jueves, 1 de agosto de 2013

Colombia: Leve y lenta evolución hacia la Izquierda

por Fernando Dorado

Colombia: Leve y lenta evolución hacia la Izquierda
Mientras algunas cúpulas se derechizan, amplias bases sociales parecen girar hacia la izquierda. Sólo la unidad y la claridad política podrán canalizar y reforzar esa tendencia.
LEVE Y LENTA EVOLUCIÓN HACIA LA IZQUIERDA
Popayán, 1 de agosto de 2013
Nos acercamos a una nueva coyuntura electoral, la del 2014 en Colombia. Pareciera que en cuatro años no avanzáramos, pero sí… lo hacemos. En este período mucha agua ha pasado bajo el puente. Rememoremos. ¿Qué ha pasado con los verdes, progresistas, Polo, ASI, y los partidos de la “Unidad Nacional” (uribistas, santistas, liberales y conservadores)?
Detallar y analizar la evolución de las cúpulas de los partidos y de sus bases sociales así como del conjunto de la población es un ejercicio indispensable para orientarnos de cara al futuro. Sólo estableciendo o descubriendo las tendencias predominantes de ese movimiento podremos responder acertadamente a los retos que trae el momento.
División, dispersión, reagrupamientos, vacilaciones y distorsiones políticas
Empecemos por los “verdes” que surgieron en la coyuntura electoral pasada. Desde un principio éste partido tuvo cuatro componentes: los uribistas de "centro" encabezados por Enrique Peñalosa; los "polistas de centro" liderados por Lucho Garzón; los "visionarios” o el "centro auténtico" de Mockus y la fuerza de Sergio Fajardo (Compromiso Ciudadano) que tiene sus particularidades, pero podría ser la expresión más nítida de un partido burgués moderno. También se fueron incorporando algunas personalidades de izquierda que se cansaron del sectarismo de los grupos que componían por entonces el Polo.
Gran parte de las bases sociales que apoyaron la “ola verde” eran jóvenes de clase media, muchos de ellos herederos del “anti-guerrillerismo uribista” que estaban descubriendo la profunda corrupción en que se había sumido el régimen de la “seguridad democrática”. En diferentes regiones de Colombia, el Partido Verde también obtuvo importante apoyo en zonas en donde la población iba girando a la izquierda pero que no se atrevía a votar por el Polo porque lo asimilaban o lo percibían cercano a la insurgencia.  
Las votaciones a la Presidencia dejaron muchas lecciones. El viraje derechista que Mockus le imprimió a su campaña lo marcó. A medida que avanzó el proceso de conformación de los “verdes” la cúpula se derechizó aún más. Mockus no fue capaz de ejercer liderazgo. Se consolidó una alianza entre las fuerzas clientelares y los uribistas encabezados por Gilma Jiménez. La “enganchada” con la Unidad Nacional fue resultado de la consolidación de esa alianza interna que era resistida – desde la impotencia – por Mockus y Fajardo.
La verdad es que en general el Partido Verde se olvidó de su programa inicial y está en el gobierno más por necesidad que por convicción política. Los cuadros políticos de los “verdes” en las regiones son muy similares a cualquier político liberal, conservador o de la U, no saben hacer política sin burocracia, y las ideas programáticas de Mockus sólo sirven de fachada para encubrir intereses personales y de grupo.
En el caso de Progresistas la historia es similar. En progresistas – después de su salida del Polo – trataron de reactivarse sus tres componentes clásicos: la gente de Petro, de clara estirpe izquierdista (la izquierda del M-19); las fuerzas de Navarro en donde predomina un perfil legalista y administrativo, que conforma el típico "centro progresista"; y el "progresismo de derecha", marcadamente clientelar, cuyos representantes ya están dentro del gobierno de Santos. La campaña de Petro – tanto para Presidencia con el Polo como para la alcaldía de Bogotá – fortaleció dentro de progresistas a las fuerzas de izquierda, y la campaña de ataques contra la gestión del gobierno distrital sigue fortaleciendo esa tendencia. 
Hoy Antonio Navarro, a la cabeza de progresistas, apuesta a la alianza con los “verdes”. Alfonso Prada, vocero de los “verdes” condiciona “recibir a Navarro pero sin Petro”. La realidad es que progresistas no han logrado conformar un equipo de dirigentes que orienten colectivamente su accionar a nivel nacional. Sólo en Bogotá tienen un ejercicio organizado pero en la actualidad vacilan entre apoyar u oponerse al gobierno de Santos.
“Progresistas” representa a un amplio conjunto de clases y sectores de clase de la sociedad colombiana. Logran mayor audiencia entre sectores “medios” de la población. Su origen en el M-19 mantiene vínculos emocionales con sectores populares del campo y de la ciudad que se la jugaron con dicha opción. También hacen parte de progresistas algunos sectores de trabajadores del Estado y entre la intelectualidad cuenta con importantes simpatías.  
