Un empujón maleducado en Bruselas y un mal gesto con Macron son algunos de los episodios que han marcado su recorrido.
De Arabia Saudí a Taormina, en Italia, pasando por Jerusalén, Roma y Bruselas, la primera gira internacional de Trump incluía reuniones con el Papa y con los dirigentes de organizaciones tan serias e influyentes como la OTAN y el G-7. Del presidente de Estados Unidos se debería haber esperado capacidad de liderazgo, cordialidad con sus aliados y sensatez ante temas tan delicados como la paz en Oriente Próximo o el cambio climático, pero no ha sido así. Se podría resumir su gira con la famosa frase del Tenorio: “en todas partes dejé memoria amarga de mí”.
De “Patán en jefe” le calificaba Handelsblatt, el diario económico alemán de referencia; “Rudo y prepotente” le llamaba el francés Le Monde en un editorial; y el titular “Trump empuja a sus aliados” encabezaba la portada del belga Le Soir después de que el dirigente del país más poderoso del mundo apartara sin miramientos al primer ministro de Montenegro a fin de situarse en un buen lugar para la foto de familia de la OTAN.
Nada, en todo caso, que no estuviera más o menos previsto. Varios artículos publicados por The Washington Post presagiaban lo peor unos días antes de la gira. Daba la impresión de que, avergonzados de antemano, sus sesudos autores se tapaban los ojos ante lo que cabía esperar del actual presidente norteamericano soltando erráticos mensajes por los lugares más emblemáticos del mundo. De “encierro peligroso” con los dirigentes del G-7, por ejemplo, calificaba el británico The Guardian la prevista reunión de los siete dirigentes en solitario, es decir, sin asesores ni acompañantes, por la posibilidad de que Trump desvelara inconfesables secretos de Estado simplemente para quedar bien o parecer el más listo de la clase.Sin cerebro y sin escrúpulos, la imagen que ha dejado por el mundo ha sido, en definitiva, la de un matón de discoteca. Este es un pequeño repaso de los hechos más significativos de la primera gira internacional de Trump:
1Un Papa visiblemente disgustado
Dicen quienes siguieron el encuentro del Vaticano que fue cordial y que hasta hubo risas, pero la imagen que ha dado la vuelta al mundo es la de un Papa Francisco muy serio, aparentemente enfadado, quizá por tener que asumir el papel de padre sermoneador y echar un rapapolvo al presidente más belicoso que ha pisado la Casa Blanca en muchos años. Después de atacar Siria al modo de quien tira la piedra y esconde la mano, de soltar en Afganistán la bomba no nuclear más destructiva, y de amenazar a Corea del Norte con una “respuesta contundente” si persiste con su programa nuclear, al Papa no le quedaba otra que pedirle contención, diplomacia y, sobre todo, que sea “un instrumento de paz”.
2Un empujón maleducado
Imágenes significativas también en Bruselas. Teniendo en cuenta las delicadas formas que suelen dominar los encuentros internacionales en la capital comunitaria, la escasa finura de Trump abriéndose paso entre los dirigentes de la OTAN, sin pedir perdón y apartando de un manotazo al dirigente de Montenegro, un país minúsculo pero tan respetable como cualquier otro, ha sido otro de los grandes momentos de la gira. Aunque el presuntamente humillado, Dusko Markovic, quiso restarle importancia al asunto, la imagen de un Trump prepotente fue el mejor aliño para la bronca que el presidente norteamericano echó al resto de dirigentes por, presuntamente, no cotizar lo suficiente a las arcas de la organización. Otro error, porque la paulatina adecuación de las aportaciones de los países miembros es algo que está pactado desde hace tiempo y Trump no tenía motivos reales para sacar pecho con el asunto.
3El duelo con el francés Macron
Trump quiso utilizar otra de sus artimañas para quedar por encima de los demás con el nuevo presidente francés, Emmanuel Macron. Acostumbrado a imponer su poderío en el apretón de manos, el norteamericano resultó derrotado esta vez por su joven rival. Seis segundos más retuvo la mano de Trump después de que este hiciera amago de soltarle. Otra imagen que ha sobrepasado en los titulares a los temas de conversación entre los recién llegados dirigentes de dos países tan relevantes.
4Un paseo por Taormina sin Trump
Posiblemente enfadado porque no pudo pasear por las estrechas calles de Taormina a bordo de su limusina blindada, Trump decidió desvincularse del paseo a pie que los otros seis miembros del club más selecto del mundo realizaron hasta el mirador en el que iban a posar para la foto de familia de la cumbre del G 7. El norteamericano se montó en un coche de golf para acceder al lugar, y ello supuso un buen reflejo de las desavenencias mostradas con el resto de mandatarios. Estos trataron de convencerle de que el cambio climático es una cuestión de seguridad nacional por el riesgo de guerras y migraciones masivas que puede derivarse de una sequía permanente en África propiciada por el calentamiento global. Los titulares del día no pueden ser más desalentadores al destacar la “profunda brecha” que separa a Trump del resto de dirigentes occidentales.
Imágenes anecdóticas aparte, la gira de Trump concluye con un acuerdo de venta de armas a Arabia Saudí, un país belicoso y peligroso, sin mención alguna a la construcción de asentamientos israelíes en territorios palestinos que minan la paz en Oriente Próximo, abroncado por el Papa de Roma, aparentemente enfadado con sus socios de la OTAN y en flagrante desacuerdo con los principales dirigentes de Occidente.
Pero no es mucho mejor lo que le espera en casa. Las noticias aparecidas estos días sobre las reuniones de su yerno con el embajador ruso y el avance de la investigación del FBI sobre su presunta relación con el hackeo destinado a desacreditar a Hillary Clinton durante la campaña electoral allanan un poco más el camino hacia el Impeachment.
Si alguna ventaja puede extraerse de la vergonzosa gira de este prepotente patán, es que ha mostrado, con grosera claridad, la auténtica cara del imperialismo. Ya nadie puede llamarse a engaño.
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