Sismólogos advierten que las operaciones de fracturación hidráulica actualmente en curso agravarán la actividad sísmica, lo que derivará en un aumento del número de terremotos en zonas donde se inyectan aguas residuales bajo tierra.
Para liberar el gas natural a gran profundidad, la fracturación hidráulica o ‘fracking’ requiere grandes volúmenes de agua, arena y productos químicos que son bombeados bajo tierra. Este proceso se ha relacionado con la contaminación del agua subterránea, la actividad sísmica y otros problemas vinculados a la salud de las personas y al deterioro del medio ambiente local y en el encuentro anual de la Sociedad Sismológica de América, celebrada esta semana en Anchorage (Alaska), los científicos corroboraron estos datos una vez más.
El almacenamiento de aguas residuales en pozos profundos bajo la superficie de la tierra, sumado a otros procesos implicados en el ‘fracking’, está alterando la presión sobre las fallas existentes, lo que podría suponer un registro más frecuente de terremotos en el futuro, señalaron los sismólogos, que además agregaron que estos temblores serán de mayor intensidad.
Algunos investigadores sostenían hasta hace unos años que la magnitud de los sismos provocados por la fracturación hidráulica no podía ser superior a 5, pero muchos están cambiando de opinión. Uno de ellos es el geofísico del Servicio Geológico de EE.UU. Justin Rubinstein, que insiste en la necesidad de estudiar este asunto en profundidad, recoge la revista ‘Time’.
La cantidad de aguas residuales tóxicas inyectadas en el suelo parecen proporcionar información acerca de las causas de los sismos, señalan varios expertos, ya que el ‘fracking’ requiere volúmenes enormes: entre 7 y 18 millones de litros de agua, aproximadamente.
Además, los sismólogos aseguran que la extracción de petróleo y gas en un área determinada podría provocar temblores en zonas cercanas que no están equipadas para responder ante una actividad sismológica de fuerte intensidad.
“Necesitamos que se facilite más información con más frecuencia para hacer los cálculos correctamente”, lamenta Rubenstein.
Además del aumento de la actividad sísmica, varios estudios apuntan a que el empleo de esta técnica acarrea problemas ambientales y de salud.
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