La Alianza Social Independiente está en la misma situación. Su dirección convirtió ese partido en una “agencia de avales”. Tienen alcaldes, concejales, diputados y parlamentarios en diversas regiones del país pero no tienen política. Su papel en el movimiento social – especialmente con los indígenas – se perdió totalmente. En el caso del Cauca, el grueso del movimiento indígena representado por el CRIC decidió en su último congreso realizado en mayo de 2013, retirarse de la ASI y conformar un nuevo movimiento con un programa verdaderamente anti-neoliberal y con claros lineamientos populares.
En el caso del Polo se puede afirmar que la situación es dramática. Después de la salida de los dirigentes de “centro” (Lucho Garzón), liberal-samperistas (María Emma Mejía), progresistas (Petro, Navarro, y otros), y del golpe que significó el escándalo del “cartel de la contratación” que implicó al alcalde de Bogotá Samuel Moreno y a su hermano Iván, las fuerzas nítidas de izquierda parecía que se fueran a unificar pero ello no ocurrió.
La contradicción ahora fue con el Partido Comunista. La participación de importantes dirigentes en Marcha Patriótica agudizó la confrontación. En el fondo está la discusión frente a los diálogos de Paz y la actitud ante el gobierno de Santos. Para quienes quedan en el PDA el tema de la Paz – aunque es importante y apoyan el proceso de diálogos – no puede considerarse prioritario, mucho más cuando la administración Santos a la sombra de ese proceso viene profundizando el modelo neoliberal y trata de engañar al pueblo con “reformas” que sólo fortalecen el régimen de despojo, entrega y explotación de nuestros recursos naturales a manos del capital transnacional.
Fue así como el proceso de dispersión de las fuerzas que hacían parte del Polo se completó con la expulsión de los militantes del PC. Quedó como fuerza principal el MOIR y a su lado se mantienen pequeñas fuerzas representadas por Clara López, Iván Cepeda, Jaime Dussán, Alexander López, grupos socialistas y otras expresiones locales y regionales, que a su vez se están cuestionando su presencia en ese partido, frente a proyectos de carácter más socio-político como Congreso de los Pueblos y Marcha Patriótica.
Desde el punto de vista de la composición social se puede afirmar que estos agrupamientos políticos son policlasistas pero predominan en ellos sectores populares, trabajadores del Estado, pequeños y medianos productores del campo, estudiantes e intelectuales, y otros sectores del pueblo que trabajan en la economía informal. Marcha Patriótica aglutina especialmente a campesinos y colonos de zonas con marcada influencia de la insurgencia y algunos sectores urbanos que de tiempo atrás han sido influidos por la militancia comunista.
¿Qué pasa en los partidos tradicionales y de derecha?
Mientras eso ocurre en el terreno político de la izquierda y sectores demócratas, al interior de los partidos tradicionales y de derecha ocurren situaciones complejas. La confrontación entre Santos y Uribe, las necesidades clientelistas de los políticos tradicionales y los posicionamientos frente a la coyuntura electoral, son elementos que han contribuido a dividir sus fuerzas. El partido liberal está de lleno con el gobierno tratando de fortalecerse a partir de las dádivas burocráticas que Santos le entrega en las regiones. Los conservadores están fuertemente divididos entre Santos y Uribe. El partido de la “U” se mantiene alrededor de la reelección de Santos y todos ruegan que el proceso de Paz proporcione sus frutos a finales de año. Es su tabla de salvación para garantizar el apoyo popular necesario para mantenerse en el gobierno después de 2014.
El “Centro Democrático” creado por Álvaro Uribe Vélez es la fuerza política que parece fortalecerse con mayor consistencia. Trata por todos los medios de canalizar el desgaste de Santos y se ha atrevido a apoyar protestas populares que en el pasado él mismo reprimió. Sin embargo su gran debilidad consiste en que todo el proyecto se apoya en la figura del ex-presidente y en su oposición a los diálogos que adelanta el gobierno con la guerrilla de las FARC, pero paradójicamente es también su fortaleza, ya que importantes sectores de la población mantienen su desconfianza frente a las fuerzas insurgentes, añoran la “mano fuerte” que aplicó durante sus ocho años de gobierno y aspiran al exterminio de la guerrilla.
La reactivación del movimiento social
A finales del gobierno de Uribe se venía reactivando el movimiento social. La Minga Social y Comunitaria, la huelga de los corteros de caña y el paro de Asonal Judicial en 2008 fueron las acciones más notorias. Durante el gobierno de Santos se acrecentó la tendencia. Las primeras escaramuzas estuvieron por el lado de los obreros del petróleo en Puerto Gaitán frente a los atropellos de Pacific Rubiales. Posteriormente se movilizaron los transportadores y camioneros. Después los estudiantes marchan a nivel nacional obteniendo un rotundo éxito al contener la reforma neoliberal de la educación. Vienen luego los cafeteros, el paro del Catatumbo, el paro minero, y está planteado el paro nacional agrario para el próximo 19 de agosto del corriente año. En medio de estas movilizaciones se debe destacar la Marcha por la Paz del 9 de abril, el Congreso para la Paz convocado por el Congreso de los Pueblos, y decenas de movilizaciones locales o regionales convocadas por diferentes motivos entre ellos la erradicación de cultivos de coca, la resistencia civil a la guerra, luchas por servicios públicos, resistencia a macro-proyectos energéticos (Quimbo, Urrá II) y rechazo a la locomotora minera (La Colosa en Tolima y Santurbán en Santander).
