desmeritar las demandas de las protestas, entonces se desacredita a los manifestantes”, dice la politóloga Olaya Dotel.
Dotel explica que a falta de propuestas políticas que respondan a las demandas de organizaciones sociales y manifestantes independientes, representantes del gobierno responden atacando moralmente a quienes deciden protestar.
“Nos han llamado monigotes, apandillados y que estamos patrocinados por el narcotráfico”, dice María Fernanda. Para ella estas acusaciones son una falta de respeto injustificada. “Nosotros no nos dirigimos hacia ellos como ellos se dirigen a nosotros”. Continúa expresando que desde los dirigentes políticos y comunicadores simpatizantes con el gobierno se manifiesta una pobreza en el debate y las proposiciones resolutivas de los graves problemas nacionales.

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