Por Víctor Navarro
Ahmad Yacoub vive en el undécimo piso de un edificio al norte de Gaza con su mujer y sus tres hijos, dos niños de 10 y 4 años y una niña de 8. Durante cuatro días, apenas ha salido de su casa. Manuel Pineda, español voluntario en Gaza, asegura que “estamos en vísperas de una catástrofe humanitaria” por la falta de medicamentos en la Franja. Netanyahu descarta un alto el fuego en Gaza.
“Estamos sentados, viendo la televisión o comiendo y de repente salta el cohete. Va primero un relámpago y luego un trueno terrible. Mi hijo pequeño dice que es un volcán”. Ahmad Yacoub vive en el undécimo piso de un edificio al norte de Gaza con su mujer y sus tres hijos, dos niños de 10 y 4 años y una niña de 8.
Durante los últimos cuatro días apenas ha salido de casa para comprar pan, leche y cigarrillos. Al atardecer y por la noche hay oscuridad y ambiente de guerra. La gente no sale “Lo que viene inmediatamente es el susto de los niños”, continúa Ahmad en una entrevista telefónica con 20minutos, “me miran a mí como si fuera un Superman, pero yo no puedo hacer nada. Lo convierto en algo cómico, comenzamos a cantar una canción”.
Ahmad describe una situación de miedo constante. Israel está bombardeando varias veces las mismas zonas y la Franja no tiene sirenas para avisar de los ataques ni defensas antiaéreas para detener los cohetes.
Gaza tiene una superficie de apenas 360 kilómetros cuadrados en los que vive 1,7 millones de personas, “si tiras una piedra hacia arriba, va a caer sobre la cabeza de alguien”, dice.
Ahmad Yacoub, secretario de la Asociación de Escritores Palestinos, explica que la situación es catastrófica. Asegura que al principio, las fuerzas israelíes avisaban antes de bombardear una casa y daban unos minutos a la familia para abandonar la vivienda, pero ahora están atacando sin aviso. “Han bombardeado casas con familias completas. Las familias en Gaza no son como en España, aquí son por lo menos ocho o diez miembros”, dice Ahmad, “es una locura, un genocidio, un acto criminal”.
Desde que Israel inició en la madrugada del pasado martes la operación ‘Margen Protector’, los bombardeos sobre la Franja de Gaza han matado a más de 90 personas, la mayoría civiles y muchos de ellos niños, y han causado más de 500 heridos. El Ejército israelí responde así a los cientos de cohetes de Hamás que han caído recientemente sobre su territorio sin causar víctimas. “No me muevo mucho de la casa, sólo salgo a comprar”, cuenta Ahmad, “al atardecer y por la noche no hay luz, hay oscuridad absoluta acompañada de ambiente de guerra. La gente está en casa, no sale”.
Ahmad ha intentado seguir por televisión lo que sucede en su tierra, pero confiesa que ha tenido que retirar la vista de la pantalla. “No pude seguir viendo las imágenes”, reconoce, “dan rabia, dan asco, dan pena. El ser humano quemándose como un pedazo de carne asada. Niños, mujeres. Es algo trágico”.
“Gaza es una cárcel”
“Hay gente que quiere salir de Gaza y no puede”, afirma Manuel Pineda, voluntario que trabaja como escudo humano protegiendo a pescadores y agricultores en la Franja desde 2011, “esto es una cárcel en la que viven 1,7 millones de personas”.
Este malagueño de 48 años y padre de tres hijos, ha visitado en la tarde de este jueves la población de Khan Younis, donde se han producido intensos bombardeos de las fuerzas israelíes. “Hay muchas casas absolutamente destruidas”, describe a 20minutos, “cualquiera que estuviera en esa zona ha muerto necesariamente”.
Manuel también estaba en Gaza durante la última ofensiva de Israel, en 2012, y asegura que la situación actual es peor que la de entonces: “Está dejando más muertos”. Manuel advierte de que la situación en la Franja podría empeorar gravemente en los próximos días.Israel ha descartado que se vaya a detener la ofensiva y los recursos en los hospitales gazatíes son muy escasos.
“Estuvimos hablando con el portavoz del ministerio de Salud”, cuenta Manuel, “y nos dijo que tenían reservas de medicamentos para dos o tres días en la situación actual. Estamos en vísperas de una catástrofe humanitaria mientras el mundo mira el Mundial“.
Además, el combustible escasea y el suministro eléctrico funciona de forma intermitente: hay luz durante ocho horas y se corta durante doce. Esto afecta también a los hospitales, a las incubadoras y a las máquinas de diálisis o las ambulancias, que sólo funcionan en casos de extrema urgencia.
“Tienen que echar a gente de la UCI aunque no esté bien”, relata Manuel. “Todos tenemos miedo, pero algunos lo controlamos mejor”, explica el voluntario español, “cuando cae un bombazo cerca de donde estás, el edificio baila, nadie se queda impasible”. Narra la tensión que supone salir tras un bombardeo para informar de la situación o para visitar a alguna familia afectada y ver los ‘drones’ israelíes pasando por encima, pero asegura que “hay que hacerlo, hay que superar el miedo”.
(Tomado de 20Minutos)
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