Los sirvientes domésticos trabajan bajo el sistema “kafala”, un reglamento de Arabia saudí y otros países del Golfo en el que los patronos emplean a trabajadores extranjeros y siguen siendo responsables de los visados de las mujeres y de la residencia legal durante toda su estancia.
En Arabia saudí las redes sociales transmiten imágenes de mujeres marroquíes que se venden como sirvientas domésticas a cambio de una suma de dinero, según el medio alemán Deutsche Welle.
Una fotografía difundida en Twitter muestra a dos mujeres marroquíes subastadas como empleadas domésticas. Una de ellas tenía 30 años de edad, con cinco años de experiencia laboral en Arabia saudí, y puede cocinar y limpiar, y le ofrecen 1.500 riales saudíes. A la otra la describien como “capaz de cocinar comida saudí y disfruta con los niños”. También se ofrece al mismo precio.
“Es un ejemplo de esclavitud”, dice a Deutsche Welle Yasmin Ajutat, una bloguera marroquí especializada en derechos de la mujer. Explica que las mujeres extranjeras que trabajan como empleadas domésticas en Arabia saudí tienen restringido muy severamente lo que pueden hacer. Por ejemplo, “muchos árabes saudíes no permiten que sus sirvientes tengan un teléfono móvil para comunicarse con sus familias”, explica.
En un anuncio publicitario, el vendedor decide subastar a una mujer marroquí como ama de llaves por “su ambición por conseguir un teléfono móvil”. En otro mensaje de Twitter, el pasaporte de una mujer marroquí le había sido confiscado a su titular y utilizado para anunciar su venta en la subasta.
Los sirvientes domésticos trabajan bajo el sistema “kafala”, un reglamento de Arabia saudí y otros países del Golfo en el que los patronos emplean a trabajadores extranjeros y siguen siendo responsables de los visados de las mujeres y de la residencia legal durante toda su estancia.
Este sistema feudal ha sido criticado por organizaciones que se oponen a las relaciones abusivas entre patronos y trabajadores. En algunos casos extremos, los patronos abusan física y mentalmente de sus trabajadores, rechazan el pago, se incautan de sus pasaportes y pueden negarse a dejarlos regresar a su país de origen.
En los anuncios hay casos de abuso de mujeres marroquíes. En 2015, por ejemplo, la marroquí Lamia Moatamid, que se casó con un árabe saudí, fue violada por su marido y encarcelada después de intentar denunciar el crimen. Hizo un llamamiento directo al rey Mohammed VI de Marruecos para que la salvara y fue liberada de la cárcel un año después. En febrero del año pasado, su patrono saudí arrojó por la ventana a una criada marroquí. Las redes sociales difundieron un vídeo en el que aparece conectada a una cama de hospital después del atentado.
En algunos casos, las mujeres sufren malos tratos. Muchas mujeres saudíes se indignan por la afluencia de marroquíes desde 2011, temiendo que las trabajadoras marroquíes seduzcan a sus maridos. Hay denuncias de agresiones, acusando a las mujeres saudíes de abusos. El canal alemán destaca que la especial relación entre Rabat y Riad no ha resuelto este problema recurrente desde 2011, año en que se abrió el mercado laboral saudí a las mujeres marroquíes.
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