Va siendo hora de que los y las trabajadoras abramos los ojos. No podemos mirar hacia otro lado o apoyar a los mismos que nos están robando a diario de nuestra cartera y que, paralelamente, son los adalides de la legalidad. El zorro que se zampa nuestras gallinas quiere ser quién dice dónde ha de estar Cataluña.
Por Rafael Juan Ruiz
Sobre la historia y las circunstancias que han dado lugar a la situación límite y preocupante en la que nos encontramos ante la determinación del pueblo catalán a decidir sobre su futuro dentro o fuera de España se ha escrito mucho. Como siempre, desde el prisma que se vea, más o menos afortunado. Personalmente suscribo por completo las reflexiones de mi amigo Juan Rivera. El video de Julio Anguita de hace dos años fotografiándolo que luego ha pasado letra por letra es una prueba más de la valía intelectual y moral de Julio como político. En todo caso, creo firmemente que cualquier pueblo tiene el derecho básico de decidir cómo se quiere regir. Otra cosa es lo que se piense luego, pero el derecho a poder decidir, está por encima de cualquier ley establecida y, siempre acaba por superarla, bien de forma pacífica o bien de forma violenta (que, al menos yo, espero que no ocurra).
La diferencia que marca esta ocasión con otras de rebrote soberanista catalán es que, por primera vez en 35 años, no es abanderada por CiU (ni sus sucesores), sino que ha sido comandada por capas populares (organizadas en torno a la Asamblea Nacional de Catalunya, la Omnium, y, sobre todo ERC, con la implicación de Podem y Catalunya en Comú) que se sienten atropelladas y acosadas por un Rajoy y compañía a quienes les han salido los genes franquistas por las orejas. Y ello ha ocurrido gracias a la actitud chusquera y autoritaria del PP y Ciudadanos, con el apoyo del PSOE (algunos por omisión, otras, como la pepera platónica Susana Díaz, por acción directa).
Hasta ahora siempre fue negociable la soberanía de Cataluña. El vídeo (que podéis ver pinchando) que vimos a primeros de septiembre en el que la sainetera de mal gusto Alicia Sánchez-Camacho compartía café con Puigdemont en una situación parecida a una comedia de amor demuestra que, mientras se han podido entender entre iguales (iguales de neoliberales, iguales de corruptos, iguales de represores) no ha habido problemas. “Café para todos” decía en el video Sánchez-Camacho. La diferencia es que el pueblo catalán nunca pilló ese café, y, desde hace un tiempo, ha decidido que el café que haya será él quien lo reparta. El hundimiento de CiU, el protagonismo social y político de unas CUP que son un ejemplo de coherencia, solidaridad obrera y movimiento desde la base, y, sobre todo, la movilización masiva y pacífica de la población catalana, es lo que hace distinta esta situación. Esta vez, Cataluña, la del pueblo, va en serio.
Esta nueva situación no puede ser permitida desde el poder, igual que cuando hay huelgas por las reformas laborales, manifestaciones por las leyes mordaza, por los recortes en sanidad y educación, por la restitución de la dignidad y la memoria de las víctimas del terrorismo genocida franquista, etc., etc. ¿Cuántas veces hemos oído los sindicalistas a los empresarios o a las administraciones decirnos que el problema en un convenio laboral no es poder subir un punto más o menos de salario, que lo pueden asumir de sobra, sino que lo importante es demostrar quién manda? Aquí va de lo mismo. Hay que ejemplarizar. Hay que demostrar quién sigue siendo la clase dominante en España: aquella, heredera del franquismo, que siguió en sus mismos puestos en los gobiernos, en la judicatura, en la economía,… Esa clase inculta, ciega, y, por ende, autoritaria y sectaria. Esa clase que cree, por no conocer ni querer conocer otras experiencias, que el español (que no la española) está tocado por la vara de Dios, y que la unidad de España bajo la religión católica y una monarquía franquista es indisoluble. Y que quién piense de otra manera es un traidor y merece el mayor castigo.
