sábado, 16 de abril de 2011

Vittorio está muerto. ¿Seguimos siendo humanos?

Vittorio Arrigoni, periodista y activista de los derechos humamos desde Gaza City contaba al mundo los horrores a los cuales el pueblo palestino está sometido en la Franja de Gaza.
Laura Lorenzi
“Seguimos siendo humanos”, así Vittorio Arrigoni, periodista y activista de los derechos humamos, terminaba cada una de las notas en las que, desde Gaza City, contaba al mundo los horrores a los cuales el pueblo palestino está sometido en la Franja de Gaza.
Vittorio, que desde tres años trabajaba con el International Solidarity Movement, fue secuestrado y asesinado el 14 de abril. En un aterradorvideo difundido por YouTube lo vemos vendado, golpeado, sangrante; el brazo de un secuestrador desdeñosamente lo agarra por el pelo empapado de sangre. Las escritas en árabe que fluyen en la pantalla dejan presagiar lo peor. En el comunicado la BrigadaMohamed Bin Moslama, un grupo salafita hasta ahora desconocido, dicta un ultimátum de 30 horas pidiendo la liberación de unos prisioneros salafitas detenidos en las cárceles de Hamas. Si esto no se cumple, Vittorio morirá.
Dos entre las más conocidos grupos salafitas de la Franja de Gaza, grupos que se oponen a Hamas porque consideran su política muy blanda, han negado el involucramiento en el secuestro y el asesinato del voluntario italiano. A la base del crimen estaría la voluntad de desestabilizar la situación en la Franja y el probable intento de intimidar y detener la llegada de una nueva flotilla internacional con activistas filopalestinos.
De nada han servido la preocupación, la angustia, los miles de mensajes solidarios en las redes sociales de todo el mundo donde los amigos de Vittorio y sus seguidores, mostraban admiración por su entrega y su lucha por un pueblo oprimido. Pocas horas después, la angustia se transforma en dolor y vacío. Vittorio ha sido asesinado.
Nadie podrá remplazarlo.Sus testimonios, difundidos a través de la página web guerrillaradioeran relatos preciosos, una de las pocas voces que no sólo cuentan las barbaries, sino que la viven en primera persona. Vittorio estaba allí, con la gente de Gaza, cuando los clamores de los grandes medios se habían ido, cuando las cámaras se apagaban, cuando, de día y de noche, los aviones israelíes bombardeaban una tierra ya destruida. Vittorio era italiano, también era palestino y ciudadano honorario de Gaza. Era un verdadero internacionalista.
36 años, de familia partisana, decía que la lucha por la resistencia la llevaba en las venas. “Seguimos siendo humanos es una invitación a recordarse en la naturaleza humana. Yo no creo en los confines, en las barreras, en las banderas. Creo que pertenecemos todos, independientemente del las latitudines y de las langitudines a una misma familia, que es la familia humana”. Esto pensaba Vittorio, por esto dejó las comodidades de una rica provincia del norte de Italia, y llegó donde los pescadores palestinos, los recogedores de perejil, donde el ejercito israelí dispara a los campesinos. Él se parabasin miedo y gritaba en el megáfono “Somos internacionales, no disparen!”. No le han disparado, pero igualmente ha muerto.
Quedan, en esta trágica ocurrencia, muchas preguntas sin resolver. ¿Quién mató Vittorio? ¿Porqué él? Difícil contestar. No se entiende porque los secuestradores no entablaron ninguna negociación, ni con la dirigencia de Hamas, ni con el gobierno italiano. No se explica porque lo mataron pocas horas después del secuestro, sin respetar ni el breve tiempo que sus carnífices decidieron que le quedaba de vida. Lo cierto es que Vittorio era una persona que estorba. Sus fotografías, sus escritos, sus testimonios eran un incómodos para muchos. Esta es la razón que mató a Vittorio: su ganas incansable de contarle al mundo la verdad.
Vittorio Arrigoni ha muerto, pero no ha muerto la esperanza de una Palestina libre. Ya no estará él, con su pipa en la boca y el gorro de pescador a contar lo que veía, con ironía y humildad, sin filtros. Pero la lucha por una paz justa sigue porque, hoy más que nunca, sus palabras tienen valor: no dejemos que la barbarie venza, seguimos siendo humanos.

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