miércoles, 7 de agosto de 2013

Los grupos terroristas ahogan en sangre a Siria

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FADY MAROUF – Las masacres perpetradas por mercenarios y radicales islámicos que buscan derrocar al presidente Bashar al Assad ahogan en sangre a Siria: la más reciente acabó con la vida de 450 personas en la oriental provincia de Hasakah.
Militantes del Frente al-Nusra, entidad terrorista afiliada a Al Qaeda, atacaron el domingo la aldea Tal Abyad, de mayoría kurda, y liquidaron a 120 niños y 330 mujeres y ancianos, denunció la agencia de noticias Dampress.
También el fin de semana, grupos extremistas tomaron varios poblados en la costera provincia de Latakia y asesinaron a casi medio centenar de personas, señaló un reporte oficial.
En dicha zona, la mayoría de la población la conforman alauíes, grupo confesional dentro de la rama islámica del shiismo al cual pertenece el mandatario.
Tales hechos confirman la ideología extremista que guía a dichos asociados a la llamada insurgencia armada, quienes exterminan a aquellos que no profesen su ideología o se nieguen a asumirla mediante la aplicación de la sharia o ley islámica.
En los más de dos años de conflicto armado, el Frente al-Nusra y otras brigadas de extremista han perpetrado infinidad de crímenes contra la población civil, desde el disparo de proyectiles de mortero y misiles hasta la colocación de coches bombas y artefactos explosivos en zonas de gran concentración de personas.
Como resultado, decenas de miles de personas inocentes fallecieron y cientos de miles resultaron heridas.
Sin embargo, las masacres y el asesinato de civiles experimenta un notable incremento en los últimos meses, a medida que los grupos extremistas se posicionan en determinadas zonas de esta nación levantina y comienza a emerger la esencia de una oposición que algunos en Occidente insisten en calificar como rebeldes.
En la madrugada del 3 de agosto, integrantes de la Brigada de Mártires de Ruken al-Din, perteneciente al denominado Ejército Libre Sirio, allanaron la casa de Walaa Abbas, estudiante de Periodismo, ubicada en el distrito de Ruken al-Din, en el norte de Damasco.
Vecinos del lugar contaron a Prensa Latina que los extremistas degollaron a la madre, el padre y las dos hermanas, antes de asesinarla a ella.
La referida agrupación de extremistas reivindicó el hecho en su página de la red social Facebook.
Solo salvó su vida el hermano más pequeño, de solo cinco años, quien huyó cuando vio cómo su familia (eran alauitas), estaba siendo masacrada, contaron las fuentes.
A fines de julio, las autoridades denunciaron la masacre de la autodenominada Brigada de Partidarios del Califato (Ansar al-Jilafa) en Jan al Assal, localidad de la septentrional provincia de Alepo, donde asesinaron a 123 personas entre civiles y militares.
Tras hacerse del control del poblado, los extremistas mutilaron los cuerpos y los arrojaron a una fosa común en las afueras de la zona, mientras les prendieron fuego.
El hecho fue condenado por Damasco a la ONU, así como por organizaciones de la sociedad civil y la población.
Jan al-Assal fue la localidad que el 19 de marzo fue atacada por opositores armados con un misil cargado de sustancias químicas que mató a 25 personas e hirió a 110.
Analistas argumentan que los insurgentes lincharon a las personas para eliminar a los testigos de su acción terrorista, ahora que un equipo de la ONU autorizado por Damasco planea dirigirse al lugar para examinar el lanzamiento de la ojiva con material tóxico.
En junio, el Frente al-Nusra asesinó a 60 civiles, entre ellos mujeres y niños, en la aldea de Hatla, en la oriental provincia de Deir Ezzor.
La masacre contra ciudadanos inocentes se debió a su negativa a cooperar con sus planes para derrocar al gobierno.
Varios vídeos en Internet mostraron a los extremistas celebrando el bárbaro hecho en la aldea de confesión shií.
Un funcionario del Ministerio de Información refirió a Prensa Latina que los asesinos son terroristas y extremistas que matan a todo aquel que rechace sus planes dirigidos a imponer aquí un califato.
Esos que cometen tan bárbaros actos son los calificados como luchadores por la libertad del pueblo sirio que tanto alaban Occidente y sus acólitos regionales, criticó.

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