martes, 28 de marzo de 2017

“En México te matan por ser periodista, y te matan también por ser mujer”

Por más de 20 años Miroslava Breach, reportera de 54 años, corresponsal de La Jornada en Chihuahua no guardó silencio: trabajó, investigó, reporteó.
Pero hoy está muerta: el terror que “hace que las familias callen y se resignen a enterrar a sus muertos” –ese del que escribió el 6 de agosto pasado– la alcanzó y la tarde de este sábado periodistas, ciudadanos, activistas y académicos se reunieron en el Ángel de la Independencia para clamar justicia por su muerte.
Luego de una convocatoria difundida en redes sociales con el hashtag #NoMásPeriodistasAsesinados, decenas de personas se reunieron para exigir justicia y el esclarecimiento del asesinato de la reportera de La Jornada, quien el 23 de marzo pasado recibió ocho disparos de arma de fuego afuera de su casa, cuando esperaba en su camioneta a su hijo menor para llevarlo a la escuela.
Los últimos reportes señalan que Miros –como era conocida en la redacción del diario– había recibido amenazas anónimas luego de la publicación de un texto sobre el desplazamiento de familias de la Sierra Tarahumara a causa del crimen organizado.
Por eso, aquí, en la capital del país entre coros de “¡Justicia, justicia!”, “No más balas” y “Prensa libre”, inició al movimiento. Pasadas las cuatro de la tarde, el contingente de periodistas avanzó por el carril lateral izquierdo de Paseo de la Reforma hacia la Procuraduría General de la República.
“Normalmente en las protestas que organizamos cada vez que matan a un periodista hemos tenido poco respaldo de la sociedad. Si la sociedad quiere enterarse de lo que está ocurriendo, quiere saber cuáles son las amenazas que penden sobre ella, tiene que comprometerse con sus periodistas de la misma forma en que los periodistas tenemos que comprometernos con nuestra sociedad”, lamentó Témoris Grecko, reportero independiente y colaborador de Proceso.
Durante el recorrido los motivos de la marcha fueron claros: Judith Calderón Gómez, reportera de La Jornada y secretaria general del Sindicato Independiente de Trabajadores de ese diario, aseguró que la movilización responde al interés de “lo que está pasando desde hace tiempo.
“Es demasiado, no se puede quedar esto callado. Miroslava dejó dos hijos, si haces recuento de los huérfanos y de la cantidad de periodistas que han sido atacados, es demasiado. La libertad de expresión es un derecho que tenemos los periodistas, pero además es un derecho que tiene la ciudadanía de estar informada. Pedimos justicia, investigación a fondo, castigo a los responsables y no más asesinatos”, dijo la también colaboradora de la casa de los derechos de periodistas.
Por su parte, la politóloga y académica Denise Dresser dijo que en México ser periodista entraña jugarse la vida, implica ser agredido en cualquier momento; significa estar en peligro de muerte.
“Yo tengo hijos, el saber que Miroslava fue asesinada en frente de su hijo es algo que me tocó profundamente y debería tocar a cualquier mexicano porque en su caso la afrenta es doble: en este país te matan por ser periodista, y te matan también por ser mujer. Es tiempo de decir “¡basta!”, es tiempo de exigirle al gobierno que pare este ciclo de impunidad que permite que periodistas sean agredidos, asesinados y que los crímenes queden impunes”, acusó.
En la marcha, periodistas entrevistaban a periodistas; periodistas hablaban de periodistas.
“La gente se pregunta: ¿y esos quiénes son? somos periodistas exigiendo solución”, coreaban los manifestantes.
En las pancartas de los inconformes se leía: “Prensa viva libre”. Incluso fotografías de una Miroslava, sonriente, tranquila, junto a las palabras repetidas de “Justicia” y “Fue el Estado” se levantaron. También los rostros de Rubén Espinosa –uno más de los cien periodistas mexicanos asesinados desde el año 2000–, y de algunos de los estudiantes desaparecidos de Ayotzinapa, resaltaron.
