Hace una semana, en San Cristóbal (estado de Táchira, Venezuela), un estudiante de 14 años era abatido por un miembro de la Policía Nacional Bolivariana, provocando una tormenta informativa mundial. Todo lo contrario al tratamiento informativo de cuatro recientes asesinatos de policías en EEUU, o de otras actuaciones policiales en países –por ejemplo- de la Unión Europea que, o no son noticia o quedan como una anécdota pasajera.
José Manzaneda, coordinador de Cubainformación.- Estados Unidos: el pasado 10 de febrero, un trabajador agrícola mexicano, era abatido en Pasco (Washington), tras arrojar piedras a la policía (1). Tres agentes le dispararon hasta 17 veces, a pesar de que iba desarmado. Es el cuarto tiroteo mortal protagonizado por policías, desde el pasado verano, en la citada localidad de Pasco.
Es una escena parecida a la de agosto del pasado año, en Ferguson (Misuri), cuando un joven negro desarmado fue asesinado con 6 disparos, 2 de ellos en la cabeza, por un policía blanco (2). Unas semanas antes, otro joven negro moría asfixiado por un policía de Nueva York (3). Se realizaron protestas masivas por estos dos asesinatos en 170 ciudades de EEUU. En Ferguson, el Gobierno llegó a decretar el toque de queda y la Guardia Nacional empleó armas y munición de guerra en las manifestaciones (4).
Este reciente 1 de marzo, un video casero mostraba cómo 3 policías de Los Ángeles mataban de 5 disparos a un hombre –también negro- que vivía en la calle, tras ofrecer resistencia (5).
Son apenas cuatro ejemplos –cercanos en el tiempo- de la brutalidad policial en EEUU, cuyo Gobierno prefiere juzgar la actuación de las fuerzas del orden de sus países oponentes. Por ejemplo, las de Venezuela. Para ello, la gran prensa internacional actúa como un poderoso órgano de propaganda de la Casa Blanca.
Hace una semana, en San Cristóbal (estado de Táchira, Venezuela), un estudiante de 14 años era abatido por un miembro de la Policía Nacional Bolivariana, provocando -en este caso sí- una tormenta informativa mundial: centenares de noticias (6), numerosos editoriales de repulsa, decenas de artículos de opinión con sugerencias (7) o peticiones directas de intervención de organismos de derechos humanos (8), y un sinfín de tertulias radiofónicas y televisivas. Todo lo contrario al tratamiento informativo de los citados casos ocurridos en EEUU, o de otras actuaciones policiales en países –por ejemplo- de la Unión Europea que, o no son noticia o quedan como una anécdota pasajera (9) (10).
Curiosamente, en EEUU, las autoridades policiales y políticas defendieron, en todos los casos citados, la actuación de los agentes, que no han sido sancionados. En Venezuela, por el contrario, la actuación policial fue condenada duramente por el Gobierno (11) y por el Defensor del Pueblo (12), y el agente implicado fue detenido a las pocas horas del asesinato (13). El mismo día, el Ministerio Público ya había designado a dos fiscales nacionales y uno estadal para las investigaciones (14).
A pesar de ello, Washington ha emitido, solo en el mes de febrero, 65 comunicados de condena contra diferentes actuaciones del Gobierno de Venezuela, incluido, por supuesto, uno sobre la citada muerte (15).
Mientras, los grandes medios de comunicación de todo el mundo continúan su campaña implacable de demonización del Gobierno de Venezuela. El diario británico The Independent afirmaba categóricamente, hace unos días, que “ha llegado la hora” de la caída del Presidente Nicolás Maduro (16). Una sentencia que recorre todo el sistema informativo mundial, desde los medios privados de Venezuela a las grandes agencias de noticias, pasando por las cadenas de televisión y radio de EEUU o Europa. Demostración, en definitiva, de que estos medios son, hoy por hoy, el verdadero poder político. Y uno de los principales enemigos de la democracia (17).
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