El régimen de terror de Honduras, al no lograr legitimarse políticamente en la comunidad internacional, ahora, lo hace por la vía comercial. Nada menos con Bolivia.
Ollantay Itzamná | Abya Ayala
El régimen de terror y represión instaurado en Honduras desde el golpe de Estado político-militar de junio de 2009, se fortalece no sólo con la hipócrita “ayuda” económica de países como Alemania que acaba de aprobar más de 50 millones de dólares, o del BM que el pasado año concedió un préstamo de más de 200 millones de dólares, sino también con la incoherente apertura del mercado boliviano para la exportación de carne bobina hondureña producida por la élite golpista.
Sí, aunque suene a completa e ignorante contradicción. El gobierno de Morales oxigenará al régimen golpista hondureño comprándole la carne producida nada menos que por los ganaderos que promovieron y financiaron el golpe de Estado en Honduras el 28 de junio del 2009. En cuestión de 2 semanas Bolivia comprará 90 mil toneladas de carne bobina proveniente de Honduras, generando 155 mil dólares en divisas para el afianzamiento económico y político de esta élite sacudida financieramente por sus contradicciones internas.
Además, esta decisión del Compañero Morales es y será capitalizada como un gran logro político en el esfuerzo fallido de la añorada legitimación internacional del régimen sucedáneo del golpe de Estado. Los periódicos del régimen hondureño y sus analistas enarbolan esta apertura comercial como un gran triunfo político internacional del 2011.
Las organizaciones y movimientos sociales, aglutinados en el Frente Nacional de Resistencia Popular, en sus esfuerzos por la refundación de Honduras, asumen como un referente sociopolítico el proceso boliviano encabezado por Evo Morales. Pero esta decisión comercial que, ahora, envalentona a un sector de los patrones de Honduras los deja anonadados y frustrados. Esto se podía esperar del Perú de García o la Colombia de Santos/Uribe, pero nunca de Bolivia. Por eso este negocio Honduras-Bolivia suena a traición en la sinergia de los pueblos que sueñan por su liberación.
El gobierno de Morales, discursivamente se oponía a la reincorporación del Estado hondureño a la OEA. Sin embargo, ahora, es el único país sudamericano que legitima comercialmente a la élite golpista del sector ganadero. Si Bolivia necesita carne para su consumo, ¿por qué no comprar de Argentina o de cualquier otro país vecino, o de los ganaderos cruceños? Así, el Compañero Morales sería más coherente, no sólo políticamente, sino también ecológicamente. ¿O creerá Evo Morales que las vacas hondureñas subirán andando hasta Bolivia, cruzando prácticamente la mitad de Abya Ayala? ¿Dónde quedó el discurso del cuidado de la Pachamama y la reducción de la huella de carbono? ¿Qué fue del discurso sobre el comercio de los pueblos?
En esta Honduras golpista se juega no sólo la suerte de procesos como el de Venezuela, Ecuador o Bolivia, sino la de toda Latinoamérica y el Caribe. El pueblo hondureño en resistencia está librando una batalla histórica contra la hegemonía del mal. Y en la medida que el golpismo hondureño se consolide gracias a la amnesia nacional e internacional, estará consolidada la desgracia de América Latina. Y esto parece que se le olvida a Morales. Haití es lo que es (vergüenza de la civilización occidental) porque los gobiernos del continente fueron incapaces de ahogar a las élites represoras de este hermano país. Honduras está a un paso de convertirse en el Haití del siglo XXI.
Los pueblos empobrecidos y excluidos no viven, ni se liberarán con falsos discursos de solidaridad internacional. Si el pueblo boliviano quiere solidarizarse con la causa de la refundación del pueblo hondureño, debe exigir a su gobierno coherencia entre lo que dice y hace respecto a la élite golpista de Honduras.
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