La revolución bolivariana debe, necesariamente, consolidar la plataforma sobre la cual se construya no sólo el irreductible gobierno libertario, soberano y popular de un país, sino de toda sociedad latinoamericana. Los últimos acontecimientos han puesto a Nicolás Maduro al frente del proceso. ¿
HA MUERTO el Presidente Hugo Chávez Frías… aunque deberíamos escribir: “el comandante Chávez ha ingresado a las mejores y doradas páginas de la Historia Latinoamericana”, y aún así estaríamos pecando de exceso de humildad.
Soy un hombre agradecido de quienes fueron solidarios con mi patria y mi pueblo en momentos trágicos, sangrientos, terribles. Venezuela abrió generosamente sus puertas y fronteras para recibir a miles de chilenos que buscaban refugio en el exterior de su propio suelo, huyendo del sadismo y criminalidad del régimen militar-derechista encabezado por Augusto Pinochet, quien ni siquiera trepidaba ni titubeaba al momento de ordenar el asesinato no sólo de civiles varones sino, también, de mujeres y jóvenes.
Con el país de Bolívar y de Bello tenemos los chilenos una deuda enorme, la cual siguió creciendo durante el mandato del presidente Hugo Chávez, pues él mostró a nuestra propia atomizada izquierda nacional el camino latinoamericanista, soberano y popular que las naciones del sur del mundo deben recorrer. La revolución socialista y bolivariana ya está instalada en la tierra llanera. La semilla plantada por el Comandante ha germinado, y es responsabilidad del pueblo y de las tiendas partidistas de izquierda el trabajar para que ella continúe creciendo.
Chávez se ha marchado, y ahora es –al parecer- la madura hora de Maduro, a quien recomendó el mismo comandante. Venezuela decidirá pronto si lo deja al mando en Miraflores. Creo que así será, ya que como bien apuntó el investigador político chileno Juan Pablo Moreno: “(Maduro) ganará las elecciones presidenciales con mayor porcentaje que el de Chávez en octubre 2012 (56%), quien tuvo una campaña muy difícil por su enfermedad y por el ataque mundial -concertado y con todo, hasta con cientos de miles de llamadas telefónicas alarmantes, amenazantes o molestamente falsificadas pro-Chávez hechas de madrugada a teléfonos de Venezuela desde centrales robots ubicadas en España y Miami- del Imperio yanki-europeo neoliberal, del sionismo y sus agencia locales, como también de toda la prensa diaria del duopolio y la TV de Chile, creyendo - o intentaron hacer creer hasta falsificando resultados de "encuestas" el mismo día de la elección- que podían derrotarlo con el Henriquito Capriles (un bobo de antología).
Hoy, Chávez muerto es un enemigo aún más difícil de derrotar que estando vivo, porque su legado vive en un pueblo -y en el mundo- para siempre. Y atacar a muertos que son queridos por tantos millones de personas no es fácil.”
Los amplios sectores populares venezolanos deben transformar el sentimiento de amor y agradecimiento de la amplia mayoría de la sociedad del país llanero por la obra del Comandante, en base sólida de un programa de gobierno que amerita ser continuado. El proceso de la “revolución socialista bolivariana” que impulsó el Presidente Chávez con el brío, convicción y coraje que el mundo le conoció, será evaluado, sin duda alguna, en la elección que se avecina. Lo dijimos, es la hora de Maduro… no sólo de él, sino del proceso en general que se pone a prueba en este difícil y doloroso momento.
Muchas voces (en verdad, millones) plantean que el Comandante debería descansar ad eternum junto a la tumba de Simón Bolívar. Un venezolano escribió en su cuenta de Twitter: “Bolívar nos dejó Patria, Chávez la rescató. Dos Libertadores indiscutibles. ¡¡Chávez al Panteón Nacional, junto a su mentor!!” Es un hecho de la causa que la figura de Hugo Chávez irá creciendo con el paso de los años hasta alcanzar estatura de ícono mundial para las amplias mayorías populares de todo el planeta, las que le ubicarán –merecidamente, a mi juicio- en sitiales similares a los que ocupan Ernesto ‘Ché’ Guevara, Mahatma Gandhi, Ho-Chi-Min, Salvador Allende, Martin Luther y otros de igual o mayor trascendencia libertaria que los mencionados.
