martes, 30 de septiembre de 2014

Ataques de “bandera falsa”: pasado, presente ¿…y futuro?

Quienes creen en “teorías conspirativas” les encanta el concepto de ataques de “Banderas Falsas”: o sea, la idea de que cuando una nación – usualmente muy poderosa – necesita una excusa para hacerle la guerra a otra nación – usualmente algún adversario más débil – se las arregla para orquestar un “ataque” contra sí misma para luego culpar a esta otra nación, usándolo como excusa para atacarla.
Desde luego que esto no es tan simple y puede sonar como una locura; sin embargo, como le dijera Polonio a Hamlet “Aunque parezca una locura, sin embargo tiene cierto método y coherencia…”
¿Entonces, hay algo de cierto detrás de tales maniobras que hace que tantas personas crean que conforman una explicación plausible de muchas cosas insólitas que hoy ocurren en este loco mundo?
Cuando los historiadores repasan los hechos de las últimas décadas y siglos, muchos eventos clave que han generado guerras mundiales, conflictos regionales, y convulsiones políticas resultan difíciles de explicar si sólo los percibimos como acontecimientos “espontáneos”, resultado de penosos “errores” cometidos por políticos, o de la estupidez de las masas o, simplemente, de la “mala suerte”. Desde luego que muchas veces los hombres se comportan tontamente pero “la culpa no la hallaremos en nuestras estrellas sino en nosotros mismos” observó alguna vez el noble Casio.
Sin embargo, personas más esclarecidas van comprendiendo que los niveles máximos del poder mundial – o sea, aquellos grupos muy pequeños, poderosos y altamente consistentes y coordinados en distintas partes del mundo que operan dentro de una red de dinero, influencias y presiones en el escenario mundial – tienen demasiados intereses y metas en común como para quedarse como meros observadores del devenir mundial dejando que “las cosas ocurran por sí mismas“.
Pues las cosas no son tanto el resultado de las acciones – buenas y malas – de las mayorías de los pueblos, sino más bien el resultado del planeamiento, maniobras y direccionamiento cuidadoso realizado por esas pequeñas minorías disciplinadas.
Ellas son quienes disparan episodios trascendentes – guerras, revoluciones, invasiones, asesinatos, “liberaciones” nacionales – que luego son adecuadamente presentados ante los pueblos para que las adopten como sus propias causas: como sus guerras, sus revoluciones y sus invasiones…. Pero, ¿hay algo más detrás de todo esto?
El pasado…
Muchos creen que ciertos eventos “bisagra” de nuestra historia fueron ingenierizados como “banderas falsas”: el hundimiento del acorazado norteamericano “USS Maine” en la bahía de La Habana en 1898 que llevó a la guerra con España y dio nacimiento al Imperio Norteamericano; el previsible hundimiento del vapor de pasajeros “Lusitania” en 1917 que transportaba pertrechos de Guerra a los británicos y arrastró a EE.UU. a la primera guerra mundial; el incendio del Reichstag en Berlín en 1933 que permitió anular a la oposición política; el ataque japonés a la base naval de Pearl Harbor en 1941 que dio al presidente Franklin Roosevelt la excusa perfecta para hacerle la guerra a Alemania y el Japón; el “incidente” del Golfo de Tonkín que en 1964 permitió a EE.UU. escalar la Guerra de Vietnam…
Muchos historiadores creen que estos episodios fueron preparados a propósito para que sirvan de excusas para la guerra y obtener réditos políticos.
Una cosa es verdad: todos esos hechos cambiaron al mundo de una manera dramática. No que todos los episodios de Bandera Falsa siempre salgan bien pues algunos fracasaron. Por ejemplo, en 1967 durante la Guerra de los Seis Días entre Israel y sus vecinos árabes, cazabombarderos israelíes camuflados atacaron al buque norteamericano “USS Liberty” que navegaba las aguas del Mediterráneo tratando de hundirlo para poder culpar a Gamal Nasser de Egipto y así arrastrar a EE.UU. en esa guerra del lado israelí. Mas el “USS Liberty” no pudo ser hundido a pesar de que los ataques mataron a 34 marineros…
Y por supuesto, la “Madre de todas las Banderas Falsas” quizás sean los ataques del 11 de septiembre de 2001 contra la Torres Gemelas y el Pentágono. Trece años después millones de personas van tomando conciencia de que existen preguntas imposibles de contestar, entre ellas la más grave: ¿Por qué la Torre No. 7, un rascacielos de 47 pisos que no fue impactada por ninguna aeronave, sin embargo colapsó en forma perfectamente vertical a velocidad de caída libre?
Presente…
Ninguno de los multimedios o gobiernos occidentales admitirán jamás que los ataques de Falsa Bandera existen.
Sin embargo – igual que las proverbiales brujas en las que nadie cree – que existen, existen! ¿De qué se trata entonces? ¿Hemos de considerar a los “escenarios de banderas falsas” como una manera de comprender algunos asuntos mundiales de alta complejidad? ¿Pueden ayudarnos a identificar mejor ciertos “trucos sucios” que nos juegan los máximos estamentos decisorios del poder mundial?
