EL TELEGRAFO – Por las ventanas de la alcaldía mayor de Bogotá traspasan el ruido de los gritos y los pitos que surgen en la Plaza de Bolívar. Es viernes por la tarde y Gustavo Petro, el alcalde destituido, se muestra impaciente tras el desfile de indígenas, de líderes sindicales y de periodistas que lo persiguen sin tregua.
Sin embargo, Petro sabe que esa tarde como las otras precedentes, es el símbolo tanto de sus amigos como de sus enemigos. Es el centro de las miradas. El alcalde, que está en la cresta de la ola popular en Bogotá y en Colombia, sabe que hoy tiene puesta toda la atención por culpa de un fallo controvertido del procurador Alejandro Ordóñez.
Perseguido por la multitud, su rostro refleja la falta de sueño y de descanso. Lleva siete días trepidantes, desde que fue destituido del cargo, pero Petro está decidido a aferrarse con todo a esa silla, pero sobre todo a defender el voto popular que lo llevó en 25 años de las armas como guerrillero del M-19 a ocupar el segundo cargo de importancia en Colombia luego del presidente de la República.
De forma atenta y simpática, rodeado de su esposa e hijos, decidió dar una pausa a sus seguidores y atender a EL TELÉGRAFO.
La coyuntura actual por la que pasa Bogotá impacta en el exterior. ¿A qué se debe eso?
Se debe a dos grandes pilares de la crisis que atravesamos, primero la enorme multitud que ha acompañado a mi alcaldía, que es una alcaldía progresista que ya no da espera, llevamos cinco días de marchas y de multitudes y manifestaciones crecientes. Cada vez con mayor cantidad de gente y que ya se extiende a todo el país, y que causa un efecto de solidaridad en muchos órganos internacionales y la atención de la prensa internacional.
El otro tema es el porqué. Es porque es difícil encontrar un lugar democrático en el mundo en que un funcionario administrativo tiene la facultad de destituir a un funcionario de elección popular, como si el voto no importara nada. La legislación internacional y la que cobija a Colombia, que es el pacto interamericano, establece esa prohibición y establece que un funcionario elegido por el pueblo puede ser quitado por una decisión judicial, que este no es el caso, no existe.
¿Qué es lo que se demuestra con la decisión del procurador?
Lo que hace el procurador es crear una ruptura democrática, lo que aquí en Bogotá se ve es un golpe de Estado a la democracia, un golpe de los fachistas, del uribismo, de la extraña derecha, contra una persona como yo que hizo la paz, que representa opciones de paz y del juego democrático, que ganó limpiamente las elecciones y ahora el procurador interviene sin que existe un móvil real.
¿Usted cree que el procurador le hace el juego a alguien en particular?
El procurador es un vehículo que tiene un cerebro propio, pero su arquetipo ideológico llega a tener un concepto de Estado que consiste en limpiar a todo el país de impíos, eso es lo que hace con los movimientos de avanzada, de progresistas, a los que persigue sistemáticamente, y yo era el premio mayor. Ahora es un vehículo que defiende los intereses del anterior presidente Álvaro Uribe, que quiere tomarse la capital para volver al poder.
El procurador también representa a esos sectores a los que he combatido desde el Congreso de la República, de los carteles de contratistas que se robaron a Bogotá y que algunos de ellos fueron los que me denunciaron en la Procuraduría, son los políticos mágicos del paramilitarismo y ahora ven una posibilidad de venganza contra mis denuncias. Sin duda es una estrategia del uribismo para volver al poder y para destruir el proceso de paz (que negocia el Gobierno colombiano con las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia).
¿O sea qué también son enemigos de la paz?
De eso no hay duda, eso es claro, no aceptan que el presidente Juan Manuel Santos ya llegó al segundo punto de acuerdo, que es el de las garantías políticas y por eso a los que sobrevivimos de la paz nos destituyen de una manera arbitraria y contraria de la legislación internacional. Entonces sí creo que todo esto va contra el proceso de paz.
En el exterior se preguntan ¿por qué el jefe del Estado, el presidente Juan Manuel Santos, no toma cartas en el asunto y soluciona esta crisis?
La ley especial sobre Bogotá prima sobre todas las leyes y la Constitución nacional dice que el alcalde mayor de Bogotá solo puede ser destituido por el Jefe del Estado, y por eso es muy extraño el silencio del presidente. Lo que ha hecho el procurador es vaciarle la competencia al presidente Santos, ¿entonces por qué el mandatario no ha respondido? Desde luego no me atrevería a decir lo que está pensando el presidente de la República, pero sí creo que deja escapar dar una solución democrática a esta crisis que acelera los procesos de polarización.
Las manifestaciones se han caracterizado porque no son violentas, son pacíficas. ¿Hasta dónde puede llegar eso?
Precisamente las movilizaciones sin violencia es lo que garantiza que sean más amplias, más masivas. La enorme cantidad de gente lo está haciendo de forma pacífica y eso lo hemos cuidado. Yo mismo he tratado de intervenir para que no exista un solo hecho de violencia, para que se llenen todas las plazas de colombianos y por eso ahora se ha pasado del lema de ‘Petro no se va’, al de pedir reivindicaciones de reformas constitucionales.
¿Qué apoyo ha recibido del exterior?
De muchos ciudadanos, de instituciones, de casi todas las alcaldías, como la de Quito, de Río de Janeiro, de Santiago, de Lima, de Caracas, incluso de personas que están en la oposición al gobierno, de muchas ciudades a través de las redes han expresado su respaldo. Por ejemplo, 20 parlamentarios europeos me dieron su apoyo, incluso las FARC en La Habana se manifestaron y como si fuera poco, el nuevo embajador de Estados Unidos en Colombia resaltó la importancia de este movimiento. Entonces hay una coincidencia en apreciar lo que está pasando en Bogotá y en impedir el golpe. Ahora precisamente, tengo la visita del secretario de los Derechos Humanos de la Organización de Estados Americanos, que es donde se establece la prohibición para las destituciones de los funcionarios elegidos popularmente. Es esa comisión la que podría incluso, literalmente, frenar el abuso que ha cometido el procurador.
Usted viajará el próximo martes a Washington a la sede de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH). ¿Qué les pedirá?
Voy a pedirles que actúen, ya que no se puede generar una crisis que puede destruir la paz de Colombia, después de una guerra de 50 años. La acción de la CIDH es vinculante y puede emitir medidas cautelares para que suspenda el fallo del procurador, puede estudiar el proceso, eso sería interesante.
¿Cómo aprecia ahora el silencio que tiene el procurador?
Se ha silenciado un poco, pero hay situaciones que están llevando más cuestionamientos, como por ejemplo la inspección judicial que hizo la Fiscalía en la Procuraduría, solicitando el fallo que se emitió en mí contra, eso demuestra que estamos ante la presencia de un hecho oscuro.
¿Hasta dónde piensa llegar con este movimiento?
Lo que se presenta son vientos que se desatan, pero son como vientos democráticos y yo voy a seguir su corriente.
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