Se ha hecho justicia”, fueron las palabras del presidente Barak Obama, para anunciarle al mundo el asesinato de Osama Ben Laden,
Revista Insurreccion 267 ELN
de la Resistencia al Poder Popular!
llevado a cabo por comandos Navy Seals, quienes entraron a territorio pakistaní en 4 helicópteros, violando la soberanía de ese país.
Después de varias versiones oficiales que se contradicen, la Casa Blanca deja claro que utilizando una información que obtuvieron hacía más de 6 meses mediante la tortura, un comando yanqui penetra a Pakistán, sin consentimiento de ese gobierno, asaltan una casa y asesinan a varios de sus residentes que estaban desarmados y en presencia de niños; posteriormente se llevan un cadáver que dicen correspondía a Osama Ben Laden, para luego tirarlo al mar. A este acto sicarial, propio del hampa y violatorio de toda la legalidad internacional, es lo que Obama califica como “hacer justicia”.El último testimonio fidedigno de Osama Ben Laden fue en 2.001; las posteriores filmaciones o alocuciones se han considerado montajes. Desde el 2.000, estuvo dependiendo de una máquina de diálisis por una enfermedad crónica de los riñones y hay varias versiones que aseguran que Osama murió a mediados de diciembre del 2.001.
Para el imperialismo es irrelevante que Ben Lade estuviera vivo o muerto, lo importante es el despliegue mediático que se ha hecho y los mensajes que se dejan sobre la opinión pública. Esta operación, es un caso típico de la Guerra de Cuarta Generación, donde se manipula la información a través de los grandes medios de la publicidad.
El imperialismo busca, que a todo el mundo le quede claro, que ellos no se someten a ninguna ley, sino que ellos son los que las dictan, para que las cumplan los demás. También, que el imperio puede hacer justicia por su propia mano, donde ellos son juez y parte y tienen la facultad para asesinar a quienes les convenga, sin ninguna fórmula de juicio.
La única justicia que entiende el imperialismo, es la que favorezca sus intereses económicos.
El imperialismo cree que es “justo” apoderarse de los recursos naturales del planeta, así como ha hecho con el petróleo de Irak, a costa de asesinar a dos millones de civiles. Es el mismo argumento para bombardear indiscriminadamente a Libia, para apoderarse de sus hidrocarburos, del uranio, del mar subterráneo de agua dulce, de las 144 toneladas de oro que tiene en su Banco estatal y de los 30.000 millones de dólares que tiene en el sistema financiero internacional.
Al-Qaida y Osama Ben Laden irrumpen en el escenario mundial, cuando la CIA los pone a liderar la sublevación contra los soviéticos en Afganistán. Luego, vuelven a aparecer como los responsables de los atentados contra New York y Washington, el 11 de septiembre del 2.001, dándole la justificación a EE.UU para invadir a Afganistán e intervenir en Pakistán.
Si ahora se asesina, real o ficticiamente, a Ben Laden, demostrando sevicia, con el propósito de ofender la cultura y la religiosidad musulmana, no es descabellado considerar que el Pentágono tiene pensado cometer actos terroristas y responsabilizar a Al-Qaida, para luego invadir a otros países, dentro de su política de gran gendarme internacional.
Una de las preguntas determinantes es: ¿por qué se decide este asesinato (efectivo o supuesto), en este momento?
Es evidente que esta noticia, se convierte en una cortina de humo que invisibiliza los asesinatos contra el hijo y los nietos del líder libio Muammuar Kaddafi y todos los bombardeos contra la población civil en este país.
Pero, la razón de más peso, de toda esta campaña publicitaria, tiene el propósito de catapultar al presidente Barak Obama ante la opinión pública norteamericana, en la campaña electoral que se adelanta. Un presidente que venía siendo cuestionado por cobarde para tomar decisiones, ahora se acomoda al prototipo de pistolero del oeste, que impone su “justicia” a tiros.
¡Que muera Osama, para que resucite Obama!, parece ser el lema de las próximas elecciones gringas.
Para el imperialismo es irrelevante que Ben Lade estuviera vivo o muerto, lo importante es el despliegue mediático que se ha hecho y los mensajes que se dejan sobre la opinión pública. Esta operación, es un caso típico de la Guerra de Cuarta Generación, donde se manipula la información a través de los grandes medios de la publicidad.
El imperialismo busca, que a todo el mundo le quede claro, que ellos no se someten a ninguna ley, sino que ellos son los que las dictan, para que las cumplan los demás. También, que el imperio puede hacer justicia por su propia mano, donde ellos son juez y parte y tienen la facultad para asesinar a quienes les convenga, sin ninguna fórmula de juicio.
La única justicia que entiende el imperialismo, es la que favorezca sus intereses económicos.
El imperialismo cree que es “justo” apoderarse de los recursos naturales del planeta, así como ha hecho con el petróleo de Irak, a costa de asesinar a dos millones de civiles. Es el mismo argumento para bombardear indiscriminadamente a Libia, para apoderarse de sus hidrocarburos, del uranio, del mar subterráneo de agua dulce, de las 144 toneladas de oro que tiene en su Banco estatal y de los 30.000 millones de dólares que tiene en el sistema financiero internacional.
Al-Qaida y Osama Ben Laden irrumpen en el escenario mundial, cuando la CIA los pone a liderar la sublevación contra los soviéticos en Afganistán. Luego, vuelven a aparecer como los responsables de los atentados contra New York y Washington, el 11 de septiembre del 2.001, dándole la justificación a EE.UU para invadir a Afganistán e intervenir en Pakistán.
Si ahora se asesina, real o ficticiamente, a Ben Laden, demostrando sevicia, con el propósito de ofender la cultura y la religiosidad musulmana, no es descabellado considerar que el Pentágono tiene pensado cometer actos terroristas y responsabilizar a Al-Qaida, para luego invadir a otros países, dentro de su política de gran gendarme internacional.
Una de las preguntas determinantes es: ¿por qué se decide este asesinato (efectivo o supuesto), en este momento?
Es evidente que esta noticia, se convierte en una cortina de humo que invisibiliza los asesinatos contra el hijo y los nietos del líder libio Muammuar Kaddafi y todos los bombardeos contra la población civil en este país.
Pero, la razón de más peso, de toda esta campaña publicitaria, tiene el propósito de catapultar al presidente Barak Obama ante la opinión pública norteamericana, en la campaña electoral que se adelanta. Un presidente que venía siendo cuestionado por cobarde para tomar decisiones, ahora se acomoda al prototipo de pistolero del oeste, que impone su “justicia” a tiros.
¡Que muera Osama, para que resucite Obama!, parece ser el lema de las próximas elecciones gringas.
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