sábado, 9 de marzo de 2013

Chávez es eterno y grande, déjense de falsedades y mentiras



"Qué fácil es agitar un pañuelo a la tropa solar del manifiesto marxista y el tiempo del hambre”. Silvio Rodríguez – El harapo Resulta sencillo y se queda como alguien original en una cena con los amigos, con altas miras intelectuales, decir que Hugo Chávez era un populista, que su forma de hacer política no era la más apropiada, que todo un presidente no se podía rodear del populacho, de chiquillos traviesos, de viejitas zarrapastrosas, de mendigos, de chabolistas, de toxicómanos abandonados, del conjunto del pueblo más humilde y trabajador. Es cuanto menos paradójico que en otra época, hace más 2.000 años, dijeran lo mismo de un personaje amado por el Comandante, otro ser especial y combativo que según la historia murió crucificado por los millonarios imperialistas. Este tipo de mediocres, progres de salón, agitadores de sucios pañuelos y banderas rotas, abundan entre la supuesta izquierda de la “convivencia pacífica”. Presumen rechazando que todo un presidente haya tenido un programa en tv, que se haya arrancado con un corrido mexicano o entonado las inmortales canciones de Ali Primera, de Silvio Rodríguez o de Carlos Mejía Godoy en cualquier acto público. Los mismos que ahora después de su muerte ven en Chávez  un personaje contradictorio, barriobajero, casi inculto, son incapaces de valorar el amor de su pueblo, no entienden que estos días millones de personas hayan salido a las calles de Venezuela con lágrimas en los ojos, arropando el cuerpo muerto del revolucionario verdadero, acompañándolo entre consignas y canticos hasta su último lecho rebelde, tendido bajo el camino de Simón Bolivar. No entran a valorar como en pocos años de presidencia bolivariana, la pobreza haya bajado de un 48% a solo un 4%, ignoran que el analfabetismo desapareciera, que la educación y la sanidad sean gratuitas, que la “Misión Vivienda” sea una realidad para millones de personas desfavorecidas, que al contrario que en España no existan los facciosos desahucios. Se agarran estos amigos de la revolución desde el sofá y la copita de vino reserva, se aferran al choteado argumento de que en Venezuela hay delincuencia, que te pueden matar en cualquier callejuela oscura. Omiten o no quieren asumir que viene heredada de los antiguos gobiernos corruptos, de la inmensa pobreza generada por siglos de expolio y saqueos generalizados en toda Latinoamérica. Efectivamente que existe la criminalidad, pero el avance social de los gobiernos de la revolución bolivariana la está paliando en gran medida, no es sencillo, pero se está avanzando mucho. Lo que no es excusa es criticar los avances revolucionarios para el pueblo trabajador con argumentos tan vergonzosos y ridículos. Unos personajes de la vida fácil, inmensamente cobardes e incapaces de hacer una revolución en sus propio países, presumen orgullosos de acudir cada 6 o 7 meses a las procesiones-manifestaciones de los sindicatos amarillistas, donde lucen su guevarismo ocasional,  pegan cuatro gritos para no conseguir nada, comentan con fino palique, eso sí con una cervecita en la mano, sus hazañas de cuando un día perdido en la nebulosa de los años corrieron delante de la policía. Señores por favor, miren las cifras, lean a los economistas y analistas que no se han vendido al capital, comprueben los inmensos avances en pocos años de este heroico país. Descubran, si son capaces de ver más allá de sus lujosos salones, como las calles de este pueblo se han llenado de colores, de esperanza, de rebeldía, de derechos verdaderos, no de la escoria que vivimos en los miserables y oprimidos estados del sur de Europa. Países arrodillados por la banda de delincuentes de la troika, donde las personas se suicidan por no aguantar más el chantaje mafioso y la presión de gobiernos sátrapas, que gestionan su millonario pastel a espaldas del pueblo, beneficiando de forma exclusiva a sus amigos de la banca y las grandes fortunas. Soy consciente de la enorme mediocridad, de la cobardía, de que cuando el mundo admira la gigantesca obra del Comandante Hugo Chávez, del humilde niño que vendía papayas por las calles de su barrio, surjan y salgan de sus calladas cavernas toda esta fauna traidora, que por quedar bien y no parecer “muy de izquierdas”, “dogmaticos”, “rebeldes”, “insurgentes”, sino eso que algunos comemierda llaman “izquierda moderada y democrática”. Métanse la moderación por sus cómodos culos y si pueden asómense a los barrios populares de cualquier rincón del estado español, donde de verdad se vive la pobreza y la desesperación, acérquense a las salas de urgencia de los saqueados hospitales, donde la gente se muere en los pasillos. Salgan de sus burbujas y convivan unos días con cualquier familia desahuciada o sin ningún tipo de ingresos, abandonen por unos instantes ese progresismo barato y de mesa camilla. No empañen unos momentos históricos tan bellos con sus parrafadas, déjennos despedir con orgullo a una persona tan integra y comprometida, que se ha hecho un hueco de dignidad y coraje en el corazón de las personas desfavorecidas de la Tierra. Menos payasadas por favor. Un respeto por quienes han hecho las cosas bien jugándose la vida hasta el final, los que han entregado todo por amor a la humanidad hasta la muerte, como ya hicieron otros grandes hombres y mujeres en la historia, por el bien colectivo, por el reparto justo de la riqueza, por la igualdad, por la fraternidad, por la revolución verdadera, la que genera bienestar, seguridad y esperanza entre los sufridos y abandonados pueblos que sobreviven al terror capitalista. http://viajandoentrelatormenta.blogspot.com.es/ 

0 comentarios:

Publicar un comentario