Las cooperativas de El salvador temen perder la posibilidad de producir sus propias semillas certificadas no transgénicas, así como la venta de millones de dólares a raíz del Tratado de Libre Comercio entre Estados Unidos y Centroamérica-República Dominicana (CAFTA RD, en inglés), suscrito por El Salvador en 2004.
La embajadora de Estados Unidos, Mari Carmen Aponte, condicionó la entrega de un paquete de ayuda no reembolsable de 277 millones de dólares a El Salvador, dentro del llamado Fondo del Milenio II, a que este país licite y abra a compañías estadounidenses la compra de semillas mejoradas certificadas, informó Ips Noticias el 4 de julio. Entre estas compañías figura Monsanto.
La puja entre las cooperativas de semillas certificadas de El Salvador, promovida por el Gobierno del Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN) y las empresas estadounidenses, se da al margen de la propuesta que están haciendo los ambientalistas del país para volver a sus semillas nativas. De acuerdo a la Unidad Ecológica Salvadoreña (UNES), éstas son más resistentes al cambio climático y no requieren de agroquímicos contaminantes.
El Ministerio de Agricultura salvadoreño pagó 25,9 millones de dólares en 2013 por la adquisición de semillas, mayormente de maíz y frijol – consideradas fundamentales en la dieta salvadoreña -, por medio de un decreto ejecutivo aprobado por el Congreso legislativo en diciembre del 2012. En la práctica dejó fuera a las empresas estadounidenses, indicó el reporte de Ips.
En enero del 2014, los legisladores aprobaron un nuevo decreto que permitió la participación de las empresas internacionales. El proceso de licitación se realizó en abril y lo ganaron los mismos 18 productores locales, quienes desde 2011 entregan semillas certificadas, agregó.
Aun así, la embajada de Estados Unidos exigió una licitación pública y “transparente”. Según la diplomática Mari Carmen Aponte, El Salvador está violando las clausuras del tratado, y exigió una licitación distinta que permita el ingreso de las compañías estadounidenses de semillas certificadas.
El ambientalista Ricardo Navarro dijo a Ips, que “está implícito que ella (Mari Carmen Aponte) se refiere a Monsanto, la más grande del sector”, cuya filial local “perdió un mercado que creía suyo”.
“La posición de la embajada es para promover las semillas de Monsanto”, agregó Navarro. Monsanto es además el líder de transgénicos.
La sede diplomática comunicó el 2 de julio estar complacida de que en las futuras compras de semillas, el gobierno salvadoreño se haya comprometido a poner en marcha “un mecanismo transparente, competitivo y de respeto” a leyes nacionales como la del CAFTA.
Nathan Weller, director de EcoViva, una organización estadounidense que trabaja en proyectos de desarrollo, dijo a IPS que las relaciones de El Salvador con Estados Unidos no siempre se desarrollan con transparencia. En el 2009 y 2010, durante el primer gobierno de izquierda del Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN), se otorgó a Chevron Caribbean el suministro de combustible por contratación directa, por un monto de 340.000 dólares y 361.000 dólares respectivamente, según información del Ministerio de Agricultura.
Esas empresas “ofrecieron un producto a un precio mucho más alto (que la competencia), y sin embargo, el USTR (Oficina del Representante del Comercio) no comentó esto”, alegó Weller.
Weller dijo lo anterior ya que 16 congresistas enviaron el 1 de julio una carta al secretario de Estado estadounidense, John Kerry, en la que expresan su preocupación por la presión ejercida por la USTR, que impulsa la campaña de su embajada en San Salvador.
Hay 18 empresas locales que podrían estar perdiendo el suministro de semillas certificadas. De acuerdo al reporte de Ips, ellos venden los 88.000 quintales de semilla de maíz que el Gobierno distribuye en el año, a unos 400.000 campesinos, de acuerdo al Plan de Agricultura Familiar. A cada uno le entrega 10 kilógramos de semilla y 45 kilogramos de fertilizantes. Estas empresas comercializan lo que llaman “semillas mejoradas” no transgénicas por cruce de semillas.
La agricultora Gladys Cortez explicó a dicho medio, que está preocupada por la posibilidad de perder su empleo en la cooperativa que produce semillas para el gobierno, cuyo mandatario se muestra abierto a dar preferencias a las semillas de EE.UU.
“Aquí tenemos nuestra fuente de ingresos para mantener a nuestros hijos”, dijo Cortez, durante sus labores para la Cooperativa La Maroma, ubicada en el cantón La Noria del municipio de Jiquilisco, en el oriental departamento de Usulután, según Ips.
Según el reporte, entre los campesinos del El Salvador están aquellos cuyas tierras fueron parceladas y entregadas a excombatientes del entonces frente guerrillero del FMLN, después de los acuerdos de paz de 1992 que pusieron fin a 12 años de guerra civil.
El primer gobierno del FMLN, en el poder desde 2009, estableció la producción local de la semilla certificada. Según el Ips, estas cooperativas también producen algunas semillas nativas, aunque a menor escala.
El actual presidente Salvador Sánchez Cerén, es un ex comandante guerrillero que llegó al mando de la nación el 1 de junio.
Semillas nativas
Diversas organizaciones defensoras del medio ambiente de El Salvador están llamando a los agricultores a cultivar semillas nativas por ser más resistentes a los efectos del cambio climático en la temporada agrícola.
“Lo (que) buscamos es dar a conocer a la población las diferentes iniciativas que hacen las comunidades en materia agroecológica, sin utilizar químicos y venenos contaminantes”, declaró Mercy Palacios de la Unidad Ecológica Salvadoreña (UNES) en 2013, durante la feria que promueve el “trueque” (intercambio) de semillas y productos orgánicos, según el medio NTN.
La Red de Ambientalistas en Acción de El Salvador estimó que con el intercambio de semillas nativas se pretende aumentar la producción con el fin de “pasar, de la agricultura convencional a la tradicional de nuestros antepasados, y que es como ellos comían sanamente porque utilizaban abonos orgánicos”.
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