martes, 27 de septiembre de 2011

Niños que mueren jugando con armas



Con más de 190 millones de armas de fuego en manos privadas (sobre una población de 310 millones) no es inhabitual despertarse en Estados Unidos con noticias como esta...
Yolanda Monge | Prensa
Con más de 190 millones de armas de fuego en manos privadas (sobre una población de 310 millones) no es inhabitual despertarse en Estados Unidos con noticias como esta:
-"Un niño de dos años se dispara en la cara en el Condado de Prince George; encontrada arma en la escena del crimen"-.
El titular anterior se producía la semana pasada a las afueras de Washington, la capital de Estados Unidos, cuando sobre las ocho de la tarde del lunes la policía recibía una llamada en la que se informaba que un niño se había disparado a sí mismo y se había volado la cara. El pequeño fue trasladado de urgencia a un hospital donde se certificó su muerte pasadas las nueve de la noche.
El caso, desgraciadamente, no es aislado.  Más de una tercera parte (35%) de los hogares con niños -esto es: 22 millones de menores de 18 años en más de 11 millones de hogares- tienen al menos un arma de fuego,  según el estudio de RAND-UCLA. Pero sólo un 39% de esas familias mantiene sus armas bajo llave, descargadas y lejos de la munición como recomienda la Academia de Pediatría Americana. Más del 43% de esos hogares -con niños y armas bajo el mismo techo- aseguran que en la casa existe una o más pistola lista para ser usada (es decir, sin seguro y cargada). Un extremista 9% de las familias se jacta de que su armamento está listo para usar y en un lugar de fácil acceso.
Vivir en un lugar en el que existen armas al alcance de la mano puede tenerconsecuencias trágicas.Titulares hay muchos: "Niño inculpado por intento de asesinato por disparar contra una chica de 14 años en casa"; "Niño, cuatro años, muerto de disparo de arma por niño de seis"; "Niño de cinco años dispara a un amigo de cuatro"... 
En Estados Unidos se venden cada año cerca de dos millones de pistolas y más de cuatro millones de armas de fuego en general.Este enorme arsenal, amparado por la ley, se utiliza para matar cada año a más de 11.000 personas y herir a un total de cerca de 72.000. En el momento de escribir esto, en la página web de la  Campaña Brady para la Prevención de la Violencia de las Armas  se informaba que sólo en lo que iba de día (una de la tarde hora de Washington) más de 170 personas habían sido heridas por un arma de fuego. Además de producir cada año más de 700 muertes en accidentes domésticos, las armas son el instrumento responsable de 17.000 suicidios.
La cultura de las armas está fuertemente asentada en este país  -por mucho que nos cueste entenderlo en Europa-, por diferentes y muy complejas razones. El hecho de que sucedan tragedias como la del niño de dos años no genera debates en la opinión pública ni por supuesto se habla de una prohibición. De hecho, en estos momentos, Rick Perry, Gobernador de Tejas y uno de los candidatos republicanos que aspira a la nominación de su partido para luchar por la Casa Blanca es un ferviente defensor de las armas y se vanagloria de haberlas empleado de niño (muy común en muchos hogares, donde los más pequeños aprenden a disparar desde la más tierna infancia).
Recuerdo que en mi cobertura del huracán Katrina en Nueva Orleans y ante la inseguridad que se vivía alguien me ofreció un arma. Esa persona no salía de su deconcierto cuando le dije que jamás había visto un revolver tan cerca y que por supuesto no sabia usarlo -"no, mi abuelo no me enseño a disparar", le expliqué ante su insistencia, "no, mi padre tampoco". Pensó y me hizo saber que me consideraba  un bicho raro. 
Ahora, en ese estado de cierta pérdida de sentido común que sucede con la salida de la placenta, cuando mi hijo va a cumpleaños o reuniones en casas de otros niños siempre pienso:  ¿Cual de estos padres- amorosos y normales- tendrá una pistola en la mesilla de noche? 

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