El Gobierno está muy contento. Se le están arreglando las estadísticas del paro registro en estos meses. Y decimos las estadísticas, que no la situación. Pero claro, eso al Gobierno no le importa. Lo que sale en los telediarios son sus hermosos gráficos y las imágenes de los ministros y ministras regodeándose en lo bien que expulsan a los trabajadores: primero, del mercado laboral, después, del país. Pero claro, a eso ellos lo llaman bajar el paro.
Las estadísticas lo soportan todo. Incluso la más cruel de las mentiras. El Ejecutivo se alegra porque el paro registrado es de 4.447.711, lo que implica un descenso anual de algo más de 250.000 inscritos. Olé. Se les olvida comentar, empero, que ellos recogieron la estadística con una cifra de 4.420.642 personas, por lo que el balance de la legislatura, y no de la coyuntura navideña, es negativo, claramente negativo.
Y lo es más todavía si contemplamos el mecanismo real empleado para maquillar los resultados: la desertización del mercado laboral español. De una parte, han caído los demandantes de empleo que se apuntan en los registros oficiales ¿para qué, si han perdido toda esperanza de encontrar un trabajo?
Pero, sobre todo, ha caído la fuerza laboral en España, las personas en edad de trabajar. Como en los mejores tiempos del franquismo, España exporta a otros países mano de obra desesperada, harta y cansada de buscar una oportunidad de trabajo que aquí ni llega ni se la espera. La población activa se ha recortado en 241.700 personas este año, a los que hay que sumar los 547.980 emigrados durante 2013.
Y para terminar de pinchar el globo oficial, sólo hace falta contemplar otro dato que, curiosamente, el Gobierno no quiere entrar a analizar. Aunque haya más contratados, aunque las estadísticas se maquillen y edulcoren, lo cierto es que España no crea más riqueza. En España no se trabajan más horas, que sería lo obvio al crecer la contratación. Antes al contrario, el volumen global de horas trabajadas en nuestro país durante 2014 ha descendido.
Da igual que el Ejecutivo se esfuerce en vender humo. La realidad está en la calle, está en los miles de hogares que no perciben ningún ingreso porque han agotado las prestaciones. La realidad es que, incluso los que encuentran un trabajo, por unas horas, mal pagado, sin derechos, incluso esos ‘afortunados’ no tienen garantizado que empezar a trabajar signifique salir del umbral de la pobreza y la exclusión social.
Esta es la verdad. Lo demás, estadísticas. Lo demás, propaganda electoral.
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