Estados Unidos ha anunciado nuevas disposiciones para regular su política migratoria, que mantienen la sintonía con las promesas de campaña del presidente Donald Trump y suponen mayores restricciones y un aumento de las opciones para que ese país deporte a los alrededor de 11 millones de personas indocumentadas, que se estima que residen en territorio estadounidense.
Una de esas resoluciones preocupa particularmente a México: EEUU ya no enviará a los inmigrantes indocumentados a sus países de origen, sino que los mandará al otro lado de la frontera mexicana para que esperen allí hasta que se defina su situación legal.
Alejandro Hope, analista de seguridad de la Ciudad de México, estima que se estaría hablando, potencialmente, de centenares de miles de personas, lo que podría desbordar fácilmente la situación en México.
En concreto, existe el temor de que comiencen a formarse campos con miles de inmigrantes ,que esperarían su opción de ingresar en suelo estadounidense y, en el caso de no lograr su propósito, podrían solicitar que les admitieran como ciudadanos mexicanos.
El director del Centro Binacional de Derechos Humanos de Tijuana, Victor Clark, explica que, legalmente, el Gobierno mexicano puede negarse a aceptar deportados de terceros países.
Por su parte, Hope subrayó que “un Gobierno mexicano no podría aceptar” esa situación “sin ir de la mano de miles de millones de dólares”.
Un ejemplo similar fue el acuerdo para que Ankara permita la entrada de refugiados sirios procedentes de la Unión Europea a cambio de recibir 3.000 millones de euros.
Hasta el momento, ni las autoridades estadounidenses ni las mexicanas han realizado declaraciones oficiales sobre cómo abordar este tema.
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