miércoles, 28 de agosto de 2013

Tiro al inmigrante un peligroso “juego” racista en Italia

El presidente de la Asociación 3 de Febrero, que lucha en pro de los Derechos Humanos de los inmigrantes, Gianluca Petruzzo, denunció este lunes el nuevo “juego” macabro y peligroso que entretiene a los jóvenes italianos.
Nápoles (sur), es el escenario de una práctica brutal de marcado odio racista, donde jóvenes italianos en sus carros o motocicletas disparan a inmigrantes, especialmente a los afrodescendientes, que se encuentran en el país.
El diario La República de Italia relató como dos hombres sufrieron atentados de este tipo, en el caso de Henry Kwasu, un nigeriano que recibió un disparo en una pierna, mientras caminaba por la calle Forcella, en el centro histórico de la ciudad, se recupera en un hospital.
El otro caso fue de SBC, un joven de Senegal, que contó al diario cómo corrió con suerte, cuando le dispararon por la espalda, cerca del Duomo. “Andaba por la calle cuando oí gritos pero no volteé. No sé si alguien quería advertirme porque había visto una pistola apuntándome, o si uno de los agresores quería que me diera vuelta para que fuera un objetivo más fácil”. Luego escuchó un disparo y vio a dos jóvenes con una pistola en la mano que le apuntaban y salió corriendo.
Lamentablemente estos dos no son casos aislados, como explicó Petruzzo, otros inmigrantes habrían sufrido en las últimas semanas acciones parecidas, pero no denuncian porque no tienen papeles. “Muchos chicos de color, víctimas de estos episodios tienen miedo a denunciar”.
“Nápoles no puede hacer como si esto no estuviera pasando”, denuncia Petruzzo. “Si no somos libres de pasear por la calle, si nuestra vida depende del capricho de un criminal, el problema es de todos no sólo de quien recibe el disparo”.
Petruzzo asegura que este fenómeno tiene que ver con el clima social que se vive en el país. “El racismo seguramente se alimenta de la crisis social, de la falta de trabajo. Y sí, eso fomenta una desigualdad. Los italianos no ven bien que los inmigrantes les roben el trabajo, como dicen ellos. Si juntamos los componentes económico y cultural, obtenemos un agravamiento del problema”.
Por su parte, el alcalde del a ciudad Luigi de Magistris, aseguró que la ciudad “no es racista ni intolerante sino acogedora y a favor de la contaminación entre pueblos, culturas y religiones”.
En 2005, Gennaro Caldore apuñaló hasta la muerte en plena calle a Ibrahim Diop, de Senegal. Cuando la policía le arrestó varios días después mientras tomaba el sol en la playa, Caldore, de 19 años, aseguró que el africano le había “mirado mal”.
Tres años después, el asesinato de otros seis jóvenes africanos a manos de un clan de Camorra, la mafia napolitana, despertó la indignación de la comunidad de extranjeros en Italia. Cuando fueron detenidos, los asesinos aseguraron que se trataba de un “aviso” a los camellos de color que trabajaban en la zona.
En 2010, un grupo de inmigrantes africanos protestaron en Rosarno (sur), en respuesta al ataque perpetrado por desconocidos y en el que dos extranjeros resultaron heridos y otras 14 personas fueron arrestadas.

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