sábado, 10 de junio de 2017

Romper el tabú: embarazo y aborto en hombres trans

Los hombres pueden embarazarse, algunos tienen útero, es decir que son cuerpos gestantes. Una investigación llevada a cabo desde estas páginas comparte un testimonio para empezar a visibilizar que nuestra vida vale más que sus ganancias.
Por Tomás Máscolo
Varias fotos de hombres embarazados recorrieron las redes, es un tema del que se opina mucho, pero se investiga poco. El tabú y el prejuicio están a la orden del día, la información no abunda pero la idea de estas notas es poder romper con eso.
Según la Organización Mundial de la Salud, el primer hombre transexual embarazado del que se tiene conocimiento es Thomas Beatie, de Arizona en Estados Unidos. En 2008 tuvo su primer hijo y actualmente es padre de tres. En julio de 2016, 23 países de Europa incluían la esterilización entre los requerimiento para reconocer legalmente a una persona como transexual. En Argentina desde hace 5 años está vigente la Ley de Identidad de Género pero el artículo sanitario (11º) recién se regimentó en diciembre del año 2015.
En América Latina, hay un caso testigo. Diane Rodríguez y Fernando Machado es una pareja de personas trans de más alto perfil en América Latina. Recientemente tuvieron su primer hijo en Ecuador. “Todavía no tenemos un nombre. Tal vez sí, pero estamos esperando para anunciarlo”, dice Diane mientras muestra una foto de su hijo.
Pero, un dato a tener en cuenta es que no hace falta irse tan lejos para conocer desde cerca cuáles son los límites que tiene un hombre trans a la hora de decidir o no, ser padre.
Alexis es el primer hombre en dar a luz en nuestro país, y cuyo caso tuvo resonancias internacionales, dio a luz en el Hospital Fermín Salaberry de Victoria, 120 kilómetros al sur de la capital entrerriana y lo acompañó en todo momento, Karen, su compañera que también es trans.
Pero no solo se pretende indagar sobre las familias transparentales, aunque eso llevará tiempo también.

Ser padre es una decisión: ¿qué pasa con el aborto? Es ilegal

Álvaro está nervioso, se come las uñas, le tiembla la pierna y está esperando en un garaje que lo atienda una doctora que le recomendó una amiga. Ve irse llorando de ese lugar a tres chicas, un cuadro mal pintado de un caballo y un olor como a sanatorio pero en plena zona sur de Rosario. Álvaro tiene apenas 18 años, su novio quería demostrarle que su cuerpo era el de “una mujer” y decidió sacarse el preservativo. Álvaro tiene un embarazo de dos meses y quiere abortar.
Una camilla con una madera que cruza la parte donde se apoya la cabeza, un escritorio gastado y una doctora de más de 60 años con una sonrisa que lo tranquiliza le explica el procedimiento. Él todavía no empezó el proceso de hominización en base a testosterona por eso todavía menstrua. La médica le pide el dinero por adelantado, él planea como conseguirlo y en dos semanas poder abortar.
En dos semanas volvió con la mitad, le promete que le conseguirá el resto pero como no quedaba mucho tiempo la médica decide avanzar con la operación. Álvaro se despierta en pañales, mareado lo recuestan en una habitación continua y media hora después está en el 135 volviendo a su casa. El aborto legal, libre y gratuito todavía no es legal en Argentina y Álvaro zafó de ser parte de la estadística que se lleva a casi 500 personas por año.

