HISPAN TV – Mientras EE.UU. sigue pensando en cerrar o no su cárcel de Guantánamo, salen a luz las atrocidades que han sufrido los reos en el limbo judicial, como el caso de Shaker Aamer.
Shaker Aamer asegura que funcionarios estadounidenses amenazaron con violar a su hija de cinco años durante las horribles sesiones de interrogatorios en las bases militares estadounidenses en Bagram y Kandahar, en Afganistán, donde fue capturado bajo la sospecha de haber trabajado para el grupo terrorista Al-Qaeda, según ‘The Independent’.
“Un interrogador habló de lo que haría a mi hija de cinco años en detalles que me destrozaron”, recuerda Aamer, que sin ser enjuiciado, permanece recluido los 13 últimos años en la base naval estadounidense de Guantánamo, en el este de Cuba, que construyó Washington para albergar a los sospechosos de terrorismo.
En otra amarga remembranza, Aamer indica que otro interrogador supuestamente utilizó una mezcla de crueldad y amabilidad al darle comida caliente antes de reiniciar la tortura.
“Me habló como si yo fuera un ser humano. Luego me decía que iba a violar a mi hija de cinco años, le iba a hacer esto y lo otro sexualmente, que mi hija iba a gritar sin parar“, precisa Aamer nacido en Arabia Saudí, casado con una ciudadana británica que vive con sus cuatro hijos en Londres, la capital del Reino Unido; sus abogados afirman que en 2007 se dictaminó su liberación por autoridades de EE.UU. pero aún se encuentra detenido.
Aamer afirma que estuvo en Afganistán trabajando para una organización benéfica de niños y firmó una confesión falsa en 2001. “Les habría dicho que yo era Bin Laden con tal de parar la tortura”.
Varias organizaciones pro derechos humanos, entre ellas Reprieve y Amnistía Internacional han estado presionando para la liberación de Aamer.
En enero, el presidente del Gobierno británico, David Cameron planteó personalmente la liberación de Aamer al mandatario estadounidense, Barack Obama, y en marzo, lo hizo un grupo de parlamentarios británicos pero al parecer la situación de este reo no ha cambiado.
Desde el pasado diciembre cuando EE.UU. y Cuba decidieron acercar sus relaciones diplomáticas se ha abierto la esperanza del cierre de esta nefasta prisión, pues la devolución del territorio donde se emplaza esta cárcel es una condición de La Habana para el mejoramiento de sus nexos con Washington.
En los pasados 18 meses se han trasladado cerca de 40 prisioneros fuera de Guantánamo, donde ahora quedan 122 -el nivel más bajo desde su apertura en enero de 2002- y de ellos 57 están autorizados para ser transferidos a otros países, después de pasar por un proceso de revisión entre varias agencias federales.
Obama aceleró en 2014 los traslados antes de que el Congreso -dominado por los republicanos tras las elecciones de medio término de noviembre de ese año- pudiera impedirlo, pero el proceso se detuvo a principios de 2015 y según el sitio digital estadounidense Defense One, pudiera reiniciarse a finales de junio.
Tras su toma de posesión en enero de 2009, Obama prometió cerrar ese centro de internamiento, pero la oposición republicana y otros grupos conservadores, han bloqueado todos los esfuerzos del mandatario en ese sentido.
Actualmente, el cierre de esta prisión está en el centro de los debates en el Congreso norteamericano sobre el presupuesto del Pentágono para el año fiscal 2016. De acuerdo con informes oficiales, los contribuyentes estadounidenses tienen que pagar alrededor de tres millones 300 mil dólares anuales por cada uno de los detenidos que permanecen allí.
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