No se nace odiando, se aprende. Respeto a personas, base de la convivencia social. La mayoría de quienes odian a homosexuales es por ignorancia. Educación sexual incluyente abatiría el fenómeno.
Javier Hernández Alpizar
Durante la presentación, el fin de semana pasado, del libro Crímenes de odio por homofobia, los otros asesinatos de Ciudad Juárez, escrito por Efraín Rodríguez Ortiz, escuchamos la tesis de que el odio es aprendido, lo cual profundizamos en una entrevista con el autor, quien respondió así las preguntas.
Entendimos en su charla que no hay una diferencia cualitativa entre los crímenes de odio por homofobia en Juárez y en cualquier otro lugar del mundo, ¿cuantitativamente sí?
– Tendríamos primero que cuantificar el fenómeno para poder emitir una opinión. Tendríamos que tener los datos a la mano, no los tengo. No tengo los datos duros. Sería muy irresponsable de mi parte emitir una opinión en ese sentido.
Los datos que tengo son solamente del 2000 al 2007, justo cuando iba a iniciar esta ola de violencia (la de este sexenio). De 2000 a 2007, según algunas personas cercanas a la subprocuraduría, mencionaban que en Ciudad Juárez se estaban cometiendo entre 20 y 30 asesinatos de estas características cada año, y cuando voy a hacer la revisión hemerográfica, particularmente de dos periódicos que cubren nota roja, me encuentro con seis homicidios consignados en todos esos años. Y voy a CERESO (Centro de Readaptación Social) y me encuentro con tres personas sentenciadas por homicidio.
Entonces, lo que vemos, primero: Es muy difícil hacer una cuantificación confiable, porque no existen los expedientes. El aparato de justicia no se mueve. Los policías no quieren investigar estos temas. Hay jueces que se niegan a juzgar a un criminal de odio por homofobia. Lo que rodea a esta situación es la impunidad.
Si hay impunidad, obviamente, no hay archivos. No hay datos confiables a donde acudir.
Los investigadores tenemos que irnos con las personas que están cerca del fenómeno. En mi caso, pregunté a personas cercanas a la subprocuraduría y personas cercanas también a derechos humanos de personas no heterosexuales y los datos coinciden plenamente. Textualmente, de 20 a 30 por año, pero es lo único que tenemos, no tenemos otro dato.
– Una afirmación muy interesante de su charla es que no se nace odiando, el odio es aprendido, lo cual es esperanzador porque podría no aprenderse a odiar.
– Exactamente, y justamente a eso le apostamos. A ir introduciendo programas escolares, desde primaria, información sexual suficiente para que los escolares acepten que la sexualidad es diversa. Y que toda persona merece ser respetada en su vida sexual, y que no tenemos por qué obligar a la gente a hacer cosas que no quiera hacer. Y eso incluye abuso sexual, violación, todo aquello, pero también incluye el respeto absoluto por la manera de ser de cada quien.
Si logramos impactar –y esto ya se está trabajando en los planes y programas de la Secretaría de Educación Pública– en ese sentido, vamos a abatir la misoginia, la homofobia, el abuso sexual, y vamos a abatir en muy pocos años, en un par de generaciones, no va a desaparecer, pero se va a abatir de una manera muy importante y significativa.
Así irían a la baja los crímenes de odio. No van a desaparecer, porque hay personas que son sumamente homofóbicas, y no por ignorancia, sino porque parece haber una correlación entre formas graves de homofobia y personalidad autoritaria. Y eso ya nos llevaría al terreno de lo clínico, no solamente de lo educativo. Pero la mayoría de la gente que es homófoba lo es por ignorancia. Ahí está la forma de disminuir este problema social tan grave, a través de la educación.
– Me llamó también la atención que dijo que todos somos homófobos, unos más y otros menos... por eso nos tenemos que estar autovigilando.
– Cuando uno se da cuenta de su homofobia, que es el primer paso, pues la homofobia es un problema psicosocial, que algunos autores están trabajando para ver si pudiera encajar en la clasificación de enfermedad psicosocial. Todavía no se ha definido, se está trabajando en eso, para ver si realmente correspondería, como otros problemas de salud. Por lo menos es un problema de salud social.