Preguntas fundamentales:
1. Por qué y para qué…: Cada vez que observamos eventos cuidadosamente planificados de muy alto perfil y enorme impacto que inmediatamente justifican acciones de guerra contra algún “enemigo pre-elegido” – se trate de algún “estado transgresor”, o la “guerra global contra el terrorismo”, o algún “día que quedará en la infamia” – debemos siempre hacernos dos preguntas clave: (1) ¿a quiénes beneficia?, y (2) sigamos el camino del dinero… Tampoco hemos de ser simplistas y creer que ataques de bandera falsa forman parte del planeamiento oficial de ningún gobierno.
Quizás esto pudo ser así hace 70 o 100 años, pero hoy no. … El desafío es identificar a operadores más discretos: planificadores de elites muy efectivos, flexibles, bien financiados, capacitados y protegidos que se encuentran enquistados muy profundamente dentro de las estructuras de poder públicas y privadas de las naciones. No sólo operan desde dentro de los gobiernos, sino también desde empresas contratistas, bancos de cerebros, multimedios, universidades y servicios de inteligencia locales y extranjeros, entre otros. Conforman una nutrida red cuyas raíces ocultas podrán incluir grupos abiertamente ilegales: mafias, barones del tráfico de armas y de la droga, y grupos terroristas y guerrilleros. Se trata, en verdad, de una red de compleja ingenierizacion conformada por nivel sobre nivel de organizaciones, protagonistas y elementos legales, semi-legales y abiertamente ilegales.
Como una cebolla, a medida que se levanta una cáscara, aparece otra hasta que al final no queda nada… De ahí la importancia que tiene para ellos erigir muros de contención correctamente ensamblados, para que cada actor desempeñe el rol que le corresponde sólo “sabiendo lo que necesita saber” para desempeñarlo.
A veces hasta se “pelean entre sí” igual como lo hacen los actores de una obra de teatro: podremos ver a un obsesionado príncipe Hamlet “matar” al rey Claudio, mas una vez terminada la obra ambos actores podrán relajarse e ir juntos a tomar una cerveza en el bar de la esquina…
Pues sólo se trata de una obra en la que, “todo el mundo es el escenario y los hombre apenas actores en el mismo. Así, mientras que el 11 de septiembre, George W Bush estaba ocupado declarándole la “Guerra Global contra el Terrorismo” llena de odio y venganza a Osama Bin Laden y su pandilla de malhechores, un día antes su papa George H W Bush se reunía con sus socios Bin Laden en el Hotel Four Seasons de Washington DC participando de una junta corporativa de The Carlyle Group. Los negocios siempre serán negocios…
2. Tecnología: A medida que la tecnología progresa, los eventos de bandera falsa se tornaron más y más sofisticados y complejos, y su planeamiento y ejecución llegaron a ser casi perfectos.
Todo el mundo experimentó el shock y terror de ver a las Torres Gemelas volar por los aires como si se les hubieran colocado cargas mini-nucleares y explosivas de demolición controlada dentro de ambos colosos de acero y hormigón que las hicieron colapsar a velocidad de caída libre, transformándose en polvo de nano-termita! Hollywood no hubiera podido hacer un thriller de “infierno en la torre” de semejante dramatismo como los videos reales de aquél fatídico día.
Pero esos videos rápidamente se transformaron en una espada de doble filo al mostrar a plena luz del día muchísimas incongruencias imposibles de explicar. ¿Por qué ambas torres colapsaron tan repentina y catastróficamente? ¿Por qué se encontró un agujero tan pequeño en el Pentágono a través del cual sólo un Boeing 757 “liquido” hubiera podido escurrirse? ¿Cómo diablos hizo el dueño del World Trade Center, Larry Silverstein, para lograr que la Torre No. 7 de 47 pisos colapsara en forma perfectamente vertical apenas una hora luego que él mismo declaró que decidió “tirarla abajo”? Efectivamente…Demasiadas preguntas imposibles de responder!
En fin… Ya pasaron aquellos viejos tiempos en los que no había ni fotografías ni películas de episodios de bandera falsa, sino tan solo los reportajes periodísticos de los grandes medios Hearst y el “New York Times“, que eran luego repetidos por todo el mundo en disciplinada alineación informativa.
Hasta la famosa bala mágica que mató al presidente Kennedy sólo se hizo famosa porque la mala (buena) suerte quiso que aquél soleado día de noviembre de 1963 en Dallas, el ciudadano Abraham Zapruder se acercara a la Plaza Dealy a filmar a su presidente con su cámara Super-8! Pero las imágenes de entonces eran borrosas, poco claras,granuladas… Hoy el público está mucho más alerta. Hace muchas más preguntas y busca explicaciones “alternativas”.
Cada vez más gente duda que los señores que ocupan la Casa Blanca, el Pentágono, el Departamento de Estado, Downing Street, Palais D’Elysée, la CIA, MI6, y Mossad nos estén diciendo la verdad…
3. Consumir antes del… Hace 50 o 100 años atrás, un evento de bandera falsa bien planeado y ejecutado tenía una duración políticamente de muchas décadas, logrando posicionarse cómodamente en los libros de historia por largos años.
