La evacuación de unos 2.000 milicianos rebeldes (y un grupo de civiles) del casco antiguo de Homs, la tercera ciudad de Siria, representa una importante victoria militar y moral para el gobierno deBashar al Assad, y se produce apenas unos días antes de la celebración de laselecciones presidenciales previstas para el 3 de junio, que con toda seguridad marcarán el inicio de su tercer mandato.
Homs fue uno de los primeros focos de la rebelión que se inició en Deraa en marzo de 2011, y que llegó a Homs dos meses después. Los rebeldes tomaron posiciones en varios barrios de la ciudad, principalmente en Baba Amr, donde resistieron durante un año. Cuando el ejército los expulsó se hicieron fuertes en el casco antiguo y, según los datos aportados por los propios rebeldes, en los últimos dos años han muerto allí más de 2.000 insurgentes.
La caída de Homs era solo una cuestión de tiempo puesto que el ejército, con la ayuda de los milicianos de Hizbola, había ido estrechando el cerco hasta aislar a los rebeldes y cortar la entrada de armas y víveres. Las dos partes, con la mediación de las Naciones Unidas, venían negociando desde hace meses el acuerdo de evacuación que ahora se ha concretado.
La inmensa mayoría de los rebeldes de Homs eran islamistas de distintas formaciones, incluido el Frente al Nusra, que está afiliado con Al Qaeda, cuyos hombres hicieron lo posible para romper el bloqueo en las últimas semanas por medio de coches bomba, aunque no obtuvieron el resultado deseado.
En la operación de evacuación no se disparó ni un solo tiro, pero en algunos barrios del centro se alzaron columnas de humo a causa de los incendios que provocaron los rebeldes con todo el material que no se les permitió sacar de Homs. Cada insurgente podía llevar sus efectos personales y un rifle o pistola, y en cada autobús se podía sacar un lanzagranadas y una ametralladora, según lo acordado.
Los rebeldes subieron en autobuses verdes que los llevaron hasta zonas dominadas por los propios rebeldes a una veintena de kilómetros al norte de Homs. Este hecho indica que los insurgentes controlan amplios espacios en los alrededores de esta ciudad estratégica que es un nudo de carreteras entre Damasco y Alepo en el norte, y entre Damasco y Lataquia en el Mediterráneo.
Aunque puede considerarse una nueva derrota de los rebeldes, y ya van varias sonadas en los últimos meses, la evacuación no representará cambios sustanciales en la correlación de fuerzas en el conjunto del país, lo que quiere decir que la guerrava a prolongarse indefinidamente. En los más de tres años de conflicto han muerto más de 150.000 personas y hay unos ocho millones y medio de refugiados y desplazados.
Portavoces de los rebeldes han acusado a Occidente de abandonarlos a su suerte, y es verdad que la actitud occidental no ha sido determinante. Tanto Estados Unidos como sus aliados han vertido ayudas, pero estas ayudas han sido limitadas y no decisivas, suficientes tan solo para mantener un estado de guerra permanente.
Se ha de consignar que los rebeldes reciben ayudas significativas de Arabía Saudí, Kuwait y otros países sunníes de la región que ven la piel de Satanás en los chiíes y consideran prioritario acabar con el eje Teherán-Damasco-Hizbola. El malestar de los países sunníes con Occidente es manifiesto al ver que sus esfuerzos se ven relegados a una guerra de desgaste.
El compromiso ha sido beneficioso para las dos partes. Por un lado, los rebeldes sitiados logran salvar sus vidas, que estaban en un peligro cada vez mayor conforme se iba estrechando el cerco. Por otra parte, el ejército ahorra importantes cantidades de material bélico al tiempo que salva la vida de sus hombres que podían morir en el asalto final.
Mediante el acuerdo, los rebeldes se comprometen a permitir la entrada de suministros en dos pueblos alawíes de la zona de Alepo, Nubul y Zahraa, que han sido bombardeados sistemáticamente desde hace un año. Además, los insurgentes liberarán a decenas de soldados y milicianos progubernamentales que han capturado en conflictos anteriores. Los rebeldes dicen que entre esos prisioneros hay algunos iraníes.
La caída de Homs, que los insurgentes consideraban su “capital”, no significa que vaya a repetirse una fórmula similar en otras ciudades, al menos por el momento, puesto que las fuerzas de unos y otros están bastante niveladas. No obstante, una consecuencia directa será que el Ejército podrá destinar a millares de soldados a otros lugares conflictivos.
(Con información de Público.es)
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