Alrededor de las cinco de la tarde el contingente llegó a las inmediaciones de la PGR. Afuera de las puertas cerradas, de los barrotes bien atrancados, se instalaron los reporteros.
Nuevamente Témoris Grecko tomó la palabra. Luego de pasar lista a Cecilio Pineda, Ricardo Monrui, Adrián Rodríguez, Moisés Sánchez, Regina Martínez –todos, parte de los 123 periodistas acaecidos que ha contabilizado la CNDH desde el 2000–, precisó que “En el 2016 asesinaron periodistas a un ritmo de uno por mes, en el mes de marzo del 2017 están matando periodistas a un ritmo de uno por semana. Lo que queremos es que el gobierno haga su trabajo. Los mecanismos que el gobierno federal y los gobiernos de los estados han implementado para proteger a los periodistas no funcionan. La Fiscalía Especializada para la Atención de estos delitos es una simulación. Cada caso que ha tomado la Fiscalía nos representa a los contribuyentes un gasto de millón 600 mil pesos, para un nivel de eficacia de 0.25%. La Fiscalía Especializada –desde que está el actual fiscal– se ha especializado en poner obstáculos para los periodistas que son víctimas de agresiones, en lugar de que sirva para tener un acceso a la justicia, incluso hasta se vuelve una amenaza para los periodistas. El mecanismo de protección a periodistas también es un problema. El periodista amenazado tiene que demostrar que está en riesgo y cuál es la mejor manera: que al periodista lo maten. Si la Fiscalía no puede o no quiere cumplir con su trabajo entonces que entregue sus recursos y su infraestructura para que se cree una fiscalía ciudadana, una fiscalía independiente que sí pueda y sí quiera hacer su trabajo”, sentenció.
Detrás, otros periodistas colocaban periódicos manchados de pintura roja entre los barrotes de la PGR.
Luego de varias participaciones, Arturo Cano, reportero de La Jornada tocó un último tema: “Todos los periodistas que hemos trabajado en distintos Estados de la República sabemos que los más expuestos a las agresiones tanto de la autoridad como del crimen organizado son nuestro colegas de los Estados, aquellos que viven en los lugares más pequeños, que son bien conocidos por aquellas personas sobre las que reportan, sobre las que están informando. Ellos son los más expuestos porque también trabajan para medios que no se hacen cargo de su protección, que les pasan en caso extremo. De esta forma no se puede sobrevivir”.
Por separado, Mardonio Carballo, reportero de temas indígenas y hablante de la lengua náhuatl, dijo que todo lo que ocurre en el interior del país es mucho más fuerte, más terrible, porque la colusión entre las autoridades y el crimen organizado es aguda. “Eso los hace mucho más susceptibles, además tampoco tienen derechos laborales básicos”.
En la marcha también participaron Balbina Flores Martínez, de Reporteros Sin Fronteras; Daniela Pastrana, de la Red de Periodistas de a Pie; Patricia y Alma Espinosa, hermanas de Rubén Espinosa; Felipe de la Cruz, padre de uno de los estudiantes desparecidos de Ayotzinapa; reporteros de La Jornada en la Ciudad de México; periodistas de Proceso, entre otros.
A las seis de la tarde y ante un cielo que amenazaba con lluvia, se dio por terminado el mitin. Minutos antes de las primeras gotas de cielo se dispersaron los participantes, se perdieron las voces.
De acuerdo con la Federación Internacional de Periodistas (FIP), en 2016 México ocupó el tercer lugar por asesinatos a periodistas y profesionales de los medios de comunicación; tan sólo por encima se colocaron Irak con 15 muertes y Afganistán con 13.
Miroslava Breach Velducea, reportera del El Diario de Chihuahua, El Heraldo de Chihuahua y portales digitales, cubría temas sobre violaciones a derechos humanos, luchas por la tierra de comunidades indígenas, derechos de la mujer y crimen organizado. Después de los disparos, de perder la vida al instante, su agresor dejó una nota: la habían matado “por lengüona”.

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