Ernesto Guevara fue tomando conciencia política a través de varios acontecimientos internacionales: la guerra del Paraguay y Bolivia; la Guerra Civil española y la segunda guerra mundial.
Argentina tenía una larga tradición «neutralista» frente a las guerras europeas, que había sido sostenida y defendida por todos los partidos políticos desde el siglo XIX. Las causas del «neutralismo» argentino son complejas, pero una de las más importantes está relacionada con la condición de proveedor de alimentos para los británicos y Europa en general. Tanto en la primera como en la segunda guerra, Gran Bretaña necesitaba garantizar el abastecimiento de alimentos (granos y carnes) a su población y a sus tropas, y ello hubiera sido imposible si Argentina no mantenía la neutralidad, ya que los barcos de carga hubieran sido los primeros en ser atacados, interrumpiendo el suministro. Simultáneamente, Argentina había mantenido una posición tradicionalmente reticente a la visión hegemónica del panamericanismo que había impulsado Estados Unidos desde fines del siglo XIX.
Don Ernesto Guevara Linch, padre del Che nos relata: “El pueblo argentino conocía las intenciones de Hitler; pero donde creció con más fuerza la resistencia al nazismo fue en la clase proletaria de nuestro pueblo, la que se colocó sin titubear de parte de los aliados, no por defender un capitalismo contra otro capitalismo, sino porque en el fondo comprendió que estaba defendiendo la autonomía de nuestro país, aparentemente libre pero que peligraba caer bajo la bota del ensoberbecido ejército alemán nazi. (…) El clima de peligro de una invasión iba tomando cuerpo día a día en la República Argentina y fue entonces que nació una entidad llamada Acción Argentina, fundada por un grupo de ciudadanos de diversas tendencias políticas, unidos por un verdadero credo nacionalista antifascista (…) A mí me tocó crear el comité de la Acción Argentina en Alta Gracia. En muy poco tiempo tomó cuerpo y llegó a ser uno de los más importantes de la provincia de Córdoba.”
La organización Acción Argentina fue creada el 5 de junio de 1940 a partir de una propuesta del Partido Socialista con el fin de promover el ingreso de Argentina a la Segunda Guerra Mundial integrando el bando Aliado.
Su manifiesto inicial estuvo encabezado por el ex presidente radical Marcelo T. de Alvear y la organización estaba dirigida por una Junta Ejecutiva Central integrada por Raúl C. Monsegur, Federico Pinedo, Jorge Bullrich, Alejandro Ceballos, Julio A. Noble, Victoria Ocampo, Emilio Ravignani, Nicolás Repetto, Mariano Villar Sáenz Peña y Juan Valmaggia. La organización creó filiales que llegaron a sumar alrededor de 300 en todo el país.
Acción Argentina organizaba actos, propaganda, entrega de folletos e incluso espionaje de las actividades de la numerosa comunidad alemana radicada en este país.
El 25 de mayo de 1941 se realizó el Cabildo Abierto de Acción Argentina, un congreso nacional de sus filiales que sumaban en ese momento 347. Una de las personalidades más destacadas en el Cabildo Abierto fue el General Agustín P. Justo, quien se había desempeñado como presidente hasta 1938.
El congreso eligió una nueva Junta Ejecutiva Central, resultando presidente el demócrata progresista Julio A. Noble, vicepresidentes los socialistas Alicia Moreau de Justo y Américo Ghioldi, el conservador José Aguirre Cámara, el radical Mauricio Yadarola, y los independientes Rodolfo Fitte y Rafael Pividal.
“Ernesto había hecho sus primeras armas “revolucionarias” cuando apenas tenía uso de razón, apoyando al gobierno republicano español, sin comprender todavía bien a fondo el porqué de tal apoyo. El segundo apoyo lo dio cuando al comienzo de la guerra europea se adhiere a la Acción Argentina y empieza a trabajar, siendo una criatura, contra el avance de la penetración nazi en América. Todos los afiliados tenían sus carnés que los identificaban como tales. Ernestito tenía el suyo perteneciente a la “Juventud” de aquella agrupación, el cual exhibía con orgullo” agrega don Ernesto.
