lunes, 27 de mayo de 2013

Mexico. Besos contra la invisibilidad de las lesbianas

por Brisa Araujo
Mexico. Besos contra la invisibilidad de las lesbianasFoto: Orlando Canseco
Tras el acoso policiaco contra dos jóvenes mujeres que se besaron en un espacio público, activistas denuncian la discriminación y reivindican que las lesbianas sí existen y luchan por el reconocimiento.
México, DF. “Ella vive en Xalapa. Estábamos en un momento cursi y meloso, en el cual el mundo no importa y te puedes besar libremente”, recordó Selene Flores. Pero para una lesbiana, una despedida en la Terminal de Autobuses de Pasajeros del Oriente (TAPO) se puede transformar en un episodio de acoso policiaco y discriminación.
Los seis policías que rodearon las dos jóvenes el pasado 13 de mayo dudaron al explicarles de qué las estaban acusando. “Después de mucha discusión, uno de ellos dijo que una señora nos había acusado de masturbación pública”, relata en entrevista con Desinformémonos la joven Selene Flores, quien forma parte del comité organizador del Grupo Lésbico Universitario de la UNAM (GLU). Amenazadas todo el tiempo con supuestos videos de seguridad que mostraban actos obscenos, las chicas nunca vieron dichas pruebas, ni supieron quién fue la señora que en teoría las denunció.
“Tomé una pluma y logré apuntar el apellido de la policía que habló primero con nosotras, Hernández. Cuando vieron lo que hice, todos los demás taparon disimuladamente sus placas de identificación. Dijeron que sólo se identificarían si yo también lo hacía”, recuerda Flores. Mientras avanzaba la discusión, más policías se acercaron hasta juntarse 15 oficiales –parte de ellos, sin uniforme. “Tuve miedo de tantos policías y por esto no les di mi credencial de elector, que trae mi dirección. Presenté solamente la de la universidad”, confiesa.
Las dos afectadas decidieron no callar ante el acoso. Presentaron una queja en la Comisión de Derechos Humanos del Distrito Federal y movilizaron a todos sus contactos, que organizaron un besatón como forma de protesta en la TAPO el 17 de mayo, Día Internacional contra la Homofobia.
Lesbofobia, discriminación invisible
“Muchos piensan que a las lesbianas no les va tan mal como a los gays porque como nadie sabe que existen, no pasa nada”, diagnostica Nadia Rosso, militante del GLU. “Pero la invisibilidad no es una forma más amable de discriminación, es también muy brutal. Hay crímenes contra lesbianas, pero no se dan a conocer”, prosigue.
Para las activistas del Grupo Lésbico Universitario, lesbofobia es un nombre más apropiado que homofobia para definir este tipo de discriminación. “La lesbofobia es la discriminación por género que sufrimos todas las mujeres sumada a aquella por la orientación sexual. Tiene que ver con género y con la orientación sexual, con un componente de invisibilización mucho más fuerte”, explica Rosso.
Ana de Alejandro, del colectivo Las Dos Mamis, muestra una estadística que revela mucho sobre la discriminación contra lesbianas. Una encuesta aplicada en el 2009 cuestionaba a los vecinos de Monterrey, Guadalajara y del Distrito Federal con cuáles grupos socialmente vulnerables les gustaría vivir y con cuáles no. “La gente prefería vivir con una persona que usara drogas, o con una que tuviera alguna infección sexual, y en último lugar vivir con una lesbiana. Somos las más despreciadas”, denuncia la activista.
La invisibilidad es tanta que incluso dentro de los movimientos de homosexuales necesitan defender la legitimidad de su causa: “Nos decían que hablar de lesbianas era ser súper excluyentes, hablaban de separatismo y guetos. Sólo queremos definir cuáles son nuestras luchas, para no dejarnos aplastar o invisibilizar por luchas más fuertes como la de los hombres gays. Los gays siempre tienen más visibilidad que las personas trans, los bisexuales y, por supuesto, las lesbianas”, defiende Nadia.
Las cerca de cien personas reunidas en la terminal de autobuses para reivindicar el derecho a manifestar su afecto públicamente independientemente de su orientación sexual vieron en el beso un acto simbólico que expone lo que la sociedad heterosexual se rehúsa a aceptar. “Protestamos con un beso público porque queremos que nos vean. Así es: las lesbianas, las disidentes sexuales existimos, y no nos vamos a esconder para no incomodarles. No vamos a dejar de ser quienes somos para no asustarles”, señala el manifiesto leído por representantes del Grupo Lésbico Universitario.
Para las activistas del GLU, la cultura heteronormativa que prevalece en la sociedad mexicana es responsable de que gran parte de las mujeres lesbianas sientan la necesidad de esconderse. “Es tanto ese discurso que muchas veces no somos conscientes de ello. Nos lo vamos tragando y cuando te pasa un hecho discriminatorio, tu misma dices ‘yo me lo busqué por estarme abrazando y besando en público. A la gente le molesta y yo no debía hacerlo’”, dice Beatriz Quezada.
La propuesta de tolerancia no es una alternativa viable para estas luchadoras sociales, ya que fomenta la división. “Como no nos pueden exterminar, tienen que tolerarnos, pero fuera de su vista. En un espacio común es donde se nota la ciudadanía de segunda. Puedes existir, pero no puedes ocupar los espacios de las demás personas porque las perturbas tan sólo con tu presencia”, denuncia Quezada.
