sábado, 31 de mayo de 2014

Imágenes: Varios heridos a un año de brutalidad policial en el corazón de Estambul

































  • Unos cientos de manifestantes lograron alcanzar la calle Istiklal, que desemboca en Taksim

  • Los antidisturbios abrieron los cañones de agua a presión contra los presentes

Dos heridos por gases en la plaza Taksim, este sábado, en el centro...
Dos heridos por gases en la plaza Taksim, este sábado, en el centro de Estambul.
"El mío es un derecho constitucional. Si quiero ir a Taksim debo poder entrar", protestaba, frente a un muro de uniformados, Güven Gürkan Öztan, profesor de Relaciones Internacionales de la Universidad de Estambul. Todo fue en vano. Ni él, ni cientos de personas más, pudieron escapar del atolladero en el que la Policía, por orden de un desafiante primer ministro Erdogan, convirtió en un sábado tarde el centro de la ciudad.
Hace justo un año, en respuesta a la represión policial contra una sentada pacífica en defensa del parque de Gezi -adyacente a la plaza de Taksim- más de tres millones de turcos se levantaron contra las políticas del conservador religioso Tayyip Erdogan. Ayer, con tal de evitar cualquier atisbo de protesta de conmemoración, se cerró el transporte público en el centro y se suspendió el transporte marítimo en el estrecho del Bósforo.
"La policía ha recibido órdenes de hacer cuanto sea necesario [para evitar concentraciones en Taksim]", había declarado el jefe de gabinete turco a media tarde. Al poco, los accesos a esa plaza estaban cerrados hasta para EL MUNDO. "El artículo 34 de nuestra Constitución permite a la gente reunirse y protestar pacíficamente", denunciaba, a pie de calle, el diputado del Partido Popular Republicano (CHP) Mahmut Tanal.
Apenas unos pocos cientos de manifestantes lograron alcanzar la calle Istiklal, ayer desangelada arteria comercial que desemboca en Taksim. Las fuerzas de seguridad armaban controles en todos los accesos al lugar, que en un día habitual -incluso cuando, antes de Gezi, había protestas- estaría repleto de turistas y compradores. Así, muchos no pudieron unirse a la manifestación, convocada allí por la Red Solidaridad con Taksim.
Al filo de las siete de la tarde, y a pesar de que los manifestantes sólo desafiaban a la Policía con cánticos antigubernamentales, la paciencia de los antidisturbios se agotó y abrieron los cañones de agua a presión contra los presentes. El gas lacrimógeno corrió por todo Istiklal. Cientos de policías de paisano, armados con porras extensibles, extendieron la violencia entre quienes huían despavoridos de la policía.
Surtir la protesta de agentes sin uniforme y armados no fue la única novedad en las técnicas represivas emprendidas bajo la batuta de Erdogan. Ayer, por primera vez, la policía puso directamente en su objetivo a la prensa. Ivan Watson, corresponsal del canal CNN en la región, fue detenido justo mientras entraba en directo para su cadena. Le liberaron a la media hora, explicó luego, pidiéndole disculpas.
Las cargas en Estambul, que acabaron con la rotura de al menos tres escaparates por unos individuos no identificados, se saldaron con al menos 13 personas heridas y más de 103 detenidos, según el Colegio de Abogados de la ciudad. En la capital del país, Ankara, así como en las localidades de Esmirna, Adana y Antioquía, también hubo manifestaciones inundadas por chorros de agua y gas pimienta.
La intransigencia del Primer Ministro, que de un año a acá no permite ni tan siquiera una pequeña feria de intercambio de libros en el parque de Gezi, no cesa. Si desde el gobierno se había atribuido las protestas de Gezi, primero, a 'lobbies' financieros, a los sionistas y hasta a un complot para matar a Erdogan usando telekinesis, ayer el 'premier' turco culpó de las protestas a una alianza entre la oposición y el teólogo y ex aliado Fethullah Gülen.

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