Luego de Pearl Harbor, en la III Reunión de Consulta de Ministros de Relaciones Exteriores (Conferencia de Río de Janeiro) realizada en enero de 1942, Estados Unidos intentó que todos los países americanos lo siguieran en bloque ingresando a la guerra. Para Estados Unidos, que no resultaba afectado de ningún modo por la interrupción del comercio entre Argentina y Europa. La Segunda Guerra Mundial se le presentaba como una excelente oportunidad para terminar de imponer su hegemonía continental, tanto política (expresada en el panamericanismo) como económica y desplazar definitivamente a Gran Bretaña de su punto fuerte en América. Pero Argentina, a través de su canciller, el Premio Nobel de la Paz Carlos Saavedra Lamas, se opuso a la entrada en la guerra de los países americanos en bloque, frenando la propuesta estadounidense. A partir de entonces la presión norteamericana no dejaría de crecer hasta hacerse irresistible.
“Mi hijo Ernesto - nos recuerda el padre del Che- captaba todas las noticias que nosotros los hombres comentábamos en los círculos de nuestras instituciones. Allí se hablaba de una posible invasión nazi a nuestra patria y de sus consecuencias. La juventud de esta institución se puso en movimiento y cuando yo salía de viaje por la sierra cordobesa en busca de pruebas sobre infiltración, casi siempre me acompañaba Ernesto. A pesar de su edad fue uno de los que con más entusiasmo y responsabilidad ayudaron en las investigaciones. Ernesto además de enterarse de nuestras actividades pudo ver personalmente las piedras pintadas, el cerro mocho, las casas de los alemanes, los entrenamientos con bastones y muchas cosas más. Todo el tiempo que disponía fuera de sus estudios y juegos lo dedicaba a colaborar con nosotros.
Aquel brote de lucha por nuestra independencia que estaba amenazada y que dirigió la Acción Argentina, tuvo una poderosa influencia en él. Ernesto tenía once años cuando comenzó la guerra europea y diecisiete cuando terminó (…) Ya había sentido el impacto de la guerra civil española a través de los combatientes que llegaron Alta Gracia en calidad de refugiados. Cuando se desata la guerra europea, Ernesto, ya con otros horizontes políticos –sociales debido a lo que aprendió en la guerra civil española, pudo calar bien a fondo el sentido de la guerra europea, y pudo, debido a su militancia en la “Juventud” de Acción Argentina, actuar junto a nosotros, que profundamente preocupados por el posible triunfo del ejército nazi fascista estábamos dispuestos a defender nuestro país a cualquier precio. (…) cada vez que se efectuaba un acto organizado por la Acción Argentina” o teníamos que hacer una averiguación importante, Ernesto me acompañaba.”
Frente a la guerra, la población argentina se dividía en dos grandes grupos: «aliadófilos» y «neutralistas». El primer grupo era favorable al ingreso de Argentina en la guerra en el bando aliado, en este grupo militaba la familia Guevara, mientras que el segundo sostenía que el país debía mantenerse neutral. Un tercer grupo, los «germanófilos», era francamente minoritario y ante la imposibilidad de que Argentina entrara a la guerra apoyando al Eje, solía apoyar la neutralidad confundiéndose con los neutralistas.
Don Ernesto Guevara Linch continúa su relato: “El se sentía orgulloso de pertenecer a la “Juventud” de esta institución. Una tarde debíamos viajar a Ciudad de Córdoba, allí tendría lugar un gran mitin y hablarían al pueblo los máximos dirigentes de esta institución y estarían representadas todas las familias de la provincia.
Yo debía abrir este acto en una plaza pública central.
Pero aquella mañana del día en que debíamos viajar, Ernesto amaneció con un fortísimo ataque de asma. Todos los remedios que se le suministraban fueron inútiles. Estaba desesperado porque la madre no quería que fuera y me pidió que interviniera para que lo dejaran ir. No quería perderse un acto en que yo hablara. Me dio pena dejarlo en casa y llevando con nosotros los remedios habituales nos fuimos todos a la ciudad de Córdoba.
Ernesto se sentía feliz. Iba a cumplir con su obligación con la Acción Argentina y además iba a poder oír a su padre hablar en público.”
Tanto el presidente radical anti personalista Roberto Ortiz (1938-1942) como el conservador Ramón Castillo (1942-1943) mantuvieron la neutralidad. Presionado por Estados Unidos el Presidente Pedro Pablo Ramírez (1943-1944) finalmente rompió relaciones diplomáticas con los países del Eje el 26 de enero de 1944, y les declaró la guerra el 27 de marzo de 1945, bajo la presidencia de Edelmiro Farrell.
