lunes, 16 de junio de 2014

Sobre antisemitismo e islamofobia en Europa

De Al Jazeera
Sara R farris
Traducción: Don Buena Onda
En 1844, Carlos Marx publicó un breve pero denso texto titulado “Sobre la cuestión judía”. Esa fue una opinión critica al filósofo Bruno Bauer, quien arguyó contra la igualdad de derechos de los judíos si estos se fundamentaban en argumentos religiosos. Si los judíos querían ser considerados ciudadanos plenos -Bauer hacía eco de la opinión dominante de su tiempo- debían abandonar su religión y abrazar la era de las luces. Acorde a esta lógica, no había lugar para demandas religiosas en una sociedad secular.
Como la posición de Bauer sugiere, el antisemitismo en Alemania y en cualquier lugar de Europa en la primera mitad del siglo XIX, fue justificado principalmente en fundamentos culturales y religiosos. Los judíos fueron discriminados y apreciados con suspicacia porque eran considerados como “una nación dentro de una nación”. De hecho, fue en la segunda mitad del siglo XIX con el auge del “Darwinismo social” y el “Antisemitismo racial” que enfocados en términos biologicos aparecieron en la escena política y los judíos fueron discriminados abiertamente sobre la base de su alegada inferioridad biológica.
Podemos cuestionarnos si actualmente la Europa contemporánea esta enfrentando una cuestión musulmana similar a la judía de hace 170 años. ¿Es la antipatía europea hacia los musulmanes comparable a la primera etapa de odio hacia los judíos? ¿Un odio que culmina en una de las más oscuras páginas de la historia humana?
A pesar de las diferencias en ambos contextos, el éxito de la derecha en las recientes elecciones en un número importante de Europa parece sugerir que la respuesta es un marcado sí. La victoria de estos partidos atestigua las increíbles ganancia dejadas por las propaganda islamofóbica en los últimos diez años. En Francia, el presidente del Frente Nacional, Marine Le Pen – quien obtuvo una cuarta parte de todos los votos- ha pedido que las los comedores de las escuelas dejen de ofrecer a los niños musulmanes una alternativa a la carne de cerdo. En Reino Unido, la campaña del Partido Independencia contra construcción de mezquitas le llevó a ser el más grande ganador en las elecciones, con un abrumador 27.5% de los votos.
Muchos de estos partidos, como quienes votaron por ellos, no se consideran a sí mismos racistas. Después de todo, el problema con los musulmanes -acorde a Le Penn- es su atraso y negativa a integrarse.
En corto, es un “error” de los musulmanes. Justo como en la cuestión judía del siglo XIX, la cuestión musulmana es sobre cuestiones culturales y así la presenta como políticamente correcta.
Aunque los inmigrantes en general son presentados como una amenaza económica y social para las sociedades europeas y los trabajadores, los musulamanes son caracterizados como “el malo”. Esto ha sido alcanzado no solo mediante la propaganda xenofóbica de la extrema derecha. Actualmente, conservadores e incluso liberales y partdidos de izquierda han contribuido al coro.
Por otro lado, líderes conservadore como el actual Primer Ministro David Cameron, el anterior presidente de Francia Sarkozy y el anterior Primer Ministro italiano Berlusconi invocaron repetidamente las raíces cristianas de Europa, mientras la izquierda participaba en la condena de la burka como un símbolo de ignorancia y opresión. Las voces que nutrían el sentimiento anti-musulmán a lo largo de Europa vino de todos los espectros del mapa político.
Los musulmanes se han vuelto en muchas formas los nuevos judíos. Se han convertido en el chivo expiatorio en el cual los europeos proyectan sus ansiedades respecto al futuro. Conservadores y la extrema-derecha constantemente intensifican y explotan estas ansiedades para empujar sus agendas nacionalistas y neoliberales, mientras los liberales y la izquierda los imitan incluso esperando votos.
Marx entendió este proceso muy bien. El criticó a Buer por creer que la falta de emancipación política de los judíos se debía a su cultura y religión. Marx sostuvo que la religión no tenía nada que ver con la continua discriminación hacia los judíos. El prejuicio contra los judíos y su falta de derechos, consideró Marx, tiene sus raíces en las desigualdades extructurales.
La transmutación de los musulmanes en los judíos del siglo XIX no implica que un nuevo genocidio sea inminente, o que la tragedia de los judíos en el siglo XX será replicada como la estrategia de los musulmanes en el XXI. La historia no se repite así. Pero la historia tiene ritmos. Y solo el trabajo de los militantes antiracistas y las organizaciones pueden prevenir esos ritmos.

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