Se podría afirmar que en la medida en que la población percibe una distensión en el tema del conflicto armado, otras preocupaciones relacionadas con la economía, el desempleo, la defensa de los recursos naturales, los impactos de los TLC, la salud y la educación, entran a ser la prioridad y motivo de organización y protesta. En ese sentido la dinámica del movimiento social exige una mayor coordinación de las fuerzas políticas que juegan en el terreno social para que las luchas adquieran un mayor nivel, tanto en lo que tiene que ver con las reivindicaciones y las propuestas políticas como en la coordinación y contundencia de las fuerzas sociales comprometidas. 
Las perspectivas de cara a 2014
Las fuerzas políticas que están con el gobierno apuestan a la reelección de Santos a pesar del desgaste que sufre tanto en el terreno de la Paz y del conflicto armado como en lo social con motivo de los paros y las movilizaciones sociales. Pero, son conscientes de la fragilidad de su situación. Por algo tienen a Germán Vargas Lleras de “repuesto” frente a la posibilidad de que Santos termine por derrumbarse. Su “fuerza” está en el poder burocrático y clientelar del gobierno para presionar al electorado con base en los programas asistenciales que benefician a amplios sectores de la población. Ese es su fuerte y su apuesta.
El uribismo y una parte del partido conservador juegan a que los diálogos no fructifiquen y que las FARC continúe sus ataques contra las fuerzas militares para así tener motivos para arremeter contra el gobierno. De cara al proceso electoral su situación no es cómoda. Sus principales senadores dentro del Partido de la U (Juan Lozano, Juan Carlos Vélez) no saben como salirse de ese partido para poder conformar la lista que va a encabezar Álvaro Uribe. Su práctica electoral en las regiones no cuenta con la “mermelada” burocrática ni con el “aceite” de los proyectos gubernamentales. Confían en la fuerza y carisma de Uribe.
En el campo de los partidos y movimientos minoritarios la situación es muy difícil. Necesitan sacar un mínimo de 450.000 votos (umbral del 3%) para Senado para no desaparecer de esa institución que es la que otorga presencia política nacional. Es por ello que se ha elaborado una propuesta de reforma electoral para poder participar en alianzas de partidos y por otro lado el Partido MIRA ha demandado esa disposición ante la Corte Constitucional. 
El Polo Democrático Alternativo PDA acaba de realizar una Cumbre Nacional Polista para definir su estrategia. De acuerdo a una comunicación pública se aprobó “buscar por todos los medios concretar una amplia convergencia democrática y social para disputar tanto las elecciones parlamentarias como de Presidencia de la República”. Tendrán que combinar muy bien la amplitud con la disciplina de partido para conformar listas fuertes y viables.
Navarro en representación de “Progresistas” hace ingentes esfuerzos por aliarse con los “verdes” pero la división de este partido lo tiene patinando de un lado para otro. La ASI no se ha pronunciado. Marcha Patriótica realiza una consulta interna para definir si participa en las elecciones mientras las directivas de la Unión Patriótica ofrecen su personería jurídica para cobijar las alianzas de izquierda que se definan.
Quedan pocos meses para que se produzcan acuerdos. El desorden en las cúpulas de los partidos son un contraste frente al alineamiento que se va produciendo entre la población. El uribismo es un polo de atracción de quienes priorizan la guerra contra la insurgencia como su principal preocupación. El santismo (o vargasllerismo) aglutina a los sectores clientelistas que aspiran a gobernar otros 4 años. Y la izquierda (que deberá unirse) es el otro polo de atracción de quienes quieren cambios estructurales, defender nuestros recursos naturales, construir soberanía y conquistar la Paz con justicia social.
Hace cuatro años lo novedoso fue el “centro”, el “ni-ni” de Fajardo, la “ola verde”. Tal parece que el 2014 – en medio de todas las dificultades y complejidades – va a ofrecer un panorama en donde la izquierda, en medio de su debilidad, va a poder compenetrarse con sectores populares que empiezan a avizorar un futuro de lucha y confrontación por conseguir cambios similares a los que han conquistado pueblos vecinos de Sudamérica.
Mientras algunas cúpulas se derechizan, amplias bases sociales parecen girar hacia la izquierda. Sólo la unidad y la claridad política podrán canalizar y reforzar esa tendencia. 

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