La organización Acción Argentina fue ilegalizada por el gobierno militar de Pedro Pablo Ramírez en 1943.
El Coronel Perón y el GOU
El GOU, Grupo de Oficiales Unidos fue una logia u organización secreta argentina de tendencia nacionalista, creada en el seno del Ejército Argentino el 10 de marzo de 1943. Ese mismo año realizó un golpe de Estado al presidente Ramón Castillo, luego de la "Década Infame", y gobernando el país hasta febrero de 1946. Uno de los principales objetivos fue mantener la neutralidad de la Argentina durante la Segunda Guerra Mundial y evitar que el movimiento obrero se inclinara hacia la izquierda política. Por aquellos años el movimiento obrero estaba muy politizado dirigidos por los comunistas, los socialistas y las corrientes sindicalistas. El GOU era un grupo de oficiales que empezó su vida política en Mendoza, cuando Perón fue trasladado a su regreso de Europa. Eran militares que querían terminar con el fraude de la "Década Infame" que llevaba al conflicto social y contener de esta manera al movimiento obrero para que no terminara desviándose hacia la izquierda". También buscaba evitar la entrada de la Argentina en la Segunda Guerra Mundial. Su lema era "Unión y Organización del Ejército".
Durante este tiempo se producen sucesivos cambios de gobiernos donde el GOU es una de las piezas claves bajo la tutela del Coronel Juan Domingo Perón, llegando a ocupar la Secretaría de Trabajo y Previsión tendiente a captar la voluntad política de los trabajadores. Hizo aprobar decretos leyes de vital importancia en el campo laboral. El poder de Perón iría creciendo junto con su popularidad. En 1944 el general Edelmiro Farrell desplazó de la presidencia al general Pedro Ramírez y nombró a Perón Ministro de Guerra primero y Vicepresidente cinco meses después. Algunos sectores militares vieron con preocupación la creciente influencia del Coronel.
Durante aquel año en el mes de septiembre cuando los aliados liberaron París, Ernesto y sus amigos del Colegio Deán Funes fueron con la multitud a festejar el suceso en la Plaza San Martín, de la ciudad de Cordoba. En sus bolsillos llevaban bolas de acero para arrojar a los cascos de los caballos de la policía montada.
El poder y la influencia creciente de Perón dentro del gobierno militar provino de su alianza con un sector del sindicalismo argentino, principalmente con las corrientes sindicales socialista y sindicalista revolucionaria. Producido el golpe, un sector del movimiento obrero, principalmente el socialista y los anarco sindicalista apoyaron a l Coronel Perón. Algunos de los más destacados fueron el secretario general de Empleados de Comercio el socialista Ángel Borlenghi, el abogado ferroviario —también socialista— Juan Atilio Bramuglia, Luis Gay secretario general de la Federación de Obreros y Empleados Telefónicos (FOET) integrante de la tendencia sindicalista revolucionaria. Todos ellos eran importantes dirigentes de la CGT que por aquellos años estaba dividida.
Un sector importante y representativo del movimiento obrero decidió tomar contacto con los coroneles Perón y Domingo Mercante. Las conversaciones establecieron una alianza inicial, apoyada en la sanción de leyes laborales reclamadas largamente por el movimiento obrero, fortalecimiento de los sindicatos y del organismo estatal que regulaba las relaciones laborales.
La popularidad del Coronel Perón junto a su compañera Eva Duarte era cada vez mayor. Esta acumulación de poder propio además de las presiones políticas y militares internas, llevaron al gobierno a pedirle la renuncia y su posterior detención.
A principios de octubre fue trasladado a la Isla Martín García. El 17 de octubre de 1945 miles de trabajadores impulsados por los sindicatos aliados, provenientes del cordón industrial del Gran Buenos Aires ocuparon la Plaza de Mayo, decididos a no moverse hasta que Perón apareciera en los balcones de la Casa Rosada. Por la noche finalmente el Coronel pudo estrenar su saludo con los brazos en alto. Perón se había impuesto y ya ocupaba un lugar destacado en la política nacional.
Mientras suceden estos acontecimientos donde el Coronel Perón pasa a ser un destacado actor político, Ernesto realiza sus últimos años de la escuela secundaria en la ciudad de Córdoba en el Colegio Deán Funes. Allí conoce a Tomás Alberto y Gregorio Granado, a Gustavo Roca, hijo del más destacado impulsor de la reforma universitaria de Córdoba, Deodoro Roca.
