Padres, familiares y compañeros de 42 estudiantes que se dan por desaparecidos desde la masacre de Iguala, perpetrada en septiembre pasado por policías y narcos, según las investigaciones judiciales, intentaron entrar por la fuerza a un cuartel del ejército, en un altercado que causó cuatro heridos, según versiones de la prensa mexicana.
© REUTERS/ HENRY ROMERO
La policía militar antimotines y la policía de Guerrero impidieron con gases lacrimógenos que los inconformes entraran al Batallón 27 de Infantería con sede en Iguala para buscar allí a 42 estudiantes de la escuela rural de maestros de Ayotzinapa.
Un tráiler cargado con refrescos y otro con cervezas fueron utilizados por los manifestantes para derribar el portón de la entrada del batallón, en un choque de casi una hora, con saldo de un periodista, un estudiante y dos padres de familia heridos, reportó el corresponsal del diario La Jornada.
Los familiares y compañeros de los alumnos lanzaron botellas de cervezas como proyectiles contra los uniformados, mientras helicópteros de la Marina sobrevolaban las instalaciones militares.
Los padres de los desaparecidos afirman que el Ejército fue cómplice de la masacre, y algunos especulan que los alumnos fueron incinerados en cuarteles militares, lo cual ha sido rechazado por el gobierno de Enrique Peña y las Fuerzas Armadas.
La investigación oficial judicial establece que la masacre ocurrió cuando policías de Iguala atacaron, por orden del alcalde ese ciudad, dos autobuses repletos de alumnos que habían ocupado ocho unidades de transporte público para viajar a una manifestación en la capital mexicana, con saldo de seis muertos, 20 heridos y 43 alumnos desparecidos.
Los testimonios de tres verdugos llevaron en octubre al hallazgo de restos calcinados en un basurero del pueblo vecino de Cocula, que fueron lanzados a un río, de donde fueron rescatados 17 despojos humanos y enviados a Austria para su identificación, entre los cuales un alumno fue confirmado como asesinado.
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