El primer paso es el reconocimiento de la persona. Cuando me doy cuenta de que soy homofóbico, que sí tengo reacciones homofóbicas, ya me pongo en alerta, y entonces ya no suelto la injuria homofóbica así nada más, en automático, sino que me cuido, ya le pienso, y pongo en primer lugar el respeto que me merece la otra persona, independientemente de quién sea o cómo sea.
Y el respeto a las personas es la base de la convivencia social. Por eso es tan importante abatir la homofobia.
– Mencionaron nombres de grupos de hombres que están tratando de construir una masculinidad no violenta, ¿los hay para este caso?
– Hasta donde sé, todavía no hay grupos de autoayuda, porque eso sería lo más conveniente, tipo Homofóbicos Anónimos, algo así. Pero sí hay grupos de hombres que, aprovechando esta dinámica social de cambio, porque las masculinidades están cambiando, son fenómenos macrosociales, aprovechando el surgimiento de las nuevas masculinidades, nos estamos sentando a reflexionar, yo también pertenezco a un grupo, sobre estas nuevas masculinidades y cómo nos vamos a relacionar de una manera más equitativa, más justa, intergenéricamente: hombres con mujeres, mujeres con hombres, e intragenéricamente: hombres con hombres y mujeres con mujeres. Cómo vamos a construir unas nuevas amistades con hombres, menos competitivas, menos violentas. Cómo vamos a construir amistades con mujeres, que no sea solamente la búsqueda del acostón por un lado, y por el otro lado, de avasallar a la mujer por ser mujer.
Estos grupos, que están trabajando estos temas, afortunadamente, en general, están tomando la homofobia como un tema muy importante, entre otros temas, no se dedican a la homofobia, pero es un tema muy importante que siempre está en la agenda de estos grupos.
– Hay quienes han mostrado una correlación entre misoginia, machismo y militarismo, ya que el modelo de guerrero exacerba la construcción de masculinidades violentas que ven a las mujeres como botín. ¿La hay también entre la sociedad militarizada y la homofobia?
– Al parecer sí, las sociedades son más homofóbicas mientras más autoritarias son. México es una sociedad autoritaria. Y las sociedades más machistas son más homofóbicas. Las sociedades más tradicionales son más homofóbicas. Todas esas pistas que nos da la investigación son muy importantes, porque podemos utilizar estos conocimientos para proponer la elaboración de políticas públicas eficaces para ir justamente modificando el autoritarismo, en la escuela, en la familia, en las iglesias, en los aparatos de gobierno.
Ir modificando el machismo, que ya se está trabajando en eso, afortunadamente. Ir modificando el tradicionalismo. Esta revisión de los valores tradicionales, porque la gente conservadora lo que pretende es que se vuelva a los valores tradicionales, pero eso sería terrible, porque si volvemos acríticamente a los valores tradicionales, vamos a tener exactamente lo mismo, porque somos consecuencia de esos valores. No hay que volver acríticamente, sino revisarlos.
Se está trabajando por varios frentes, hay grupos en unos temas, otros en otros temas y, de alguna manera, vamos confluyendo todos en una mejor sociedad: Más humana, menos competitiva, menos violenta. Porque ya vemos a lo que nos ha llevado la construcción de la modernidad. Estamos trabajando en una postmodernidad mucho menos violenta.
– Durante las charlas se mencionó a los grupos de derecha que fomentan la homofobia, pero en la izquierda es muy reciente la preocupación por no ser homófobos...
– Absolutamente. Stalin persiguió a los homosexuales. Fidel Castro persiguió a los homosexuales. Es hasta que se posiciona, a través de Raúl Casto, Marinela Castro, hija de Raúl, que se comienza a revisar en Cuba ya a nivel institucional la homofobia y cuando se le pregunta a Fidel ¿qué sucedió? El dice que eran los tiempos, eran las formas de entender las cosas y que... bueno, tiene razón hasta cierto punto. Obviamente no es una cuestión de derechas o de izquierdas, es una cuestión de autoritarismo y el autoritarismo lo tenemos en derechas y lo tenemos en izquierdas. Lo que necesitamos en México, me parece, porque yo simpatizo con la izquierda, es la construcción de una izquierda democrática e incluyente, como al parecer algunos líderes de izquierda comienzan apenas a darse cuenta de esa necesidad, y pues ojalá que sigan marchando por ahí.
Así explicó sus conceptos el autor de Crímenes de odio por homofobia, los otros asesinatos de Ciudad Juárez.
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