Así como Álvaro, esta Matthieu pero en Francia

La primera vez fue hace más de 10 años, tenía unos 20 o 21 años. No tomaba la pastilla, eso era algo de chicas, y no hacía cosas de chicas. Es confuso cuando trata de acordarse si le seguía viniendo el período o no, pero por alguna razón negó; se le bajaba la presión de la nada, se mareaba, cambiaba de humor de la nada, y engordaba. Demasiado. Hasta que una noche, en pedo, comentó todo eso a una amiga. Ella lo convenció que vaya a comprar un test, y a la mañana siguiente, tras el chorrito de pis en el cosito ese, no quedaba la menor duda. Me sentí enfermo, con la necesidad urgente de que un médico me cure. Me acerqué a un hospital público, saqué un turno con un ginecólogo, por primera vez en mi vida.
Ir al ginecólogo también era cosa “de chicas”, y en la sala de espera me parecía todo surrealista, ridículo, vergonzoso, como un sueño, no era real. El ginecólogo me habló al femenino todo el tiempo como si fuera ciego, como si no viera al chico sentado frente a él, como si mi aspecto masculino fuera un lamentable accidente y que fingiría no darse cuenta para no ofenderlo, no sé, eso también pareció surrealista. Preguntó cuánto tiempo llevaba embarazado. Bueno, embarazadA. Buena pregunta. Le dijo “un mes, dos meses? La verdad no estoy seguro”, respondió. Levanta los ojos de su escritorio, le tira una mirada difícil de analizar, pero no cabe duda de que no lo tomaba en serio.
Pasaron a la piecita de al lado para hacer una ecografía, lo trata como un animal, lo hace quitarse la remera como si fuera fácil, tratándolo como mujer a pesar que en reiteradas ocasiones le dijo que era un chico trans. Aparecen cosas raras en la pantalla esa, y yo pienso “por qué tiene que hacer todo eso, por qué tiene que durar tanto, y es cuando se da cuenta que ya tiene más de 12 semanas, yo no puedo hacer nada!”. Matthieu también decidió abortar, convencido y sin ningún tipo de remordimiento.

Aborto, orientación e identidad sexual

Los roles de géneros, no sólo se ven perpetuados por la cultura de un sistema social determinado. La familia como núcleo del sistema capitalista es quien gracias al apoyo ideológico de la Iglesia intenta imponer que la sexualidad tiene como única finalidad la reproducción. Al decir de Engels: El primer efecto del poder exclusivo de los hombres, desde el punto y hora en que se fundó, lo observamos en la forma intermedia de la familia patriarcal. Lo que caracteriza es la “organización de cierto número de individuos, libres y no libres, en una familia sometida al poder paterno del jefe de ésta. En la forma semítica, ese jefe de familia vive en plena poligamia, los esclavos tienen una mujer e hijos, y el objetivo de la organización entera es cuidar del ganado en un área determinada.
Si bien el escrito de Engels data del 1884, no hace falta irse tan lejos para escuchar las barrabasadas transfóbicas de Francisco, quien se juntó con un hombre trans, para lavarse la cara luego de haber dicho que las personas trans son como bombas nucleares. La crítica al binarismo empezó en los ´70 de la mano de Stonewall pero pasó a los papeles en la década del 90.
El avance en términos de introducir la noción de identidad de género tuvo que esperar hasta la publicación de los “Principios de Yogyakarta sobre la aplicación de la legislación internacional de derechos humanos en relación con la orientación sexual y la identidad de género”, en 2007. En los Principios de Yogyakarta se buscó destilar el estado actual de la legislación internacional que ahora ya se aplica a las personas discriminadas por su orientación sexual e identidad de género en la forma de veintinueve principios que cruzan por una gama de derechos, entre ellos, los derechos civiles, políticos, sociales, culturales y económicos. Estos Principios definieron por primera vez en la legislación internacional el término de “orientación sexual” y el de “identidad de género”.

La pelea continúa

La sanción de la Ley de Identidad puso sobre el tapete rediscutir absolutamente todo en materia de salud, se han hecho desde Guías de salud trans inclusivas hasta capacitaciones en el ámbito público, la mayoría fracasaron porque es escasa la información que se tiene así como sus estadísticas.
Durante 12 años de kirchnerismo no se implementó presupuesto para desarrollar todo esto y a pocos días de asumir como primer mandatario, Mauricio Macri modificó el Decreto N° 357/2002 que reglamentaba la ley 25.673 de creación del Programa Nacional de Salud Sexual y Procreación Responsable. La modificación tuvo como único propósito lograr la disolución del programa.
El objetivo no era solo promover la igualdad de derechos, sino mejorar el acceso a una atención integral de la salud sexual y reproductiva, especialmente para los sectores más postergados y vulnerables. Además se establecía el acceso gratuito a métodos anticonceptivos y preservativos.
Este programa también era responsable de la aplicación e implementación de leyes como la de Régimen para las intervenciones de contracepción quirúrgica o la de Identidad de Género.
La investigación sobre los cuerpos trans gestantes no termina acá, es un primer paso de un mundo que esta siendo no solo invisibilidado sino silenciado, que esconde un gran negocio en la clandestinidad del aborto y en las cadenas de medicamentos inconmensurables
Abrimos la sección de este diario para que sirva como una herramienta para combatir la opresión de todas las personas LGTTBI de la mano de todos los explotados y oprimidos, para arrancarle nuestros derechos y libertad al Estado y sus Gobiernos.

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