Todo responde a la misma lógica asesina
Nega (LCDM)
La crisis en Somalia derivada de la peor sequía en sesenta años ha llevado a Naciones Unidas a declarar oficialmente el estado de hambruna. «Cada día que nos retrasemos en prestar asistencia es, literalmente, cuestión de vida o muerte para los niños y sus familias en las áreas afectadas por la hambruna», aseguró ayer el coordinador de Asuntos Humanitarios de Naciones Unidas para Somalia, Mark Bowden, en una concurrida rueda de prensa en Nairobi[1]. Las áreas más afectadas del sur de Somalia albergan a unos 310.000 niños que sufren malnutrición aguda de tipo crónico, en la peor crisis alimentaria de África que se recuerda desde la hambruna que golpeó a este país entre 1991 y 1992. La ONU ha hecho un llamamiento a la comunidad internacional pidiendo 210 millones de euros para literalmente “salvar vidas”.
Mientras esto sucede la CAM, caja de ahorros del mediterráneo –entidad a la que por cierto debo 200 euros de una tarjeta de crédito que se van a cobrar en cromos del coyote– ha sido intervenida por el Banco de España por la nada desdeñable cifra de 5.800 millones de euros (mediten la cifra unos segundos). Es decir, dinero suficiente para salvar la hambruna en Somalia 27 veces. Pero el Banco de España no pondrá un solo céntimo de euro para evitar que un niño se muera de hambre en Somalia. Es la lógica capitalista; irracional, incongruente, criminal. Porque el hambre en el mundo no responde a fatalidad alguna, es pieza clave de la maquinaria perfectamente diseñada y engrasada por los amos del sistema, y todo forma parte de la misma lógica criminal: desde el obrero despedido en el último ERE de una empresa con beneficios, al italiano que pagará 25 euros cada vez que acuda a urgencias, pasando por el portugués al que le robarán la próxima paga de navidad de este año por culpa de los mercados y la crisis.
Y los niños somalíes.
Que no ocuparán portadas en los periódicos ni tampoco encabezarán la escaleta de los telediarios, lo harán los jóvenes noruegos víctimas del brutal atentado nazi. Son rubios y de ojos azules, occidentales, de los nuestros. Sus vidas cotizan mucho más en los parqués de las bolsas y por ello llegarán condenas reprobatorias de todas partes del globo, se levantarán monumentos en honor a las víctimas y periodistas y todólogos engrosarán sus cuentas corrientes gracias a la barbarie. Es la lógica del capitalismo: generar beneficios incluso de las tragedias. Quizá algún diario de derechas noruego alimente alguna teoría de la conspiración vía titadine y quizá en pocos años alguna televisión noruega producirá una miniserie narrando «sólo los hechos probados, para que nadie olvide», como hizo Telecirco con el 11-M.
Es la lógica irracional del capitalismo, esa organización armada, esa máquina de exterminar la vida que mercantiliza la tragedia, la solidaridad, la existencia toda. No ser antisistema en estos tiempos macabros es propio de miserables y villanos, es ser cómplice de genocidio.
5.800 millones de euros destinados a perpetuar ese genocidio.
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