De momento ese castigo es el uso ilegal de las leyes y la implicación absoluta de todos los jueces de su cuerda. En el futuro muy próximo, no descartemos otras acciones aún menos ejemplares.
Podríamos entrar en el concepto de patria de estos personajes: son los que defraudan a la hacienda pública, los que se llevan los millones a paraísos fiscales, los que le dan el dinero público a los bancos a costa de que haya más paro y más pobreza, los que regalaron las empresas públicas para que sus nuevos dueños nos roben a diario a través de las facturas de la luz, del agua, del teléfono, del carburante,… Los que ceden el poder de las decisiones económicas a estamentos gobernados por el dinero, no por representantes de las personas. Los que obligan a nuestra juventud a salir del país (“a conocer mundo”, dicen con chulería, como antes dijeron “que se jodan los parados”) Esos son los que defienden la patria grande y unida. ¡¡Valiente patriotismo!!
Una vez más, el poder autoritario del Estado, tiene que ejemplarizar. Como ha ejemplarizado con Alfon, a quien no pudieron demostrar que llevara explosivos en una mochila, pero, como era un activista significado, hicieron un montaje digno de Fernández-Díaz para meterlo en la cárcel. Como lo hicieron con Bódalo, quién, a pesar de que en el vídeo de la Guardia Civil lo que se veía era que él separaba a la gente que se estaba peleando, un juez “demócrata” lo mandó a la cárcel. Como ejemplifican cada viernes, concediendo indultos en los Consejos de Ministros a sus condenados por corrupción y negándoselo a Alfon, Bódalo o gente que lucha para acabar con sus choriceos. Se llama imposición, por todas las vías, de la clase dominante, la que se salta todas las leyes, la que las cambia para conceder amnistías fiscales, la que pone y quita jueces según su conveniencia, la que fabrica montajes policiales falsos para acabar con sus adversarios políticos. La que emplea las más sucias cloacas del estado en su favor y en contra del pueblo. La que provoca la situación con Cataluña para tapar todas sus vergüenzas y desviar nuestra atención mientras queman juzgados, fallecen implicados en su corrupción que tenían que testificar o siguen haciendo leyes para beneficiar a sus amiguetes a costa del dinero que debería ir para que nuestro país viva mejor.
Va siendo hora de que los y las trabajadoras abramos los ojos. No podemos mirar hacia otro lado o apoyar a los mismos que nos están robando a diario de nuestra cartera y que, paralelamente, son los adalides de la legalidad. El zorro que se zampa nuestras gallinas quiere ser quién dice dónde ha de estar Cataluña. Es muy triste comprobar a mucha gente sucumbir a la patética y bochornosa manipulación mediática, unánime y transmisora, letra a letra, del discurso del gobierno. Un gobierno que ha sido condenado por los tribunales europeos por tener leyes injustas, como la hipotecaria, pero que se lo salta a la torera y sigue aplicándola (ver aquí o aquí). Un gobierno que ha sido denunciado por la ONU por el incumplimiento de 26 derechos humanos fundamentales (ver aquí o aquí). Un gobierno que cuando los bancos tienen, por ley y sentencia judicial, que devolver conceptos cobrados de forma ilegal, miran para otro lado, teniendo que reclamarlos los ciudadanos vía judicial uno a uno (el que pueda pagarlo, claro), en vez de que sea el gobierno quien los obligue a cumplir la ley. De la forma en que el gobierno actúa, la ley hay que cumplirla: sí, pero los que él decide. Si tienen que cumplirla sus amiguetes, bancos, eléctricas, autopistas, etc., aunque hayan robado a la gente, mira para otro lado. Si un pueblo quiere decidir sobre su soberanía, le aplica la ley interpretada de la forma más severa posible, inventándose actuaciones, con la mayor rapidez posible y saltándose cualquier plazo o garantía.
