Las Naciones Unidas ha advertido de que las prolongadas negociaciones sobre el futuro de las armas letales autónomas o “robots asesinos”, son tan lentas que las guerras de robots acabarán siendo una realidad.
Los observadores dicen que el Reino Unido y los Estados Unidos son los principales responsables, pues están tratando de diluir los acuerdos para impedir la proliferación de robots de guerra autónomos, con el objetivo de que todas las armas autónomas desplegadas antes de que concluyan los acuerdos al respecto, estén fuera del alcance de la prohibición.
Según Christof Heyns, relator especial de la ONU sobre ejecuciones extrajudiciales, sumarias o arbitrarias:
“Una gran cantidad de dinero se está invirtiendo en el desarrollo de este tipo de armas y los inversores van a querer un retorno de su inversión. Si no hay una prohibición preventiva de las armas autónomas de alto nivel, una vez empiecen a utilizarse de forma efectiva, será extremadamente difícil conseguir prohibirlas”
“China quería discutir distinguiendo ‘tecnologías existentes y emergentes’, pero la redacción los EE.UU. y el Reino Unido sólo quieren hablar acerca de las tecnologías emergentes”, afirma Noel Sharkey, profesor de inteligencia artificial y robótica en la Universidad de Sheffield y co -fundador de la Comisión Internacional para el control de los Robots armamentísticos, una coalición de expertos en robótica que hacen campaña contra el uso militar de los robots.
“El Reino Unido y los Estados Unidos insisten en que el texto de un mandato sobre las armas autónomas debe discutir únicamente sobre tecnologías emergentes. Aparentemente esto es porque ambos tienen la preocupación de que se podrían prohibir algunas de sus armas defensivas actuales como “the phalanx” o la “Cúpula de Hierro”.
“Sin embargo, si consiguen que las discusiones se prolonguen durante varios años, como ya están haciendo, muchas de las armas que nos preocupan ahora ya se habrán sido desarrolladas y potencialmente utilizadas”
Aunque no hay armas totalmente autónomas en uso, ya existen muchos precursores letales semi-autónomos.
Una de esas armas es el centinela robot SGR-1 de Corea del Sur, que es usado por las patrullas fronterizas del país con Corea del Norte y detecta intrusos a dos millas de distancia utilizando sensores de calor y luz.
Los robots están armados con ametralladoras y aunque actualmente son controlados a distancia por los seres humanos, pronto serán capaces de tomar la decisión de matar sin intervención humana.
Israel está desplegando torretas de ametralladoras a lo largo de su frontera con la Franja de Gaza para atacar a infiltrados palestinos automáticamente.
Y el jet de combate Taranis del Reino Unido vuela autónomamente y puede identificar y localizar a los enemigos. Aunque todavía no actúa de forma totalmente autónoma, fue descrito por un ministro de contratos públicos de defensa como un “vehículo que casi no necesita de la intervención de un operador humano”.
Activistas de todo el campo de la robótica y la tecnología han hecho varias peticiones de alto perfil para una prohibición preventiva de las armas autónomas ofensivas en los últimos dos años, incluyendo una carta en julio que fue firmada por más de 1.000 investigadores de inteligencia artificial. La carta decía que las armas ofensivas que operan por su cuenta podrían dar lugar a una mayor pérdida de vidas humanas.
Sharkey ha sostenido en repetidas ocasiones en la ONU que permitir que los robots tomen la decisión de matar por sí mismo es altamente arriesgado: “no existe un software que permita a los robots discriminar entre objetivos civiles y militares”.
Sólo cinco países han respaldado la prohibición de estas armas hasta el momento, con países como los EE.UU., el Reino Unido y Francia argumentando que un ser humano siempre tendrá “un control significativo” sobre las decisiones de los robots, algo que ya está siendo muy debatido.
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