Igual que una botella de buen vino, se los podía guardar en los sótanos de la historia durante muchas décadas sin temor a que se echaran a perder; todo lo contrario, igual que el vino con el pasar del tiempo se ponían mejor. Sin embargo, las banderas falsas de nuestros tiempos – infinitamente más complejos, osados y peligrosos – pareciera tener una “vida útil” cada vez más corta.
Ya no se parecen a un buen vino, sino más como a un yogurt que debemos consumir rápidamente antes que se eche a perder. Existe cierta lógica detrás de los eventos de bandera falsa; tanto los viejos como lo nuevos. Quienes los llevan a cabo saben que, a la larga, los historiadores e investigadores del futuro probablemente terminen descubriendo parte o toda la verdad detrás de ellos. Pues ninguna operación de altísimo perfil y trascendencia podrá falsificarse para siempre.
La clave del “éxito” para ellos está en que ese plazo “a la larga”, sea realmente extenso: dentro de 80, 100, 120 años en el futuro, pues entonces cuando se descubre la verdad en tan lejano futuro, ya no tendrá consecuencias políticas sino que será un mero “dato histórico”; incluso anecdótico. ¿Qué importa hoy si se comprueba que, efectivamente, buzos tácticos norteamericanos volaron el acorazado “USS Maine” en la bahía de La Habana en 1898? ¿A quién le puede importar? ¿Acaso España invadirá La Florida si esta noticia se da a conocer hoy? ¿Qué importa si el Imperio alemán tenía razón, después de todo, en considerar al “Lusitania” como un blanco de guerra legítimo en 1917? ¿A quién le puede importar?
Si mientras tanto Alemania perdió no una, sino dos guerras mundiales… Sin embargo, si hoy se conociera la verdad oculta detrás de los ataques del 11 de septiembre, eso representaría un disparo al propio corazón de la estructura de poder que hoy controla a EE.UU.: a los Neo-Conservadores de Bush por haber permitido, encubierto y mentido acerca de lo que realmente ocurrió; a la administración Obama por haber mirado para otro lado, a toda la dirigencia política norteamericana y la de sus aliados de aquellos años: los Tony Blair, José Aznar, Silvio Berlusconi, sheiks árabes, y todos los que acompañaron y participaron en aquella vil canallada, se encontrarían en muy serias dificultades…
En verdad, una revelación de esta naturaleza haría que la credibilidad de los gobiernos occidentales, sus medios de prensa y entorno académico sufran un colapso catastrófico a nivel mundial.
¿Y el futuro?
Puede que el lector se pregunte para qué nos ocupamos de este tema. La respuesta es simple: porque hoy existen muchos indicios de que podría estar preparándose otro mega-atentado de bandera falsa en estos precisos momentos. Uno tan horrendo, enorme e inimaginable que permitiría a las estructuras de poder enquistadas dentro de EE.UU., Reino Unido, Unión Europea e Israel hacerle la guerra a todos sus enemigos globales al mismo tiempo y durante muchos años: el mundo musulmán, Rusia, China y sus aliados, junto con todo otro país que tenga la osadía de mantenerse neutral en esa venidera tercera guerra mundial.
Sería un mundo en el que no habría lugar para quienes no piensen que EE.UU., Reino Unido, Unión Europa e Israel no son los “buenos” de la película… Como dijera George W Bush tan elocuentemente al poco tiempo de los ataque del 2001, “cada país debe tomar una decisión: o están con nosotros o están contra nosotros”.
¿Y quiénes serán los “culpables” oficiales de semejante episodio? Pues ya está ampliamente pre-anunciado: el “Estado Islámico” con el apoyo de Irán, Siria, Rusia, apoyados por China… Bueno, usted podrá imaginarse todo el cuento… Esta es la gran encrucijada en la que hoy se encuentra la humanidad: quienes manejan el mundo exigen que todos adoptemos su visión del mundo simplista y binaria que divide todo en “buenos y malos”, “blanco o negro”, dónde ellos son siempre los únicos “buenos”.
Quizás hoy estemos al borde del momento más trascendente de la historia humana; que estemos ante el Ser o No Ser del Hombre… Nos guste o no, quizás pronto todos debamos enfrentarnos a esa terrible cuestión. De manera que más vale que vayamos ordenando nuestras ideas, mirando bien al mundo que nos circunda, entendiendo quién es quién, y abriendo bien los ojos y el entendimiento.
Hoy más que nunca es tiempo de pensar con nuestro propio cerebro y no con el del Enemigo. Medítelo y piense bien qué va a hacer…
Adrian Salbuchi es analista político, autor, conductor del programa de televisión “Segunda República” por el Canal TLV1 de Argentina. Fundador del Proyecto Segunda República (PSR).www.proyectosegundarepublica.com
Adrian Salbuchi /  RT
Visto en  :  Sott.net

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