Lesbianas y feministas
La solución para la discriminación, dicen las activistas, tiene que venir de las mismas lesbianas. Para esto, es fundamental la visión de género. “Ser lesbiana no es garantía ni de aceptarse, ni de luchar por los derechos, ni de ser feminista, ni de estar empoderada. Queremos que las chicas gradualmente se empoderen y se den cuenta de las diferentes opresiones y discriminaciones que sufren para que puedan defenderse de ellas”, explicó Nadia Rosso.
Parte del activismo del GLU es impartir talleres a jóvenes sobre las distintas problemáticas vividas por las lesbianas. “Algunas chicas que van al taller dicen: ‘¿Hay diferencias? ¿Hay cosas específicas?” Y, claro, no debería de haberlas, pero como este mundo es patriarcal, lesbofóbico, etcétera, las hay”, precisa Nadia.
Los talleres abordan desde temas de aceptación personal y cómo “salir del clóset”, hasta cuestiones más amplias, como salud sexual, ciudadanía y derechos, siempre desde las necesidades específicas de las lesbianas. Un ejemplo es la violencia de pareja, tema usualmente relacionado con los heterosexuales. “El asunto de salir o no del closet se puede utilizar como una herramienta de chantaje y de violencia. Esto no pasa con heterosexuales, porque no está este elemento”, explica Nadia.
El movimiento nació de la necesidad de un espacio en el que las lesbianas universitarias pudieran hablar sobre sus angustias y también donde pudieran crear libremente. “En los colectivos de diversidad sexual que había en la universidad nunca se hablaba de nada que tuviera que ver con mujeres. Había un Festival Lésbico, pero sólo participaban las ‘lesbianas famosas’”, recuerda la fundadora.
Con seis años de existencia, el GLU se elabora constantemente y de forma autónoma. “Todo esto lo fuimos armando con base en nuestras propias vivencias, sin que nadie nos diera una cátedra de cómo se hace un taller para lesbianas. Al menos hasta ahora hemos encontrado que sí son los mismos intereses que estas chicas manifiestan”, valora Rosso.
Mamá y Mami por una nueva familia
Casarse y formar familia es, para las lesbianas, otra reto contra la marginación social. “Dicen mucho que los niños no tienen la culpa de sus mamás. Tratan bien a las criaturas, pero a las mamás…”, dice Ana de Alejandro, fundadora del colectivo Las Dos Mamis.
Ana es la mami de los mellizos Santiago y Diego. Criseida es su esposa y la mamá de los niños. Sus hijos nacieron cada uno del embrión de una de sus mamás, y Ana se embarazó en el 2006 a través de un proceso de fertilización asistida. Cuando decidieron embarazarse, no encontraron grupos que las ayudaran a tomar esta decisión. “Existía el Grupo de Madres Lesbianas, pero estaba enfocado hacia las mujeres que primero tuvieron hijos y después se aceptaron como lesbianas. Para nosotras era diferente, somos lesbianas que buscábamos tener hijos”, explicó.
Desde su embarazo, la pareja -que vivía en Monterrey- conformó una red de solidaridad e intercambio de conocimientos a través de su blog. En el 2007, el activismo pasó al mundo real cuando una ley propuesta por los legisladores de Nuevo León indicaba que la familia debería ser heterosexual. “Junto con los activistas LGBT de la ciudad nos opusimos. La ley se aprobó, pero por la movilización social en su contra, el gobernador de este entonces la vetó. Lo triste es que pasó por los legisladores”, contó Ana.
Ahora en el Distrito Federal, el colectivo imparte talleres para madres lesbianas una vez al mes. En el ambiente virtual, tienen el reto de expandir su red para enlazar mujeres de todo México. “De por sí ser lesbiana piensas que eres la única lesbiana en todo el mundo, aparte resulta que un día quieres ser madre. ¿Cómo le hago? ¿Cómo le voy a decir a los niños? ¿Cómo les voy a explicar?”, se pregunta la madre activista.
Para Ana, hay un contraste muy grande entre vivir como lesbiana en el Distrito Federal y en Monterrey. “El Distrito Federal te permite cierto anonimato, cierta movilidad, hay muchos grupos distintos y siempre encuentras alguna comunidad en la cual te puedes sentir a gusto. El estereotipo femenino en Monterrey está muy marcado por la religión, por la cuestión visual, y la lesbiana se sale de estas normas. La gente del norte es más expresiva entonces sí, si te ven en la calle te gritan ‘¡tortillera! ¡Qué asco!’ Aquí se cruzan la calle, te ven feo y ya”, compara.
Los episodios de discriminación, sin embargo, hacen ver que la diferencia es más aparente que estructural, dice la activista. La plática con su hijo lo hace evidente. El niño Diego, cuando escuchó la conversación sobre el episodio de la TAPO, primero no entendió: “¿Por qué estaban ahí los policías?” Después, dio su juicio, muy preciso: “¡Esto es una infracción! ¡Todos podemos dar besos!”


1 comentarios:

  1. Hay una linea donde ya se pierde el respeto y empieza a ser un tipo d busqueda de confrontacion, muy mal por los que hicieron esto y muy mal por la izquierda que apoya idiota y ciegamente todo lo qe la derecha rechaza sin pensar el por que

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