¡Ojalá emplearan la misma cantidad de policía para buscar los sobres del PP! Si hubieran sido tan rápidos en enviarlos a las sedes no se habrían quemado discos duros ni destruido documentación en máquinas ¡Ojalá dedicaran tantos recursos para perseguir el fraude fiscal que denuncia todos los años el sindicato de técnicos de Hacienda! Si así fuera, todos los corruptos estarían tributando en España, su “Eshhhpaaaññia”, esa que llevan en la pulserita, en el cinturón o en el parabrisas del coche, para que tuviera riqueza ¡Ojalá dedicaran tantos recursos a las inspecciones de trabajo! Si fuera así, se acabaría el fraude laboral de las empresas, que se enriquecen obscenamente a costa de explotar a los y las trabajadoras incluso con cientos de muertes anuales en los tajos ¡Ojalá dedicaran lo mismo a perseguir la violencia terrorista machista! El Rajoy “defensor de la legalidad a toda costa” ha incumplido sistemáticamente la Ley Orgánica 1/2004 de Medidas de Protección Integral contra la Violencia de Género, con el consecuente aumento de muertes de compañeras todos los años ¡Ojalá dedicaran esos recursos a la ayuda a domicilio, a energías renovables, a encontrar yacimientos de empleo para nuestra juventud, a ayudas a parados, a subir las pensiones, a vivienda pública! A tantísimas necesidades que pasa nuestro pueblo y que en nombre de la patria obvian.
Toca unidad absoluta en la defensa de algo tan básico como es el que un pueblo pueda expresarse y, por supuesto, que pueda decidir dónde quiere estar. Como lo han hecho cientos de pueblos a lo largo de la historia, algunos muy recientes. Siempre con oposición del “centralismo”. ¿Tendremos que vivir en pleno siglo XXI una nueva guerra de Cuba? Y toca unidad absoluta en la defensa de la democracia real, la de los pueblos, la participativa. ¿Qué clase de país somos que tenemos que imponer leyes o manipularlas para obligar a un pueblo a ser parte nuestra?
No es momento de dudas, de actitudes paniaguadas, de soluciones supuestamente imparciales. No tienen futuro. No vale ya aquello de que “con la independencia se está apoyando a la burguesía catalana”. Ya no es así. Y si lo fuera, no somos el resto del país precisamente ningún ejemplo que seguir en la lucha contra la clase dominante. Miremos nuestros gobernantes: Rajoy, Susana, Page, Fernández Vara, Feijoo, Cifuentes, Pedro Antonio Sánchez, …
Tengo la suerte de tener algunos amigos catalanes. Ninguno de ellos fueron nunca ni son nacionalistas. Pero, lo que me vienen transmitiendo desde la denuncia del Estatut por parte del PP en 2006, es que ya no hay vuelta atrás. Que, decisión tras decisión del gobierno central sobre Cataluña, surgen nuevos independentistas. Y que, ellos mismos, que jamás se plantearon votar sí a la independencia, ahora lo harán. Que saldrán con su papeleta de su casa, que la echarán donde sea, que podrá tener una mayor o menor validez legal, pero que no pararán a millones de personas que harán lo mismo y que están determinadas a seguir luchando por ser libres y poder practicar la democracia de la forma más plena posible. Por supuesto que son conscientes que la independencia y la república no les asegurará per se una sociedad más justa, pero tienen claro que la tendrán más cerca con el compromiso de tanta gente que se está movilizando, no ya en torno a esa independencia, sino a los valores de democracia, de respeto y de oposición frontal a todo tipo de autoritarismo corrupto.
