El presidente israelí, Reuven Rivlin, admitió en declaraciones difundidas hoy aquí que su país cometió errores en el tratamiento a los judíos etíopes y que los ha ignorado.
Rivlin, cuyo cargo carece de autoridad gubernamental, reconoció que “el sufrimiento de los judíos etíopes es una herida abierta”, horas después de violentas protestas en esta capital de miembros de esa comunidad que acusan de racismo a las autoridades en general y a la Policía en particular.
Las manifestaciones comenzaron hace varios días, pero este domingo se hicieron más violentas tras la difusión de imágenes que demostraban la falsedad de alegaciones contra un soldado de esa comunidad, Damas Pakada, acusado de agredir a un oficial y un agente de la Policía.
Hemos cometido errores. No miramos ni escuchamos lo suficiente, dijo el mandatario.
Fuentes oficiales culparon a extremistas de derecha y de izquierda de exacerbar los ánimos, pero organizaciones de defensa de los derechos civiles afirman que incidentes del mismo tipo son cotidianos.
¿Qué habría pasado si las imágenes del ataque contra el soldado no llegan a Internet?, se preguntó Fentahun Assefa-Dawit, director ejecutivo del movimiento Defensa para la Igualdad y la Justicia de los Etíopes Israelíes.
El 40 por ciento de los presos israelíes son de origen etíope, que apenas forman el dos por ciento de la población del país existe una gran desconfianza entre ellos y la Policía, añadió.
Los judíos etíopes se abstienen de solicitar asistencia policial porque temen ser detenidos en vez de ayudados, agregó para descriir la situación que atraviesa esa comunidad.
En 2013 una legisladora israelí descendiente de etíopes, Pnina Tamano-Shata, presentó una demanda por discriminación contra el Gobierno después que trató de donar sangre y los encargados de la campaña se rehusaron a aceptarla “para no mezclar sangre negra con blanca”.
En 1984 y 1991 las autoridades israelíes organizaron con gran despliegue publicitario sendos puentes aéreos para extraer a los fallachas, como se conoce a los judíos etíopes, los cuales aseguraban eran miembros de una de las tribus israelitas perdidas.
Tan pronto llegaron a Israel, los refugiados encontraron dificultades para insertarse en la sociedad y denunciaron que estaban siendo utilizados como carne de cañón en las frecuentes agresiones militares de ese país contra el sur de El Líbano y otros países árabes.
PL
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