En la década de 1960, los servicios especiales estadounidenses y el Pentágono planeaban llevar a cabo ataques con armas químicas y bacteriológicas contra Cuba, según se revela en uno de los archivos desclasificados de la CIA y el FBI sobre el asesinato del presidente de EE.UU., John F. Kennedy.
Se pretendía socavar uno de los sectores clave de la economía cubana: la industria azucarera, mediante la “incapacitación de gran parte de los trabajadores azucareros con el uso encubierto de agentes de guerra biológica o sustancias tóxicas de uso militar”.
Sin embargo, los estudios “revelaron que la idea era inviable y fue cancelada”.
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