Karamba Diaby nació hace 52 años en Senegal y después de vivir 28 años en Alemania —primero en Leipzig y más tarde en Halle— el político socialdemócrata está a punto de escribir un nuevo y pequeño capítulo en la agitada vida política de Alemania. Diaby ocupa el tercer lugar en la lista de candidatos de su partido al Bundestag y, según todos los pronósticos, tiene grandes posibilidades de convertirse en el primer político negro que ocupa un escaño en el Parlamento federal.
La hazaña de Diaby no es gratuita y la posibilidad de que el candidato pueda hacer historia por sí mismo se debe a muchos factores que han logrado cambiar un poco la férrea e ingrata imagen que tenía Alemania de país que ignoraba a sus minorías. Más importante aún, la posibilidad de que un político negro llegue al Bundestag también puede cambiar la imagen que aún tiene el Este alemán, que goza de la incómoda fama de ser una región donde proliferan los militantes de la ultraderecha y donde el racismo está a la orden del día.
Halle está considerado uno de los principales bastiones del radicalismo de ultraderecha, por lo que no fue una casualidad que el NPD, el partido neonazi, obtuviera un 10% de los votos en las últimas elecciones regionales celebradas en el Estado, en 2011.
Aunque el Parlamento federal alemán ya está acostumbrado a contar entre sus filas con diputados de origen turco, croata, kurdo o con raíces iraníes, y el Gobierno federal se da el lujo de lucir un ministro que nació en Vietnam (Phillip Rössler), la candidatura de Diaby y su posible éxito en las urnas es un hecho que no ha pasado desapercibido en el país.
No hace mucho, la revista Der Spiegel calificó como un “experimento” la candidatura de Diaby, sobre todo a causa del color de su piel en una región donde la xenofobia está a la vuelta de cada esquina. Según el semanario, esa candidatura representaba un riesgo, ya que en Halle existen barrios donde él se juega la vida si intenta hacer campaña. Cuando Diaby leyó el reportaje en Der Spiegel se declaró “conmocionado” y “ofendido”. Tras vivir más de la mitad de su vida en Halle, goza de un amplio respeto en la ciudad, ha ocupado cargos de responsabilidad pública y, aunque ha recibido más de una amenaza de muerte, se siente seguro y feliz en la localidad.
“Un hombre inteligente debería saber que yo pertenecí, como edil, al Ayuntamiento de la ciudad. Ese cargo no lo obtuve en un sorteo sino que fui elegido por la población de Halle”, afirmó Diaby en una entrevista con un periódico local. “Puede ser cierto que haya gente que tiene problemas con el color de mi piel, pero yo tengo esperanza en que la gente me acepte porque me ocupo de muchos proyectos”.
Karamba Diaby tenía 24 años cuando aterrizó en Leipzig —en la comunista República Democrática Alemana—, gracias a una beca, para aprender el idioma. Un año más tarde el joven se mudó a Halle, donde terminó sus estudios universitarios de Química. En esa época se convirtió en dirigente estudiantil. Después hizo su tesis doctoral, un trabajo que lo mantuvo alejado de la xenofobia que envenenaba la convivencia en la ciudad.
Después de obtener su doctorado, Diaby inicio su travesía por el desierto del Este alemán, una región que colapsó económicamente después de la reunificación del país. Pero el joven tuvo suerte. Gracias a sus conocimientos de química logró impedir que un tiburón inmobiliario acabara con unas diminutas parcelas administradas por gente pobre. Diaby demostró que los jardines no estaban contaminados, impidió con ello su desaparición y logró que la población aún recuerde cómo el joven químico de Senegal tuvo éxito en proteger una de las pocas cosas que habían sobrevivido al violento periodo de transición que vivió la antigua RDA.
Después de recibir la nacionalidad alemana en 2011 y contraer matrimonio con una ciudadana alemana del Este, decidió apostar por la política. Ahora, bajo el lema La diversidad crea valores, el químico senegalés-alemán sueña con llegar al Bundestag para poder impulsar un principio que defendió cuando era estudiante en Dakar: “Quiero hacer de la justicia la batalla de mi vida”. El político añade: “También quiero ser juzgado por mi competencia y mi experiencia y no por el color de mi piel”.
(Con información de DPA)
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