Los medios de comunicación no prestan atención a lo que está sucediendo, pero existe una “crisis oculta”, consistente en el asesinato impune de muchas personas que defienden la tierra y la naturaleza contra los intereses de gobiernos y corporaciones.
El año pasado, el promedio de asesinatos fue de más de dos muertos por semana.
Principalmente, las personas asesinadas estaban involucradas en disputas relativas al control y al uso de la tierra, así como también a incidentes relacionados con la contaminación, la conservación de la vida silvestre y la pesca ilegal.
Informes de este año procedentes de la organización Global Witness, también han hallado un aumento de muertes entre activistas que protestan contra las represas hidroeléctricas.
Global Witness, una organización que hace campaña por la transparencia en la extracción de recursos globales, señala que en 2014, 116 defensores del medio ambiente y de la tierra fueron asesinados, el 40% de los cuales eran indígenas. El informe señala que la falta de información accesible al respecto, hace que esta sea una cifra conservadora y que el número de asesinados sea bastante superior.
Según afirma un miembro de la comunidad de Panamá en el valle del Bajo Aguán, en Honduras: “Aquí la policía, los militares, los fiscales, los jueces, todos ellos están dispuestos a defender a los propietarios de las grandes fincas, mientras nosotros estamos muriendo”.
El informe documenta ejecuciones en 17 países, aunque casi tres cuartas partes de ellos tuvieron lugar en América Central y América del Sur. El país con mayor número de asesinatos fue Brasil con 29, seguido de Colombia con 25, y Filipinas, con 15.
Honduras tiene la dudosa distinción de ser el país con el mayor número de homicidios per cápita. Berta Cáceres, que ha estado involucrada en una campaña de un año de duración para detener una presa que amenaza con desplazar a la comunidad indígena de sus tierras ancestrales, afirma que: “Me siguen. Ellos amenazan con matarme, con secuestrarme, amenazan a mi familia. Eso es a lo que nos enfrentamos”
-El 24 de octubre de 2014, Henry Alameda, un líder indígena Lumad del sur de Filipinas, fue sacado de su casa, llevado a una zona boscosa y asesinado a tiros por un grupo paramilitar. Alameda era un miembro activo del consejo MAPASU, una organización que protesta contra las operaciones mineras y las plantaciones en la región de Caraga.
Global Witness hace hincapié en los desafíos que representan la búsqueda de los autores de estos crímenes, aunque en algunos casos ha sido capaz de señalar a grupos paramilitares o a guardias de seguridad privada.
Sin embargo, según el informe, “Los verdaderos autores de estos crímenes son poderosos núcleos formados por intereses corporativos y estatales, que se escapan sin castigo”
Y como siempre, los medios de comunicación, al servicio de los grandes poderes y los gobiernos, no abren la boca sobre ello…
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