Entre otras paradojas, este décimo aniversario del 11 de septiembre ubica a Al Qaeda entre los aliados de EEUU que acaban de derrocar a Muammar Gaddafi en Libia.
Ernesto Villegas Poljak | CiudadCSS.info
La llamada me la hizo un amigo de esos que, con el tiempo, la polarización espantó. Me preguntó, con voz urgida, si estaba viendo la TV. No, respondí. Entonces préndela ya, dijo. Y colgó.
De la gigantesca torre salía una columna de humo. De pronto, un avión chocó contra la otra torre.
Parecía película de Hollywood, pero estaba sucediendo en la vida real. Un narrador de CNN en español hacía de tripas corazón para mantener la serenidad.
Imposible recordar con exactitud cuánto tiempo transcurrió antes de que una y otra edificación se vinieran abajo, como si fuesen de arena o plastilina derretida.
Meses atrás había estado en la cima de una de esas torres, las más altas del mundo. Arriba, en el piso 107, funcionaba un restaurant llamado Windows on the world, adonde se podía entrar sólo para darle una mirada panorámica a Nueva York.
Aquí, la revolución no proclamaba aún su carácter antiimperialista, mucho menos el socialista, y se hacía lo posible por una buena relación con Washington.
Algún funcionario venezolano se anticipó a justificar una respuesta proporcional de EEUU a sus atacantes, sin reparar en que ésta, además de desproporcionada, sería indiscriminada. El mundo entero pagó las consecuencias de aquel ataque sobre el cual, 10 años después, persisten tantas interrogantes, contradicciones, sospechas y cabos sueltos.
El mismo día hubo bombardeos contra Afganistán. No pasaría mucho tiempo antes de que el presidente Hugo Chávez, tras haber condenado los atentados en Nueva York y Washington, rompiera la espiral del silencio internacional al mostrar fotografías de niños afganos víctimas de las bombas de EEUU, y advirtiera: no se puede combatir el terror con más terror.
Aquel gesto le valió un intento de reprimenda por parte de la entonces embajadora de EEUU en Caracas, Donna Hrinak, quien fue hasta La Casona para leerle un documento donde Washington le exigía retractarse. Chávez la interrumpió para recordarle que estaba ante el jefe de un Estado soberano y le pidió retirarse. Sorprendida, Hrinak le solicitó que le permitiese terminar la lectura antes de irse y Chávez accedió.
Más que una anécdota, el episodio retrata el tiempo que se abría entre las naciones del planeta.
Ese mismo año 2001, el 10 de diciembre, la oposición local ensayaría el primer paro patronal, convocado por Fedecámaras y respaldado por la CTV, con el pretexto de las 49 leyes habilitantes aprobadas en noviembre. Apenas meses después vendría el golpe de Estado del 11 de abril de 2002 y, luego, el paro sabotaje petrolero, entre diciembre de ese año y febrero de 2003.
El resto es historia conocida, aunque a veces olvidada.
Entre otras paradojas, este décimo aniversario del 11 de septiembre ubica a Al Qaeda, la supuesta responsable de los ataques del 2001, entre los aliados de EEUU que acaban de derrocar a Muammar Gaddafi en Libia. La organización que supuestamente dirigía Osama bin Laden, antiguo agente de la CIA devenido en enemigo público número uno de Washington, supuestamente asesinado hace unos meses, forma parte de los grupos rebeldes apoyados por la OTAN que, también supuestamente, van a llevar democracia y libertad a Libia.
Vaya, que aniversario tan raro
0 comentarios:
Publicar un comentario