Por Verdad Ahora
El periodista Jeffrey Goldberg reveló que el secretario de Estado norteamericano John Kerry, buscó de distintas maneras para convencer a Obama de usar ataques de misiles teledirigidos contra el gobierno deBashar Al Assad.
La información surge en medio de las negociaciones de paz de Siria.
Según Goldberg, el ex senador pidió al presidente que aprobara ataques contra “blancos específicos” para “enviar un mensaje” al mandatario sirio y sus aliados internacionales, de manera tal que se viera obligado a “negociar por la paz”. Bajo esa estrategia, EEUU no tendría por qué reconocer el acto públicamente, ya que Assad “sabría con seguridad de donde provinieron los misiles”.
De acuerdo con el periodista, Kerry entregó en los últimos días “lineamientos escritos con nuevos pasos para presionar aún más a Assad”, los que calzarían con el denominado Plan B que mencionó en febrero ante el Congreso de EEUU, dirigido a apoyar a una oposición más “confrontacional” en Siria.
El relato de Goldberg indica que Obama no sólo rechazó en reiteradas ocasiones los requerimientos de Kerry, sino que también declinó aceptar cualquier petición de sus asesores en la reunión del National Security Council celebrada en diciembre para hacer uso de fuerzas militares en el país de Medio Oriente.
Los intentos de Kerry habrían comenzado en 2013, cuando fue escogido para encabezar el Departamento de Estado. La posición dominante del Frente Al Nusra, movimiento terrorista vinculado a Al Qaeda, habría sido favorable para que EEUU intentara construir una fuerza de oposición sólida que pudiese servir de instrumento para las negociaciones que tenía en mente, apunta el periodista independiente Gareth Porter.
Bajo la presión de Kerry, Obama firmó un documento presidencial secreto en mayo de 2013 que dispuso la realización de una operación encubierta de la CIA, cuyo objetivo era proveer apoyo a los rebeldes, de forma que no perdieran posicionamiento, pero no ganaran más espacio del que ya tenían.
Kerry deseaba más, apunta Porter: un programa urgente para asistir a la oposición, recurriendo a una táctica burocrática siniestra para cumplir sus objetivos. En marzo de 2013 y en los meses que siguieron, los rebeldes acusaron al régimen de Assad de atacar con gas sarín vastas áreas controladas por la oposición. La evidencia de esas imputaciones fue bastante dudosa, pero Kerry se aprovechó del episodio para insistir en una política más dura contra Assad.
En junio del mismo año, Kerry llegó a la Casa Blanca con un documento que asumía como cierta la versión de los opositores sirios, afirmando que si Estados Unidos “no se imponía de las consecuencias” de que Assad utilizara armas químicas, él interpretaría eso como una luz verde para usarlas con libertad.
En la reunión del National Security Council que se llevó a cabo ese mes, Kerry abogó por el envío de armamento pesado a los rebeldes, como también la conducción de ataques militares de EEUU, pero Obama dijo que no.
Luego del ataque con sarín del 21 de agosto de 2013 en Damasco, Kerry se convirtió en una figura líder del equipo de seguridad nacional de Obama que impulsó la necesidad de responder militarmente a la amenaza. Pero luego de aprobar el disparo de misiles a blancos del gobierno sirio, Obama cambió de opinión. Una de las razones de ello fue que el Director de Inteligencia Nacional, James Clapper, le reconoció en privado que la información de inteligencia sobre los hechos no eran lo suficientemente fuertes, de acuerdo a la investigación de Goldberg.
En vez de los misiles, Obama aceptó en octubre de 2013 una ayuda muy riesgosa a los terroristas de la oposición siria. A fines de año, el Pentágono vendió 15 mil misiles anti-tanque TOW de EEUU a Arabia Saudita, y a lo largo de 2014, los saudíes entregaron el armamento a grupos armados con la aprobación del gobierno de Obama.
Fue una política cuestionada, ya que los radicales que estaban siendo armados combatían codo a codo con el Frente Al Nusra. La asistencia norteamericana fue clave para que el grupo tomara control de la provincia de Idlib en abril de 2015.
Kerry estuvo dispuesto a tomar un riesgo con que Al Nusra y sus aliados se volvieran incontrolables para satisfacer sus planes. Pero todo cambió cuando, ante el temor de Assad e Irán de que las empoderadas fuerzas terroristas continuaran expandiéndose a la provincia de Latakia, el presidente ruso Vladimir Putin se vio empujado a intervenir con ataques aéreos.
Fue entonces cuando Kerry, al perder su ventaja, insistió en el disparo de misiles. Obama, quien ya había sucumbido a la presión política doméstica en 2014 para bombardear objetivos del Estado Islámico, no vio motivos para adentrarse más en Siria y apoyar el plan de Kerry.
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