Es admirable la determinación del pueblo catalán. Pero sobre todo es fantástica la imagen pacífica que están mostrando. Por cierto, que no aparece continuamente en los medios de comunicación. Todos los días hay cientos de miles de personas en las calles de Cataluña, sin haber ni un sólo altercado, a pesar de la masiva presencia policial en determinados sitios, como la sede de la CUP, la cual ni registran pero allí están, en una provocación continua. La gente, sin embargo, se concentra demostrando su apoyo, sin ningún altercado. Contrasta esto con las manifestaciones de la oposición venezolana que exigían un referéndum ilegal, en las que llegaron a matar a varios cientos de personas que defendían la legalidad de su país. Oposición venezolana que es jaleada por miembros del PP y de Ciudadanos para que muestren su desobediencia civil a un gobierno legal y democrático, como certifica una vez tras otra la propia ONU. La misma desobediencia civil que aquí quieren aplastar y que denuncian como terrorismo. Distintas varas de medir, dependiendo si son “de los míos” o no. Por cierto, los “suyos” son los que matan en Venezuela, los que trafican, los que usan dinero negro para pagar a mercenarios. Allí mandan dinero para que la mujer de Leopoldo López pueda pagar a los que violentan las calles. Aquí paralizan las cuentas de Cataluña para que no puedan dedicarlo a que la gente pueda votar. ¿Qué hubieran pasado si en Cataluña hubiera habido el más mínimo altercado? No lo descarten. Personalmente he tenido a chicos con pintas de manifestante a mi lado insultando y tirando objetos a la policía para que esta arremeta contra una protesta hasta entonces pacífica. Esos chicos acabaron yéndose charlando amigablemente con aquellos a quienes insultaron y golpearon a los manifestantes. Esto ocurrirá, como ha ocurrido otras veces, también en Cataluña. La provocación vendrá de la propia policía.
No es momento de mirar hacia otro lado, ni de aquello de “no lo apoyamos porque no tiene las garantías necesarias de un referéndum”. Quienes dicen eso demuestran no haberse enterado de qué va esto. O, lo que es peor, de haberse enterado pero no querer asumirlo. ¡Claro que no tiene las garantías que debería tener un referéndum! ¡Pero es que no se ha permitido! Y no lo permiten los mismos que incumplen las leyes, entre ellas la Constitución, que obligan a que todo español tenga vivienda, tenga trabajo, tenga sanidad, tenga educación pública. Los mismos que nos niegan la libertad de expresión. Los mismos que quienes conculcan diariamente todas las leyes necesarias en su provecho y que, ahora, quieren seguir demostrando quién es la clase dominante.
Podemos seguir dejando que quienes transitaron en el nombre a demócratas, pero siguen siendo franquistas en su actitud, sigan comiendo el terreno a quienes creemos que somos personas libres organizadas en una sociedad libre, con leyes que nos protegen, no que nos atacan. Dejar que nos sigan comiendo el terreno a quienes creemos en el reparto de la riqueza, en la justicia social, en el entendimiento y la colaboración frente a la imposición y la violencia. O podemos decir ¡hasta aquí hemos hecho bastante dejación de nuestro deber! y recuperar los términos y conceptos robados por quienes los usan para pisotearlos: libertad, justicia, democracia, defensa de la mayoría. Estos términos, oídos de la boca de personajes como Rajoy, Sáenz de Santamaría, Albert Rivera, Susana Díaz, Felipe González, Cifuentes, Aguirre, Cospedal, Dustis, etc., son el claro ejemplo de que, como pueblo, hemos hecho muchas cosas mal.
“Cuando los nazis vinieron a buscar a los comunistas, guardé silencio,
porque yo no era comunista,
Cuando encarcelaron a los socialdemócratas, guardé silencio,
porque yo no era socialdemócrata.
Cuando vinieron a buscar a los sindicalistas, no protesté,
porque yo no era sindicalista,
Cuando vinieron a buscar a los judíos, no pronuncié palabra,
porque yo no era judío,
Cuando finalmente vinieron a buscarme a mí,
no había nadie más que pudiera protestar.”
Martin Niemöller (aunque atribuido a Bertold Bretch)
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