Noobstante, una duda carcome el espíritu de muchos izquierdistas latinoamericanos, entre quienes me encuentro yo también. Si Bolívar tuvo como enorme y maravilloso mentor a Simón Rodríguez, es asunto conocido que Hugo Chávez encontró guía y orientación en el pensamiento de personas como Ezequiel Zamora (político y militar de mediados del siglo XIX que postulaba la reforma agraria), y en alguna medida también influyeron en él opiniones de contemporáneos como Vicente Rangel, o (en su momento) Heinz Dieterich, sociólogo alemán que recientemente ha respondido preguntas del diario chileno “La Tercera” refiriéndose a las posibilidades de continuidad del “chavismo sin Chávez” (juego de palabras que encanta a los derechistas). Explicó que es viable que la gestión siga vigente, pues “sus proyectos corresponden a necesidades de modernización de la economía de mercado y del sistema de gobernanza nacional”. Aseveró que éstos representan un “modelo funcional”, el cual, a su juicio, seguirá vigente con el vicepresidente Nicolás Maduro.
No concuerdo con Dieterich en lo relativo a “modernizar el sistema de mercado”, ya que me parece lejana la posibilidad de que la lucha que el pueblo venezolano viene realizando desde años tenga como fin principal mantener (o mejorar) el sistema capitalista del libremercachiflismo. Quizá, por estas mismas razones, pronta y tempranamente Dieterich fue excluido del grupo de colaboradores intelectuales por el propio Presidente Chávez, y hoy se ha radicado en México pero, en estricto rigor, continúa opinando que “el proceso revolucionario impulsado por Chávez ha calado profundamente en el alma del pueblo y es altamente improbable que sea cambiado por otro rápidamente”.
Para completar lo mencionado, me permito transcribir unas líneas escritas por Cort Green: “Hugo Chávez ha muerto antes de poder completar la enorme tarea que se había comprometido a cumplir: la revolución socialista en Venezuela. Ahora depende de la clase obrera y el campesinado – la auténtica fuerza motriz de la revolución bolivariana – el completar esa tarea. No hacerlo sería traicionar el legado del Comandante”.
Agrego, sin hesitar un segundo, que el enemigo principal del proceso bolivariano se alzará en el exterior, será el mandatario estadounidense, cuyos labios sólo se abren para mentir y complotar. Barack Obama ha demostrado –en varias oportunidades- ser un mentiroso, un mocito del imperialismo, un traidor a su propia verborrea y, principalmente, un genocida disfrazado de Nobel de la Paz. ¡Cuidado con él! Venezuela no debe permitir un solo milímetro de espacio a sirvientes de saurios y predadores transnacionales. Los chilenos conocemos bien a esa calaña de criminales… basta recordar al dúo de delincuentes Nixon-Kissinger que financió y promovió la saga de asesinatos, torturas y desapariciones ocurridas durante 17 años en esta larga faja de tierra. Tampoco debemos olvidar que los crímenes amparados por Kissinger, al igual que los de Obama, fueron ‘bendecidos’ por los aliados de U.S.A. mediante la entrega del mismo inefable Premio Nobel de la Paz, una capa de falso honor destinada a enmascarar el hedor a sangre que emana de predadores como los nombrados.
Debido a todo lo anterior me atrevo a preguntar cuáles son hoy los asesores de Nicolás Maduro, ya que su mentor principal ha fallecido y los antiguos coadyuvantes intelectuales dejaron de ser necesarios una vez que el presidente Chávez detectó que deseaban virar hacia otro punto cardinal en la ruta del proceso. Sin ánimo alguno de parecer pitoniso, me atrevo a sugerirle al actual vicepresidente venezolano tenga a bien echarle un ojo a la Historia de Chile, específicamente al capitulo que relata los hechos acaecidos entre 1969 y 1973, ya que en esas páginas se enterará cómo, cuánto y con qué financiamiento recibido de qué lugares, la sediciosa y fundamentalista derecha chilena complotó contra el gobierno de Salvador Allende desde incluso antes de su toma de mando como Presidente de la República.
Para todo latinoamericano democrático, progresista y defensor de la justicia social, estudiar ese tramo de la Historia de Chile resulta más útil que cualquier “manual de cortapalos”; así se enterará de manera oportuna de los pasos que seguirá la derecha en su propio país, la cual carece de iniciativa pero, buena sierva del mandato norteamericano, siempre se limita a cumplir a rajatabla las indicaciones que organismos como la CIA han estructurado para desestibar gobiernos democráticos y populares.
Desde el austral (y hermoso) Chile, es esa la asesoría que podemos ofrecer desde ya al vicepresidente Nicolás Maduro y al hermano pueblo venezolano. Los chilenos tenemos experticia en tales conocimientos… aunque, lamentable sea decirlo, algunos de nuestros compatriotas prefieren jugar al avestruz y dar la espalda al conocimiento de aquellas negras páginas.
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