En aquellos años participa de las actividades de la Federación de Estudiantes Secundarios de la provincia. Comienza a leer a José Ingenieros, Sigmundo Freud, Carlos Marx y Federico Engels. También incursiona en la poesía con Antonio Machado, Federico García Lorca, Baudelaire, Pablo Neruda, José Martí, entre otros.
En 1945 comienza a escribir un diccionario filosófico que lo hará de forma intermitente, el cual está conformado por 7 cuadernos. El tercer cuaderno incluye escritos sobre el marxismo leninismo.
Estos apuntes indican claramente el conocimiento que tenia Ernesto de los clásicos marxistas y de su ya clara definición ideológica.
Durante 1945 y 1946 Ernesto participa de las actividades de la Federación de Estudiantes Secundarios de Córdoba, con fuerte influencia de la Federación Juvenil Comunista. A pesar de ello, el historiador Jon Lee Anderson señala que cuando se extendió el rumor de que los peronistas cordobeses se preparaban para apedrear el Jockey Club, símbolo de la oligarquía terrateniente local, Ernesto se declaró dispuesto a acompañarlos. “No me molestaría tirar unas cuentas piedras al Jockey Club”, le escucharon decir sus amigos. Consideraron que era una expresión de sus sentimientos a favor del peronismo, pero es igualmente posible que se comportara como un adolecente fogoso, que solo buscaba desconcertarlos y provocar una discusión.
En aquellos años la Federación de Estudiantes Secundarios sufría los constantes ataques de los grupos nazis de la Alianza Libertadora Nacionalista, que atacaban especialmente a los judíos y comunistas.
Los estudiantes se comenzaron a organizar en células de más de tres estudiantes. En una de ellas estaba al frente Ernesto. Una tarde cuando los matones de la Alianza se pavoneaban con sus navajas con la insignia del Cóndor gravada en la empuñadura e impedían la salida de otros estudiantes, Guevara se arrojó sobre ellos, haciendo girar sin parar la cartera llena de libros. Aquella acción le hizo ganar el respeto de sus compañeros y el temor de los nazis.
A pesar de encontrase en Córdoba, el historiador Fermín Chávez señala que Ernesto participó del histórico 17 de octubre de 1945, cuando contaba con 17 años, señalando que varios e ignotos testigos le habrían escuchado decir que marchaba hacia Buenos Aires para “ver si podían tirarse unos tiros”.
Esta historia quedará como otras tantas ligadas a la leyenda del Che, que quizás nunca se podrá aclarar.
Años después, cuando la revolución cubana había triunfado, dirá el propio Guevara:
“Las potencias imperialistas eran varias y fuertes, y se aprestaban a luchar entre sí por el botín del mundo entero, pero todas coincidían en que había que derrotar a la Unión Soviética. La lucha, la batalla de España fue el preludio de las gigantescas batallas que librarían dos años después de terminada la guerra española. Hitler y Mussolini, de un lado, pero también los aliados occidentales, del otro, estaban preparándose a su manera, para festejar la caída del único poder popular.”
Bibliografía consultada:
Anderson, Jon Lee (1997). Che Guevara. Una vida revolucionaria. Barcelona: Anagrama.
Castañeda, Jorge G. (1997). Compañero: vida y muerte del Che Guevara. Buenos Aires: Espasa.
Constenla, Julia (2006). Che Guevara. La vida en juego. Buenos Aires: Edhesa.
Guevara Lynch, Ernesto (1988). Mi hijo el "Che". La Habana: Ed. Arte y Literatura.
Taibo II, Paco Ignacio (1996). Ernesto Guevara, también conocido como el Che. México: Planeta/Joaquín Mortiz.
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Guevara Linch, Ernesto. Mi Hijo el Che. Editorial Arte y Literatura, La habana 1988.
Fernández Sofía, Rosa María: El Che confía en mí; entrevista a Alberto Granado, Casa Editora Abril. La Habana 2010.
Fernández Sofía, Rosa María: El Che confía en mí; entrevista a Alberto Granado, Casa Editora Abril. La Habana 2010.
Entrevista Carlos “Calica Ferrer”
Entrevista Alfredo Gabela.
Entrevista Isidoro Gilbert.
Entrevista Cesar Ollero.
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