Los derechos humanos y los de la naturaleza son dos nombres de la misma dignidad
Javier Soria
“Los derechos humanos y los de la naturaleza son dos nombres de la misma dignidad”. (E. Galeano)
Viajemos a Chiapas, poco antes del alzamiento armado de 1994. El punto de partida es un texto escrito por el subcomandante Marcos en agosto de 1992, titulado “Chiapas: el sureste en dos vientos. Una tormenta y una profecía”, donde se planteaban las condiciones existentes en el estado y la dominación y explotación por parte del “viento primero: el de arriba”, y se esgrimía ya la inminencia del levantamiento, en nombre de la dignidad, del “viento segundo: el de abajo”: “no siempre será así (…) Cuentan los viejos más viejos que el viento y la lluvia y el sol le dicen al campesino cuándo debe preparar la tierra, cuándo debe sembrar y cuándo cosechar. Y cuentan que también la esperanza se siembra y se cosecha. Y dicen los viejos que el viento, la lluvia y el sol están hablando de otra forma a la tierra, que de tanta pobreza no puede seguir cosechando muerte, que es la hora de cosechar rebeldía. Así dicen los viejos. Los poderosos no escuchan, no alcanzan a oír, están ensordecidos por el embrutecimiento que los imperios les gritan al oído. “Zapata”, insiste el viento, el de abajo, el nuestro”. BIENVENID@S A CHIAPAS.
Poco después del levantamiento, el 18 de enero de 2004, cuando el gobierno incumple desde el primer momento lo pactado en los Acuerdos de San Andrés, escribía un nuevo texto que se titulaba “¿De qué nos van a perdonar?”, ante la posibilidad de un “perdón” del gobierno federal a las fuerzas rebeldes zapatistas.
Comenzaba este texto diciendo: “¿De qué tenemos que pedir perdón? ¿De qué nos van a perdonar? ¿De no morirnos de hambre? ¿De no callarnos en nuestra miseria? ¿De no haber aceptado humildemente la gigantesca carga histórica de desprecio y abandono? ¿De habernos levantado en armas cuando encontramos todos los otros caminos cerrados? ¿De no habernos atenido al Código Penal de Chiapas, el más absurdo y represivo del que se tenga memoria? ¿De haber demostrado al resto del país y al mundo entero que la DIGNIDAD HUMANA vive aún y está en sus habitantes más empobrecidos? (…) ¿De luchar por libertad, democracia y justicia?”
Comenzaba este texto diciendo: “¿De qué tenemos que pedir perdón? ¿De qué nos van a perdonar? ¿De no morirnos de hambre? ¿De no callarnos en nuestra miseria? ¿De no haber aceptado humildemente la gigantesca carga histórica de desprecio y abandono? ¿De habernos levantado en armas cuando encontramos todos los otros caminos cerrados? ¿De no habernos atenido al Código Penal de Chiapas, el más absurdo y represivo del que se tenga memoria? ¿De haber demostrado al resto del país y al mundo entero que la DIGNIDAD HUMANA vive aún y está en sus habitantes más empobrecidos? (…) ¿De luchar por libertad, democracia y justicia?”
Ahí están algunas de las claves que motivan el levantamiento neozapatista, tras 10 años de preparación militar. Grandes preguntas que sólo tienen una respuesta: REBELDÍA POR DIGNIDAD. Veamos algunas otras cuestiones de la mano del primer texto citado: “un puñado de mercaderes, entre los que se cuenta el Estado mexicano, se llevan de Chiapas toda la riqueza y a cambio dejan su huella mortal y pestilente: el colmillo financiero obtuvo, en 1989, una captación integral de 1.222.666.000.000 de pesos y sólo derramó en créditos y obras 616.340.000.000. Más de 600.000.000.000 de pesos fueron a dar al estómago . En las tierras chiapanecas hay 86 colmillos de PEMEX clavados en los municipios de (…) Cada día succionan 92.000 barriles de petróleo y 516.700.000.000 de pies cúbicos de gas. Se llevan el gas y el petróleo, y dejan, a cambio, EL SELLO CAPITALISTA: DESTRUCCIÓN ECOLÓGICA, despojo agrario, hiperinflación, alcoholismo, prostitución y pobreza. La bestia no está conforme y extiende sus tentáculos a la selva Lacandona: ocho yacimientos petrolíferos están en exploración. (…) Caen los árboles, retumban las explosiones de dinamita en terrenos donde sólo los campesinos tienen prohibido tumbar árboles para sembrar. Cada árbol que tumben les puede costar una multa de 10 salarios mínimos y cárcel. EL POBRE NO PUEDE TUMBAR ÁRBOLES. LA BESTIA PETROLERA, CADA VEZ MÁS EN MANOS EXTRANJERAS, SÍ. EL CAMPESINO TUMBA PARA VIVIR, LA BESTIA TUMBA PARA SAQUEAR. (…) El tributo que cobra el capitalismo a Chiapas no tiene paralelo en la historia. El 55% de la energía nacional de tipo hidroeléctrico proviene de este estado, y aquí se produce el 20% de la energía total de México. Sin embargo, sólo un tercio de viviendas chiapanecas tiene luz eléctrica (…)”. Podríamos seguir, pero creo que no hace falta.
El capitalismo sólo tiene un interés: el beneficio incesante. A costa de todo: de la pobreza y del saqueo ecológico. Vemos cómo surgen respuestas en Bolivia tras la guerra del agua del 2000, y, sobre todo, por ser un momento “fundacional” de las nuevas resistencias, tras el levantamiento zapatista de 1994. Y nuevas formas de resistencia como el MST brasileño entremezclan esa dignidad y el reparto de la riqueza y la tierra con la sostenibilidad ecológica, y nuevos movimientos van alzando sus voces, hasta alcanzar en la actualidad lugares que parecían imposibles, como el mundo árabe…
El desarrollo debe ser sostenible, porque si no es sostenible no es desarrollo. Con todo, parecemos habernos acostumbrado al “neohabla” orwelliano, de la mano de nuestros queridos medios de comunicación, y seguimos cuestionando (o no apoyando) cualquier alternativa al sistema, cualquier propuesta contrahegemónica o cualquier espacio de resistencia (en el sentido de Lefebvre). Sólo volviendo un poco la cabeza hacia el pasado tenemos todos los ejemplos posibles de cómo el sistema hace frente a la “contestación”, bien con los tanques, bien con los dólares, o bien con ambos al tiempo: Salvador Allende en Chile es ejemplo claro, o la “contra” nicaragüense, o la invasión de Guatemala que derroca a Jacobo Arbenz para devolver “sus” tierras a la “Mamita Yunai” (United Fruit)… o, en el lado contrario, la invasión de Hungría de 1956 o la de Checoslovaquia en 1968. Todo experimento que conduzca hacia una mayor democracia y/o mejora de las condiciones de un pueblo parecen salirse de los cauces de los intereses del sistema. Y las propuestas de conservación de la naturaleza, también, pues limitan el margen de beneficio fácil. Sistema injusto, que no debemos aceptar. Sistema depredador y destructor, que nos condena a un futuro negro. Y Kyoto es insuficiente, y Copenhague simplemente no es. Y Estados Unidos y la UE priorizan la “economía” sobre la ecología, sin darse cuenta de que ambas están en el mismo barco y deberían remar en la misma dirección.
Las cuestiones ecológicas deben ir de la mano de toda propuesta por una nueva Geografía, parta del presupuesto que parta. “Este viento de abajo, el de la rebeldía, el de la dignidad, no es sólo respuesta a la imposición del viento de arriba, no sólo es brava contestación. Lleva en sí una PROPUESTA NUEVA. No es sólo la destrucción de un sistema injusto y arbitrario, es sobre todo una esperanza, la de la conversión de dignidad y rebeldía en libertad y dignidad”. Rebelémonos, pues, y exijamos a nuestros dirigentes que se preocupen por las cuestiones medioambientales. Exijámosles, pues, adhesión al respeto a la Pachamama (Madre Tierra) y a la dignidad de quiénes la habitamos. Si no, otro mundo será posible, pero muy posiblemente peor. Sigamos gritando: NO queremos ese otro mundo que nos planteáis. Queremos UN MUNDO OTRO, basado, en primer lugar, en el respeto a la Tierra y a la dignidad de l@s que la habitan. Un mundo otro y, por ello, mejor.
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